Significado de CANAÁN Según La Biblia | Concepto y Definición

CANAÁN Significado Bíblico

¿Qué Es CANAÁN En La Biblia?

Territorio ubicado entre el Mar Mediterráneo y el Río Jordán que se extiende desde el arroyo de Egipto (Zered) hasta la región de los alrededores de Ugarit en Siria o hasta el Éufrates. Esto representa las descripciones halladas en documentos del Cercano Oriente y en el AT. Aparentemente, Canaán tuvo significados diferentes en distintas épocas. Según Núm 13:29 el cananeo es aquel que “habita junto al mar, y a la ribera del Jordán” (comp. Jos 11:3). Israel era consciente de una “tierra prometida” de Canaán más extensa (Gén 15:18; Éxo 23:20; Núm 13:17-21; Deu 1:7; 1Re 4:21), pero la región principal que le correspondía solo se extendía desde “Dan hasta Beerseba” (2Sa 24:2-8; 2Sa 24:15; 2Re 4:25). En ocasiones, Israel incluía tierras al este del Jordán (2Sa 24:5-6). En otros casos, se hacía un contraste entre la tierra de Galaad y la tierra de Canaán (Jos 22:9). Después de la conquista, Israel sabía que quedaba “aún mucha tierra por poseer” (Jos 13:1). Por lo tanto, Canaán se extendía más allá de los límites normales de Israel, aunque no abarcaba la tierra al este del Jordán. En ocasiones, la tierra de los cananeos y de los amorreos era la misma. Cualquiera fuera la forma en que se la denominara, ejercía una influencia extraordinaria como la tierra que constituía un puente entre la Mesopotamia y Egipto, y entre el Mediterráneo y el Mar Rojo.
Historia
La palabra “Canaán” no es un nombre semítico, aunque su aparición alrededor del 2300 a.c. en los textos de Ebla da testimonio de su antigüedad. Debido a la “n” final, se supone que es una forma hurrita. Es muy probable que el nombre haya derivado de una designación mercantil; es indudable que en el texto bíblico al cananeo se lo equiparaba con un “comerciante” o “mercader” (Zac 14:21). Isa 23:8 traduce el término original hebreo como el sustantivo común “mercaderes”, la aristocracia de Tiro en la época del profeta. Una asociación similar se puede encontrar en pasajes como Ose 12:7-8; Eze 17:4; Sof 1:11. Es probable que esta identificación de Canaán se remonte a la época en que se limitaba a la región de Fenicia, la nación relativamente pequeña y estrecha junto a la ribera marítima de Canaán. Fenicia era particularmente famosa por una tintura púrpura especial producida a partir de moluscos triturados. Este producto se enviaba por barco a lo largo de todo el mundo mediterráneo. Tal vez la palabra “Canaán” esté relacionada con la tintura especial para teñir.
Las referencias genealógicas bíblicas no son particularmente útiles para aclarar cuestiones en cuanto a Canaán. Según Gén 9:18 y Gén 10:6, Canaán era hijo de Cam, uno de los tres hijos de Noé. Gén 10:15-20 aclara los alcances de este descendiente de Cam en los hijos de Canaán: Sidón, Het, los jebuseos, los amorreos, los gergeseos, los heveos, los arameos, los sineos, los arvadeos, los zemareos y los hamateos. Todos estos pueblos se caracterizan por hallarse, en líneas generales, dentro de la esfera de influencia egipcia.
Hay testimonios del asentamiento en la tierra de Canaán desde las épocas paleolíticas. Además, por lo menos desde el 3000 a.c. existen huellas de la presencia semítica en la región. Los mejores ejemplos de ciudades con influencia semítica son Jericó, Meguido, Biblos y Ugarit.
