Salmos 148:7 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 148:7 | Comentario Bíblico Online

1. El salmista pasa luego a invitar a las criaturas de este mundo a que alaben a Dios, y comienza por las criaturas irracionales (vv. Sal 148:7-10). Son convocados primero los monstruos marinos, los grandes cetáceos (Gén 1:21) y los abismos, las aguas profundas donde moran (comp. con Sal 104:25, Sal 104:26). También los fenómenos atmosféricos (v. Sal 148:8), en los que resplandece de modo especial el poder de Dios, han de alabarle (v. Sal 18:11-15). Son fenómenos, con frecuencia, aterradores; sin embargo, obedecen al Creador, ejecutan su palabra. Están luego los montes, los árboles y los animales de toda especie (vv. Sal 148:9, Sal 148:10). La sabiduría, el poder y la bondad de Dios se manifiestan espléndidamente en la variedad y hermosura de tantas especies en los reinos vegetal y animal, en las diversas capacidades y curiosos instintos de tales criaturas, en la abundante provisión que Dios les concede y en el uso que de ellas hace, tanto para el equilibrio de la ecología como para el servicio del hombre.

2. Al seguir la secuencia de Gén 1:1-31, el salmista llega ahora (vv. Sal 148:11-13) a las criaturas dotadas de razón, y empieza por los reyes, pues cuanto más alto es el rango, tanto mayor es el deber de unirse al concierto de alabanzas. Nótense los cuatro grupos del versículo Sal 148:12, donde Maclaren ve «la fuerte voz de barítono (o, bajo) del joven, la voz de soprano de la doncella, el trémolo del anciano y la fresca voz de tiple del niño, mezclándose en el cántico». Toda clase de personas han de alabar a Dios, no sólo con la boca, sino también con sus diversos talentos y habilidades, puestos a su servicio y para la extensión de su reino. Quienes están en puestos de mando y honor, han de honrar y alabar a Dios desde el puesto en que el Señor les ha colocado, pero también las llamadas «masas» han de alabarle, pues Cristo no menospreció los hosannas de la multitud. «Su gloria es sobre tierra y cielos» (v. Sal 148:13). Por tanto, por mucho que le alabemos, nunca pasaremos el límite.

3. Finalmente, el salmista exhorta al pueblo de Dios, a sus santos, los hijos de Israel (v. Sal 148:14) a alabar a Jehová. Ellos son el pueblo a Él cercano (Deu 4:7, comp. con Efe 2:17), como lo demostró al acudir a rescatarles de la esclavitud de Egipto, y al hacer de ellos un reino de sacerdotes y una nación santa (Éxo 19:6, comp. con 1Pe 2:9). Esta bendición se extendió después a los gentiles, pues los que estábamos lejos, hemos sido hechos cercanos por la sangre de Cristo (Efe 2:13).

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