Versículos Bíblicos

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Mateo 5 - Version Moderna (1929)

El Sermón del monte: Las bienaventuranzas

1. Y VIENDO Jesús las multitudes, subió a la montaña; y cuando se hubo sentado, se le acercaron sus discípulos;

2. Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo:

3. Bienaventurados los pobres en espíritu; porque de ellos es el reino de los cielos.

4. Bienaventurados los que lloran; porque ellos serán consolados.

5. Bienaventurados los mansos; porque ellos heredarán la tierra.

6. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia; porque ellos serán saciados.

7. Bienaventurados los misericordiosos; porque ellos alcanzarán misericordia.

8. Bienaventurados los de limpio corazón; porque ellos verán a Dios.

9. Bienaventurados los pacificadores; porque ellos serán llamados hijos de Dios.

10. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia; porque de ellos es el reino de los cielos.

11. Bienaventurados sois vosotros cuando os vituperaren, y os persiguieren, y dijeren de vosotros toda suerte de mal, por mi causa, mintiendo.

12. ¡Regocijaos y llenaos de júbilo;  porque grande es vuestro galardón en los cielos!  pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

La sal de la tierra

13. ¶Vosotros sois la sal de la tierra:  pero si la sal hubiere perdido su sabor, ¿con qué será ella misma  salada?  No sirve ya para nada, sino para ser echada fuera y hollada de los hombres.

La luz del mundo

14. Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre una montaña no se puede esconder.

15. Ni se enciende una lámpara y se pone debajo del celemín, sino en el candelero; y alumbra a todos los que están en la casa.

16. Así resplandezca vuestra luz delante de los hombres; de modo que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Jesús y la ley

17. ¶No penséis que vine a invalidar la Ley, o los Profetas: no vine a invalidar, sino a cumplir.

18. Porque en verdad os digo, que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni un tilde pasará de la ley, hasta que el todo sea cumplido.

19. Por tanto cualquiera que quebrantare uno de estos más mínimos mandamientos, y enseñare a los hombres así, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos: mas cualquiera que los hiciere y enseñare, será llamado grande en el reino de los cielos.

20. Porque yo os digo, que si vuestra justicia no excediere a la justicia de los escribas y fariseos, de ninguna manera entraréis en el reino de los cielos.

Jesús y la ira

21. ¶Habéis oído que fue dicho a los antiguos:  No matarás; y aquel que matare quedará expuesto al juicio.

22. Mas yo os digo, que todo aquel que se aira sin causa contra su hermano, quedará expuesto al juicio; y el que dijere a su hermano ¡Imbécil! quedará expuesto al concilio; y el que le dijere: ¡Insensato! quedará expuesto al fuego del infierno.

23. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí  te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti,

24. deja  allí tu ofrenda delante del altar, y vé, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven, y presenta tu ofrenda.

25. Ponte de acuerdo con tu adversario presto, mientras estás con él en el camino; no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez te entregue al alguacil, y seas echado en la cárcel.

26. De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que hayas pagado el último maravedí.

Jesús y el adulterio

27. ¶Habéis oído que fué dicho a los de antiguo tiempo:  No cometerás adulterio.

28. Mas yo os digo, que todo aquel que mira a una mujer para codiciarla, ya cometió adulterio con ella en su corazón.

29. Si, pues, tu ojo derecho te fuere ocasión de caer, sácalo,  y échalo de ti; porque te es provechoso que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado en el infierno.

30. Y si tu mano derecha te fuere ocasión de caer, córtala, y échala de ti; porque te es provechoso que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo vaya al infierno.

Jesús y el divorcio

31. ¶Fué dicho también:  El que repudiare a su mujer, déle carta de divorcio.

32. Mas yo os digo, que todo aquel que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, hace que ella cometa adulterio; y el que se casare con la repudiada, comete adulterio.

Jesús y los juramentos

33. ¶También habéis oído que fué dicho a los antiguos:  No te perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos.

34. Mas yo os digo:  No juréis de ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios;

35. ni por la tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalem, porque es la ciudad del gran Rey:

36. ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer un solo cabello blanco o negro.

37. Mas sea vuestro hablar:  Sí, sí; no, no; porque lo que pasa de esto de mal procede.

El amor hacia los enemigos

38. ¶Habéis oído que fue dicho a los antiguos:  Ojo por ojo, y diente por diente.

39. Mas yo os digo, que no hagáis resistencia al agravio;  sino antes, si alguno te hiriere en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.

40. Y al que quisiere ponerte a pleito, y tomar tu túnica, déjale también la capa.

41. Y si alguna te forzare a que vayas cargado una milla, vé con él dos.

42. Da al que te pidiere; y al que quisiere tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda.

43. ¶Habéis oído que fué dicho:  Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.

44. Mas yo os digo:  Amad a vuestros enemigos;  bendecid a los que os maldicen;  haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os injurian y os persiguen:

45. de modo que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; pues él hace que su sol se levante sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.

46. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué galardón habéis de tener?  ¿No hacen también lo mismo los publicanos?

47. Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más?  ¿No hacen así también los gentiles?

48. Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto.