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Hechos 26 - Serafín de Ausejo 1975

Defensa de Pablo ante Agripa

1. Agripa, pues, le dijo a Pablo: "Se te permite hablar en tu descargo". Entonces Pablo, extendiendo la mano, comenzó su defensa.

2. "Me considero feliz, rey Agripa, al comenzar a defenderme hoy, delante de ti, de todas esas cosas de que me acusan los judíos,

3. y más siendo como eres conocedor de todas las costumbres y controversias que entre los judíos hay. Por ello te ruego que me escuches pacientemente.

Vida anterior de Pablo

4. Mi vida, desde la juventud, que se desarrolló al principio entre mi gente y en Jerusalén, es conocida de todos los judíos.

5. Ellos saben, si así lo quieren reconocer, que desde antiguo viví como fariseo según la secta más estricta de nuestra religión.

6. Ahora estoy siendo juzgado por la esperanza de la promesa hecha por Dios a nuestros padres,

7. a la cual esperan llegar nuestras doce tribus, sirviéndole continuamente noche y día. Por razón de esta esperanza soy acusado de los judíos, oh rey.

8. ¿Acaso tenéis por increíble que Dios resucite a los muertos?

Pablo el perseguidor

9. Por lo que a mí respecta, pensé que era mi deber hacer todo lo posible contra el nombre de Jesús de Nazaret.

10. Y lo hice en Jerusalén; encerré a muchos de los fieles en la cárcel, con autorización que recibía de los pontífices. Cuando se los condenaba a muerte, yo daba mi voto contra ellos.

11. Y por todas las sinagogas, muchas veces a fuerza de golpes, procuré hacerles renegar y, lleno de saña hasta el extremo, los perseguía incluso en las ciudades extranjeras.

Pablo relata su conversión

12. En esto, yendo a Damasco con poderes y permiso de los pontífices,

13. a medio día, por el camino, vi, oh rey, que me rodeaba, a mí y a los que conmigo iban, una luz proveniente del cielo que superaba el resplandor del sol.

14. Caímos a tierra todos, y oí una voz que me decía en dialecto hebreo: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Duro es para ti dar coces contra el aguijón".

15. Yo dije: "¿Quién eres tú, Señor?". Y el Señor dijo: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues.

16. Pero levántate y ponte en pie; porque para esto me he aparecido a ti, para constituirte en servidor y testigo de lo que acabas de ver y de lo que aún te mostraré.

17. Yo te salvaré de tu pueblo y de las naciones a las cuales te voy a enviar,

18. a fin de que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del dominio de Satanás a Dios, y alcancen la remisión de los pecados y tengan parte en la herencia de los que han sido santificados por la fe en mí".

Pablo obedece a la visión

19. A partir de entonces, no fui desobediente, rey Agripa, a la visión celestial,

20. sino que, primero en Damasco y en Jerusalén, y después en toda la región de Judea y entre los gentiles, me puse a predicar que se convirtieran y volvieran a Dios, haciendo obras en consonancia con esa conversión.

21. Por esta causa me prendieron en el templo algunos judíos e intentaban matarme;

22. pero, gracias a la ayuda que recibí de Dios, me he mantenido firme hasta el día de hoy dando testimonio a pequeños y grandes, sin decir otra cosa distinta de lo que predijeron los profetas y Moisés que había de suceder:

23. que el Cristo habría de padecer, que sería el primero en resucitar de entre los muertos y que anunciaría la luz al pueblo y a las naciones".

Pablo insta a Agripa a que crea

24. A este punto llegaba Pablo en su defensa, cuando Festo interrumpió, diciendo en alta voz: "Tú estás loco, Pablo; las muchas letras te han sorbido el seso".

25. Y Pablo: "No estoy loco -dijo-, ilustre Festo; por el contrario, estoy pronunciando palabras verdaderas y sensatas.

26. Sabe de estas cosas el rey, a quien por ello hablo confiadamente, pues no puedo creer que nada de esto ignore, ya que no ha sucedido en ningún rincón.

27. ¿Crees, oh rey Agripa, en los profetas? Yo sé que crees".

28. Respondió Agripa a Pablo: "Por poco me convences de que me haga cristiano".

29. Y Pablo: "Pluguiera a Dios que, por poco o por mucho, no sólo tú, sino todos los que hoy me escuchan, se volvieran como yo; aunque sin estas cadenas".

30. Se levantó entonces el rey, el procurador, Berenice y los que con ellos estaban sentados;

31. y, al retirarse, comentaban unos con otros: "Nada digno de muerte o de cárcel ha hecho este hombre".

32. Agripa le dijo a Festo: "Podía ser puesto en libertad este hombre, si no hubiera apelado al César".