Deuteronomio 33:18 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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I. Tenemos juntas las bendiciones de Zabulón y de Isacar, porque ambos eran hijos de Jacob por Lea, y sus territorios en Canaán eran contiguos; de ellos se predice:

1. Que ambos habrían de disfrutar de una residencia ventajosa y de un quehacer próspero (v. Deu 33:18). Zabulón debe alegrarse, porque tendrá motivos para ello; y Moisés ruega para que Zabulón tenga éxito en sus salidas, ya que había de ser tribu de hombres de acción y negociantes. Ya Jacob había señalado que Zabulón sería puerto de naves (Gén 49:13). En cambio, Isacar había de alegrarse en sus tiendas, con vida pacífica y tranquila, dedicado a la agricultura, a la consideración de la naturaleza y a la reflexión sobre las cosas del espíritu. En 1Cr 12:32 vemos que los hombres de Isacar habían sido los maestros espirituales de Israel. Por eso, el Talmud interpreta tiendas como «hogares para el estudio de la Ley». (A) Que la providencia de Dios al disponer las diversas residencias de los hombres a unos en las ciudades y a otros en las aldeas de la campiña, a unos en los puertos de mar y a otros en tierra adentro, prepara sabiamente las inclinaciones y aptitudes humanas para los diferentes oficios y quehaceres. La inclinación, el temperamento y las aptitudes diversas llevan a uno a enfrascarse en los libros, a otro a ocuparse en barcos de pesca, y a otro a dedicarse a la milicia; unos se encuentran a gusto en zonas rurales, otros en el comercio, otros tienen especiales habilidades e inclinación a la mecánica. Y es bueno que así sea, como dice Pablo al hablar de los dones en la Iglesia: Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? (1Co 12:17). Tanto contribuyó al bien común de Israel el que los hombres de Zabulón fuesen mercaderes, como el que los hombres de Isacar fuesen agricultores. (B) Que cualquiera que sea el lugar en que nos hallemos y el quehacer en que nos ocupemos, es norma de sabiduría y urgencia de deber que nos ajustemos a las circunstancias y tratemos de echar raíces (por así decir) donde el Señor nos ha colocado con el asiento suficiente para llevar a cabo una obra perdurable. Gran felicidad hay en contentarse con ello; lo más importante es que, como creyentes, sigamos la dirección que nos da ese bello himno que dice:

«Nunca esperes el momento de una gran acción,

Ni que pueda lejos ir tu luz

De la vida a los pequeños actos da atención,

Brilla en el sitio donde estés.»

2. Que, en consecuencia, ambos han de prestar un buen servicio en sus respectivos lugares, para el honor de Dios y para los intereses espirituales de la nación (v. Deu 33:19). Se ha observado con frecuencia que los que viven en lugares de confluencia de muchas gentes, como son los puertos de mar y las grandes áreas comerciales tienen más luz de conocimiento, aun espiritual; mientras que quienes, como los hombres de Isacar, viven en lugares pequeños y en el campo, tienen más vida y más calor espiritual. (A) Aquí se predice que ambas tribus se harían ricas, Zabulón extraerá (hebr. chupará) la abundancia de los mares, que se comparan aquí a las ubres llenas de ganancia para los mercaderes, mientras que Isacar extraerá su riqueza de los tesoros escondidos en la arena, ya sea que esto se refiera a frutos de la tierra, o a minerales y metales o (más probablemente) a la manufactura de objetos de vidrio que según Flavio Josefo, el Talmud y el Targum de Jonatán, se hacía en Acre, dentro del territorio asignado a Isacar. (B) Se predice que estas tribus, del producto de sus riquezas, les sobrará para invitar a los pueblos a su monte (a Sion, donde había de estar el santuario), cuando fuesen a sacrificar allí sacrificios de justicia; es decir, como era justo según la Ley (v. Sal 4:5). En esto cumplirían lo que se dice en Miq 4:13 (al final).

II. Inmediatamente después viene la bendición a la tribu de Gad (vv. Deu 33:20-21). Esta era una de las tribus que estaban ya asentadas en el lado del Jordán en que Moisés se encontraba ahora.

1. Primero predice lo que esta tribu había de ser (v. Deu 33:20): (A) Que Dios había de ensanchar el territorio de Gad. En efecto, su territorio llegó a ser más amplio que el de las otras tribus del otro lado del Jordán, por el éxito que tuvo en sus guerras contra los agarenos (1Cr 5:19, 1Cr 5:20, 1Cr 5:22). (B) Que había de ser una tribu de hombres valientes y victoriosos; de ahí el simbolismo de león (hebr. leona) que arrebata brazo (la fuerza del ejército) y testa (los jefes); aunque no entraría en guerra por propia iniciativa, sino provocado; por eso se dice de él que como león reposa.

2. Ensalza a esta tribu por lo que habían hecho y por lo que estaban haciendo (v. Deu 33:21). Cada una de las frases de este versículo tiene un sentido muy específico, aunque a veces resulte algún tanto incierto. Gad tuvo vista para escoger un rico territorio (Núm 32:1.), ocupó un distrito digno de un líder (legislador), fue en la delantera, o vanguardia, del pueblo, para ayudar a sus hermanos en la conquista de Canaán, y ejecutó los mandatos, es decir la promesa hecha de cruzar el Jordán para ayudar al resto de las tribus.

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