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Ezequiel 3 - Reina Valera 1862

1. Y DÍJOME: Hijo del hombre, como lo que hallares: come este envoltorio; y vé, y habla a la casa de Israel.

2. Y abrí mi boca, e hízome comer aquel envoltorio.

3. Y díjome: Hijo del hombre, haz a tu vientre que coma, e hinche tus entrañas de este envoltorio que yo te doy. Y lo comí, y fué en mi boca dulce como miel.

4. Y díjome: Hijo del hombre, vé, y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras.

5. Porque no eres enviado a pueblo de profunda habla, ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel:

6. No a muchos pueblos, de profunda habla, ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; y si a ellos te enviara, ellos te oyeran.

7. Mas los de la casa de Israel, no te querrán oir, porque no me quieren oir a mí; porque toda la casa de Israel son fuertes de frente, y duros de corazón.

8. He aquí que yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra su frente.

9. Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente: no los temas, ni hayas miedo delante de ellos, porque casa rebelde es.

10. Y díjome: Hijo del hombre, todas mis palabras que yo te hablaré, toma en tu corazón, y oye con tus oidos.

11. Y vé, y entra a los trasportados, a los hombres de tu pueblo; y hablarles has, y decirles has: Así dijo el Señor Jehová: no oirán, ni cesarán.

12. Y el espíritu me levantó, y oí detrás de mí una voz de grande estruendo de la bendita gloria de Jehová, que se iba de su lugar;

13. Y el sonido de las alas de los animales que se juntaban la una con la otra, y el sonido de las ruedas delante de ellos, y sonido de grande estruendo.

14. Y el espíritu me levantó, y me tomó; y me fué amargo con el descontento de mi espíritu, porque la mano de Jehová era fuerte sobre mí.

15. Y vine a los trasportados en Telabib, que moraban junto al río de Cobar; y asenté donde ellos estaban asentados: allí asenté siete dias atónito entre ellos.

El atalaya de Israel

16. Y aconteció que al cabo de los siete dias fué a mi palabra de Jehová, diciendo:

17. Hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel: oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y amonestarlos has de mi parte.

18. Cuando yo dijere al impío: Muerte morirás; y tú no le amonestares, ni le hablares, para que el impío sea amonestado de su mal camino, para que viva, el impío morirá por su maldad: mas su sangre demandaré de tu mano.

19. Y si tú amonestares al impío, y él no se convertiere de su impiedad, y de su mal camino, él morirá por su maldad; y tú escapaste tu alma.

20. Y cuando el justo se apartare de su justicia, e hiciere maldad, y yo pusiere tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste: en su pecado morirá, ni sus justicias que hizo vendrán en memoria: mas su sangre demandaré de tu mano.

21. Y si al justo amonestares, para que el justo no peque, y no pecare, viviendo vivirá, porque fué amonestado; y tú escapaste tu alma.

El profeta mudo

22. Y fué allí la mano de Jehová sobre mí, y díjome: Levántate, y sal al campo; y allí hablaré contigo.

23. Y levantéme, y salí al campo; y he aquí que allí estaba la gloria de Jehová, como la gloria que había visto junto al río de Cobar; y caí sobre mi rostro.

24. Entónces entró espíritu en mí, y me afirmó sobre mis piés, y me habló, y díjome: Entra, y enciérrate dentro de tu casa.

25. Y tú, o! hijo del hombre, he aquí que pondrán sobre tí cuerdas, y con ellas te ligarán: no salgas pues entre ellos.

26. Y haré apegar tu lengua a tu paladar, y serás mudo, porque no los reprendas; porque son casa rebelde.

27. Mas cuando yo te hubiere hablado, yo abriré tu boca, y decirles has: Así dijo el Señor Jehová: el que oye, oiga; y el que cesa, cese; porque casa rebelde son.