El período de la historia cananea sobre el que existen más testimonios es la Edad de Bronce (aprox. 3200–1200 a.c.). El poder de Egipto durante el Reino Antiguo (aprox. 2600–2200 a.c.) se extendía hacia el norte hasta Ugarit. En base a la recuperación de varios sitios entre los que se incluyen Biblos y Ugarit, es evidente que Egipto controlaba la región durante el período de la Dinastía XII (1990–1790 a.c.). Los Textos Execratorios Egipcios, que provienen de este período, detallan los pueblos y los príncipes de la región que le debían lealtad a Egipto. El control egipcio sobre Canaán declinó hasta que se retiró alrededor del 1800. Canaán tuvo que luchar contra otros agresores aparte de Egipto. Los amorreos invadieron la región aprox. en el 2000 a.c. luego de haber emigrado desde el sur del Valle de la Mesopotamia y haber atravesado la Medialuna Fértil. Además, los cananeos fueron acosados por los hicsos, quienes controlaron Egipto desde 1720 hasta 1570. Los hurritas y los heteos también procuraron obtener control sobre Canaán. De todos modos, la mezcla de tantas influencias dio como resultado una cultura bastante unificada.
Cuando los egipcios pudieron expulsar a los hicsos en el siglo XVI, tuvieron posibilidad de extender su poder sobre Canaán. Sin embargo, el poder egipcio volvió a debilitarse. Alrededor del 1400 a.c. , varias naciones pequeñas establecidas en la región luchaban entre sí. Las cartas de Amarna provienen del siglo XIV. Consisten en aprox. 350 cartas escritas en acadio cuneiforme. Representan la correspondencia entre la corte egipcia en Tell el-Amarna y las numerosas ciudades cananeas, incluyendo Jerusalén, Meguido y Siquem. Estas cartas son muestra de la característica inestable de estos principados cananeos tanto en el aspecto social como político.
Antes de la entrada de Israel a Canaán, pareciera que el país se hallaba organizado alrededor de ciudades importantes que daban origen a principados pequeños. Aparentemente no se hacían intentos para organizarse en forma centralizada a fin de defenderse, por lo tanto, esto hizo posible el éxito de los israelitas en el siglo XIV y el triunfo paralelo de los filisteos en el siglo XII. Existe escasa evidencia bíblica en cuanto a una agresión cananea concertada contra los israelitas. Las historias del libro de Josué (Jos 9:1-2; Jos 10:1-5) indican que, en situaciones de emergencia, los reyes de las ciudades estado independientes formaban coaliciones defensivas, pero que ninguno tuvo poder para unir a toda Canaán en contra de Israel. En el libro de los Jueces se describe solamente a Débora (Jue 4:1-24; Jue 5:1-31) como la líder de Israel que peleó contra los cananeos. En lugar de luchar unos contra otros después de la conquista, los cananeos y los israelitas se fueron entremezclando, fenómeno que esencialmente se completó hacia fines del reinado de David. Los hallazgos más significativos han sido las tablillas cuneiformes que se descubrieron en la biblioteca real y/o en el templo de Ugarit. Estas tablillas datan aprox. desde el 1400 a.c. hasta la caída final de Ugarit alrededor del 1200 a.c. Representan la cultura cananea del segundo milenio a.c.
El panteón
En Ugarit se adoraba a un panteón de deidades. Por una parte, a cada deidad se le asignaba una tarea específica, mientras que por otro lado había una flexibilidad considerable en la percepción de la deidad. El papel o los papeles de cualquiera de las deidades podía ser asumido por alguna otra.
El era reconocido como la cabeza principal del panteón. En su condición de rey de los dioses, era tanto el dios creador como el dios de la fertilidad. En la antigüedad se lo había asociado más íntimamente con la fertilidad de lo que se hacía en el siglo XIV, aunque aún se lo describía con la forma de un toro. El dios El vivía a cierta distancia de Ugarit sobre una montaña (Monte Safón) ubicada al norte. Athirat, aparentemente su esposa, estaba unida al dios El. En el AT, Athirat estaba representada por Asera, cuya forma femenina plural era Aserot y la masculina plural Aserim. Athirat era reconocida como madre de las deidades, porque había dado a luz alrededor de 70 dioses y diosas. Por lo tanto, era principalmente una diosa de la fertilidad y se la conocía como “creadora de los dioses”.
