Proverbios 8:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Proverbios 8:1 | Comentario Bíblico Online

1. Las cosas reveladas son fáciles de conocer, pues pertenecen a nosotros y a nuestros hijos (Deu 29:29) y, por eso, son proclamadas de alguna manera por las obras de la creación (Sal 19:1); con mayor fuerza, por la conciencia humana y por las razones eternas del bien y del mal; pero, con la mayor claridad, por medio de Moisés y de los profetas. Los preceptos de la sabiduría son proclamados en voz alta (v. Pro 8:1): «¿No clama la sabiduría?» Sí; como todo pregón importante, clama a voz en cuello (Isa 58:1). En tres lugares, los cuales se expresan aquí (vv. Pro 8:2, Pro 8:3), se pronunciaban en voz alta los pregones: en las alturas, en los cruces de caminos y en la entrada de la ciudad. El corazón nos grita a veces, pues la conciencia tiene sus clamores como tiene sus susurros. Desde lo alto del Sinaí se dio la Ley. La sabiduría no se oculta, no habla por los rincones a unos pocos iniciados, sino en público y a todos, desde lugares altos, desde los que puede ser vista y oída, en las encrucijadas por las que transitan los viajeros, y a la entrada de la ciudad. Los necios no saben por dónde ir a la ciudad (Ecl 10:15); por eso está la sabiduría colocada, no sólo en la encrucijada, para que nadie yerre el camino, sino también a la entrada de la ciudad, presta a comunicar el lugar donde vive el vidente (1Sa 9:18). Repetidamente insiste: «¡Oh, hombres, a vosotros clamo». A los hombres, no a los ángeles, que no lo necesitan; ni a los demonios, que ya no pueden aprovecharse de ello; ni a los brutos animales, que carecen de la capacidad natural para entenderlo. Su designio es enseñar a los hombres discreción y cordura (v. Pro 8:5. Comp. con Pro 1:4); en especial, a los que carecen de sano entendimiento.

2. Las cosas reveladas son dignas de aceptación. Son «excelentes» (v. Pro 8:6. Lit. «príncipes», esto es, «expresiones principescas»); con razón se llaman así, puesto que se refieren a un Dios eterno, a un alma inmortal y a un estado perpetuo para bien o para mal . Son también «rectas» (v. Pro 8:6. Comp. Pro 1:3), verdaderas, sinceras y razonables, sin mezcla de falsedad o torcedura (vv. Pro 8:7-9). No hay en las verdades divinas nada duro, nada que lastime la dignidad ni la libertad del ser humano. Toda palabra de Dios es verdad (Jua 17:17); sí y amén; nunca sí y no (2Co 1:18-20). Si son libro sellado, sólo lo son para quienes voluntariamente lo ignoran.

3. El recto conocimiento de esas cosas ha de ser preferido a todas las riquezas de este mundo (vv. Pro 8:10, Pro 8:11): «Recibid mi instrucción y no la plata, es decir, preferid mi instrucción a cualquier riqueza de este mundo». No sólo es preferible la sabiduría a la plata y al oro, sino también a las piedras preciosas y a cuanto se puede desear. Además de ser de mayor valor, también se ofrece a mejor precio, pues se obtiene gratis.

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