Versículos Bíblicos

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Mateo 26 - Reina Valera 1865

El complot para prender a Jesús

1. Y ACONTECIÓ que como hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos:

2. Sabéis que dentro de dos dias se hace la páscua; y el Hijo del hombre es entregado para ser crucificado.

3. Entónces los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos del pueblo se juntaron en el palacio del sumo sacerdote, el cual se llamaba Caifás.

4. Y tuvieron consejo para prender por engaño a Jesús, y matarle.

5. Y decían: No en el día de la fiesta, porque no se haga alboroto en el pueblo.

Jesús es ungido en Betania

6. Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso,

7. Vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de ungüento de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa:

8. Lo cual viendo sus discípulos, se enojaron, diciendo: ¿Por qué se pierde esto?

9. Porque este ungüento se podía vender por gran precio, y darse a los pobres.

10. Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué dais pena a esta mujer? porque ha hecho buena obra para conmigo.

11. Porque siempre tenéis pobres con vosotros; mas a mí no siempre me tenéis.

12. Porque echando este ungüento sobre mi cuerpo, para sepultarme lo ha hecho.

13. De cierto os digo, que donde quiera que este evangelio fuere predicado en todo el mundo, también será dicho para memoria de ella lo que esta ha hecho.

Judas ofrece entregar a Jesús

14. Entónces uno de los doce, que se llamaba Júdas Iscariote, fué a los príncipes de los sacerdotes,

15. Y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os le entregaré? Y ellos le señalaron treinta piezas de plata.

16. Y desde entónces buscaba oportunidad para entregarle.

Institución de la Cena del Señor

17. Y el primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que te aderecemos para comer la páscua?

18. Y él dijo: Id a la ciudad a casa de tal hombre, y decídle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca: en tu casa haré la páscua con mis discípulos.

19. Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y aderezaron la páscua.

20. Y como fué la tarde del día, se sentó a la mesa con los doce.

21. Y comiendo ellos, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me ha de entregar.

22. Y ellos entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor?

23. Entónces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, éste me ha de entregar.

24. A la verdad el Hijo del hombre va, como está escrito de él; mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! bueno le fuera al tal hombre no haber nacido.

25. Entónces respondiendo Júdas, que le entregaba, dijo: ¿Soy yo quizá Maestro? Dícele: Tú lo has dicho.

26. Y comiendo ellos, tomó Jesús el pan, y habiendo dado gracias lo rompió, y dió a sus discípulos, y dijo: Tomád, coméd: éste es mi cuerpo.

27. Y tomando la copa, y hechas gracias, dióles, diciendo: Bebéd de ella todos.

28. Porque esta es mi sangre del nuevo testamento, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados.

29. Y os digo, que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo tengo de beber nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

Jesús anuncia la negación de Pedro

30. Y cuando hubieron cantado un himno, salieron al monte de las Olivas.

31. Entónces Jesús les dice: Todos vosotros seréis escandalizados en mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y se descarriarán las ovejas de la manada.

32. Mas después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.

33. Y respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos sean escandalizados en tí, yo nunca seré escandalizado.

34. Jesús le dice: De cierto te digo, que esta noche, ántes que el gallo cante, me negarás tres veces.

35. Dícele Pedro: Aunque me sea menester morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

Jesús ora en Getsemaní

36. Entónces llegó Jesús con ellos al huerto, que se llama Getsemaní, y dice a sus discípulos: Sentáos aquí, hasta que vaya allí, y ore.

37. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse, y a angustiarse en gran manera.

38. Entónces Jesús les dice: Mi alma está muy triste hasta la muerte: quedáos aquí, y velad conmigo.

39. Y yéndose un poco más adelante, se postró sobre su rostro, orando, y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa: empero no como yo quiero, mas como tú

40. Y vino a sus discípulos, y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: ¡Qué! ¿No habéis podido velar conmigo una hora?

41. Velád y orád, para que no entréis en tentación: el espíritu a la verdad está presto, mas la carne enferma.

42. Otra vez, fué segunda vez, y oró, diciendo: Padre mío, si no puede esta copa pasar de mí sin que yo la beba, hágase tu voluntad.

43. Y vino, y los halló otra vez durmiendo; porque los ojos de ellos eran agravados.

44. Y dejándolos, fué otra vez, y oró tercera vez, diciendo las mismas palabras.

45. Entónces vino a sus discípulos, y les dice: Dormíd ya, y descansád: he aquí, ha llegado la hora, y el Hijo del hombre es entregado en manos de pecadores.

46. Levantáos, vamos: he aquí, ha llegado el que me entrega.

Arresto de Jesús

47. Y hablando aun él, he aquí, Júdas, uno de los doce, vino, y con él una grande multitud, con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los ancianos del pueblo.

48. Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, aquel es: tenédle bien.

49. Y luego que llegó a Jesús, dijo: Tengas gozo, Maestro. Y le besó.

50. Y Jesús le dijo: ¿Amigo, a qué vienes? Entónces llegaron, y echaron mano a Jesús, y le prendieron.

51. Y, he aquí, uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó una oreja.

52. Entónces Jesús le dice: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomaren espada, a espada perecerán.

53. O ¿piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y él me daría más de doce legiones de ángeles?

54. Mas ¿cómo se cumplirían entónces las Escrituras, de que así es menester que sea hecho?

55. En aquella hora dijo Jesús a la multitud: Como a ladrón habéis salido con espadas y con palos a prenderme: cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis.

56. Mas todo esto se hace, para que se cumplan las Éscrituras de los profetas. Entónces todos los discípulos huyeron, dejándole.

Jesús ante el concilio

57. Y ellos, prendido Jesús, le trajeron a Caifás sumo sacerdote, donde los escribas y los ancianos estaban juntos.

58. Mas Pedro le seguía de léjos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrado dentro, se estaba sentado con los criados, para ver el fin.

59. Y los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos, y todo el concilio buscaban algún falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte;

60. Y no hallaban: y aunque muchos testigos falsos se llegaban, no lo hallaron. Mas a la postre vinieron dos testigos falsos,

61. Que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y reedificarle en tres dias.

62. Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican estos contra tí?

63. Mas Jesús callaba. Y respondiendo el sumo sacerdote, le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas, si eres tú el Cristo, Hijo de Dios.

64. Jesús le dice: Tú lo has dicho. Y aun os digo, que de aquí a poco habéis de ver al Hijo del hombre asentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo sobre las nubes del cielo.

65. Entónces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: Blasfemado ha: ¿qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora habéis oido su blasfemia.

66. ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos dijeron: Culpado es de muerte.

67. Entónces le escupieron en su rostro, y le dieron de bofetadas, y otros le herían a puñadas,

68. Diciendo: Profetízanos, oh Cristo, quién es el que te ha herido.

Pedro niega a Jesús

69. Y Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se llegó a él una criada, diciendo: Y tú con Jesús el Galileo estabas.

70. Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices.

71. Y saliendo a la puerta, le vió otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús Nazareno.

72. Y negó otra vez con juramento, diciendo: No conozco a ese hombre.

73. Y después de un poco se allegaron los que por allí estaban, y dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres uno de ellos; porque aun tu habla te hace manifiesto.

74. Entónces comenzó a echarse maldiciones, y a jurar, diciendo: No conozco a ese hombre. Y el gallo cantó luego.

75. Y se acordó Pedro de las palabras de Jesús, que le dijo: Ántes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliéndose fuera, lloró amargamente.