Baal era el dios principal del pueblo y significa “amo” o “señor” y se podía referir a cualquiera de los numerosos Baales que tenían autoridad en diversos lugares. No obstante, el Baal ugarítico se refería al más importante. Mientras que el dios El se encontraba a cierta distancia de la gente, era fácil acceder a Baal. Se han recuperado estatuas de este dios que lo representan con un sombrero en forma de cono y con cuernos que simbolizaban la fortaleza y la fertilidad, asociadas con la imagen de un toro. En la mano derecha Baal sostiene un garrote que alude a su fortaleza militar como así también al trueno. En la mano izquierda tiene un relámpago estilizado que representa su papel como dios de la tormenta. A veces se lo retrataba sentado en un trono, que indicaba su autoridad como rey de los dioses.
Baal estaba unido en su tarea a Anat, a quien se describe como su hermana y también su consorte. Era la diosa del amor, la virgen perpetua y la diosa de la guerra, cuyas hazañas en favor de Baal fueron en ocasiones sumamente crueles.
A medida que Baal fue remplazando a El, muchas de las prerrogativas que anteriormente se asociaban con este dios le fueron transferidas a Baal. El texto bíblico proviene del período en que esta batalla simbólica entre las deidades ya se había llevado a cabo. Por lo tanto, al Baal bíblico se lo describe a menudo junto con Asera en lugar de Anat, tal como sucede en Jue 3:7. Dos dioses adicionales desempeñaban roles importantes en la mitología popular. Mot era el dios de la muerte y la esterilidad. (En el idioma hebreo, la palabra para muerte también es mot.) Mot se asociaba con la muerte ya sea haciendo referencia al ciclo estacional de la vegetación, al sentido sabático del séptimo año de reposo agrícola o, en algún sentido, a la muerte de un individuo. Se consideraba que Mot tenía un poder capaz de tornar impotentes los poderes regenerativos de Baal.
A Yam se lo denominaba “Río Príncipe” y “Río Juez”. (En este caso también, la palabra hebrea para mar es yam.) En los textos ugaríticos, Yam era el dios caótico del mar, capaz de convertir el cosmos en un caos. La gente de Ugarit, al igual que otros pueblos de la Mesopotamia (y a diferencia de los egipcios), aparentemente reconocía tanto su dependencia del agua como así también los peligros asociados con ella. En un sentido mitológico, el temor de que el caos venciera al cosmos se representaba en la lucha de Baal con Yam.
Este ejemplo de algunos de los miembros más importantes del panteón indica que el esquema ugarítico y, en consecuencia, el cananeo en general, ofrecían abundantes opciones para la adoración. La modalidad cúltica estaba especialmente ligada a la magia por empatía de la procreación. La unión sexual del dios y de la diosa aseguraba la fertilidad de la humanidad, de los animales y del mundo más amplio de la naturaleza. Un aspecto crucial para esta modalidad de adoración era la posibilidad de que el adorador asistiera en el proceso a través de la magia por empatía. Un sacerdote o un devoto desempeñaban el papel de la diosa en el templo. Estos dos individuos se convertían en ese momento en el dios y la diosa. En la magia por empatía, los seres humanos ordenaban cuándo y cómo actuaban el dios y la diosa. Esta forma de arrogancia humana fue lo subyacente en la historia de la torre de Babel en Gén 11:1-32. Prácticamente, todas las estructuras de adoración antiguas operaban en función de una orientación mágica por empatía ligada a la fertilidad. Los israelitas se enfrentaron con este modelo de pensamiento cuando entraron en Canaán. Se requirieron muchos siglos para que Israel resistiera las prácticas cananeas en el ejercicio diario de la religión popular (observar la tarea realizada por el rey Josías alrededor del 621 a.c. al quitar del templo de Jerusalén los utensilios hechos para Baal y Asera y las casas de culto de prostitución de varones, 2Re 23:1-37). Las enseñanzas de los líderes inspirados y la práctica de la religión en sí, a menudo se encontraban en franca oposición.
Mitología cananea
Las siete tablillas sobre las que se encontró el material mitológico ugarítico se hallan frecuentemente mutiladas, lo que hace difícil una interpretación segura del material.
Aparentemente, la mitología se centraba en tres proezas fundamentales de Baal. Mediante estos acontecimientos se estableció como el dios de poder supremo dentro del panteón, construyó el palacio o el templo que se merecía en virtud de su victoria sobre Yam y, en el tercer escenario, luchó contra Mot, sucumbió ante él pero finalmente escapó de sus garras.
Se dice que El no tenía vergüenza de tenerle miedo a Yam, el dios caótico del mar. En realidad, estaba tan atemorizado que se escondió debajo de su trono, temeroso de enfrentarse con Yam pero convocando a la vez que alguien diera un paso al frente, y se animara a confrontarse con este agente del caos. Finalmente, luego de negociaciones sobre su rol en caso de triunfar contra Yam, Baal tomó coraje y procedió a enfrentarse con dicho dios. Tuvo éxito y dividiéndolo, lo sometió, y de esa manera transformó en útil lo que de otro modo era una fuerza destructiva y caótica. Baal demostró mediante esta acción que él era digno de ser exaltado.
La segunda secuencia mitológica enfatiza que a partir de ese momento, Baal era digno de tener su propio templo o palacio. Dada la visión cíclica de la realidad y el peligro recurrente que constituía Yam, es comprensible que Baal no quisiera tener ventanas en su palacio. Después de todo, la amenaza de una inundación caótica seguramente volvería a presentarse, ya que dicha recurrencia es característica del pensamiento mitológico. Finalmente, a Baal lo convencieron de proceder de otra manera. Anat consiguió permiso de El para edificar el palacio y los maestros artesanos erigieron la estructura. Baal abrió el palacio completo a todo el panteón para realizar una especie de fiesta sagrada. Durante la comida, Baal abrió una de las ventanas y emitió un bramido desde allí, lo que ciertamente se entendió como una indicación del origen del trueno y que le otorgó a Baal su asociación como dios de la tormenta.
Todo iba bien pero Baal tenía un enemigo más con quien enfrentarse, Mot. Según la mitología, los dos se midieron en una batalla. Baal fue derrotado y, por lo tanto, confinado al mundo inferior. La esterilidad reinó sobre la tierra cuando Baal fue separado de Anat. Los vados se secaron y Anat lo buscaba ansiosamente. Un día, mientras no podía encontrar a Baal, se cruzó por casualidad con el dios Mot. Ella llevaba una cuchilla con la que cortó a Mot en varios trozos, luego los tamizó y esparció los restos sobre la tierra, lo que probablemente fuera una alusión a algún tipo de fiesta de granos. De todas maneras, esta acción de Anat permitió que Baal escapara de su confinamiento. Inmediatamente después, ¡retornó la fertilidad! De este modo, se ha recorrido el ciclo completo, ya sea en su relación con el ciclo anual que se experimenta en el mundo de la naturaleza, en el ciclo del año sabático o, quizás, en el ciclo del nacimiento y la muerte de los seres humanos. Es evidente la naturaleza cíclica de la adoración mágica por empatía y altamente sensual. Cuando los israelitas entraron a Canaán, se vieron obligados a contender con esta mitología. Se enfrentaron con una estructura de adoración que según los cananeos había demostrado tener éxito. Aparentemente, los israelitas por su parte ofrecían un Dios desértico y no agrícola ¡que no poseía evidencia de victoria en la agricultura!
Relaciones en el AT
Los israelitas que estaban asentándose en Canaán no eran insensibles a aquello que los rodeaba. En el antiguo Cercano Oriente, la gente daba por sentado que cuando un pueblo emigraba de una región a otra, adoptaba los dioses y la religión del nuevo lugar donde se establecía. Por lo menos incorporaban la nueva religión a su estructura religiosa anterior. Después de todo, estos dioses y diosas habían demostrado su capacidad para suplir las necesidades de los habitantes. En el caso de los israelitas, lo más natural habría sido abrazar el baalismo aunque quizás sin excluir la adoración a Jehová.
Se puede argumentar que en el Reino del Norte en particular se fue estableciendo gradualmente una especie de sincretismo del baalismo y la adoración a Jehová. Durante el período de Josué y los jueces se desencadenó una batalla cultural que estaba más relacionada con el conflicto entre temas de la cultura en el desierto (israelita) y la agraria (canaanita) que entre Jehová y Baal. Tal como se indicó, Débora es la única jueza del libro de Jueces a la que se describe en su lucha directa contra los cananeos. El nombre de otro juez podría ser Jerobaal (Jue 6:32), indicativo de que su padre tenía un altar de Baal (Jue 6:25). Cuando Israel carecía de liderazgo adoraba a Baal-berit (Baal del pacto), haciendo una mezcla del baalismo con el pacto de Jehová (Jue 8:33).
El período monárquico temprano demuestra la misma clase de comportamiento sincretista. Indudablemente, Saúl no luchó para eliminar el baalismo, e inclusive llamó a uno de sus hijos Es-baal (hombre de Baal, 1Cr 8:33). Jonatán tuvo un hijo llamado Merib-baal (1Cr 8:34). De la misma manera, David llamó a su hijo Beeliada (“Baal sabe”, 1Cr 14:7). Salomón fue más sincretista aún. El templo, gloria del reinado de Salomón, fue diseñado y construido por arquitectos cananeos. En una atmósfera de este tipo existían pocas líneas de diferenciación. Los matrimonios políticamente motivados de Salomón introdujeron en Jerusalén a muchos otros dioses y cultos (2Re 11:1-8).
Luego de la muerte de Salomón y la interrupción de la monarquía unida, la crisis de identidad continuó tanto en el norte como en el sur, aunque en esta última región no fue tan intensa como en la primera. Judá era la base de la adoración a Jehová y el sitio del templo de Jerusalén. Además, Judá estaba geográficamente aislado de la región cananea del norte, donde era más común la adoración a Baal.
No obstante, el primer rey que tuvieron en Israel, Jeroboam I (922–901 a.c.), erigió en Dan y en Bet-el santuarios rivales del templo de Jerusalén. La mayoría de los eruditos considera que estos altares con forma de toros tenían relación con el baalismo (recordar que tanto El como Baal se podían representar con la forma de un toro). A pesar de esto, para los escritores bíblicos, la adhesión a los altares de Jeroboam fue una señal de apostasía de los reyes de Israel.
Durante la dinastía Omri, Acab (869–850 a.c.) se casó con Jezabel, una princesa de Tiro, como señal de relación diplomática entre Israel y Tiro. Jezabel introdujo una clara inyección de baalismo en Israel. El profeta Elías apareció en escena en medio de la edificación de un templo a Baal en la ciudad capital de Samaria y la persecución de los profetas de Jehová. En una clásica historia de enfrentamiento cultural, Elías desafió a sus contrincantes a subir al Monte Carmelo (1Re 18:1-46; 1Re 19:1-21). Por un lado, la competencia era un intento para determinar cuál de las deidades podía proveer la lluvia que les salvaría la vida. Pero también, tenía un significado mucho mayor. Dejaría en claro si una persona debía adorar a Jehová o a Baal. No era posible adorar a ambos, ya que Jehová demandaba lealtad exclusiva.
El rey Jehú (842–815 a.c.) llevó a cabo políticamente la lucha que Elías inició con este imperativo de escoger entre Jehová y Baal. Desde el punto de vista religioso, Oseas proclamó el mensaje antibaalista en el Reino del Norte. En el sur, dos reyes encabezaron la lucha antibaalista. A Ezequías (715–687 a.c.) se lo recuerda como un rey reformador (2Cr 29:1-36; 2Cr 30:1-27; 2Cr 31:1-21). Josías (640–609 a.c.) fue el reformador por excelencia.
Judá también tuvo sus voceros proféticos contra el baalismo. Isaías habló del tema alrededor del 740–700 a.c. Desde el 615 a.c. en adelante, Jeremías expuso la mayor denuncia del baalismo.
Los cananeos baalistas influyeron sobre Israel de varias maneras: la construcción del templo, los rituales de los sacrificios, los lugares altos, el rechazo de todo motivo sexual como instrumento de adoración (Deu 23:17-18) y una reducción de lo puramente mítico, con un énfasis concomitante en el aspecto histórico (como es el caso de la división del mar que llevó a cabo Jehová [Yam Suf]) en lugar de una lucha con el Yam mitológico (Éxo 14:1-31; Éxo 15:1-27). Para el intérprete bíblico es muy fácil concentrarse en los numerosos aspectos a través de los cuales Israel descubrió que la religión cananea era ofensiva. En algunos casos, como por ej. el uso del sexo en la adoración, es probable que el nivel de antipatía del que da testimonio el AT no siempre haya caracterizado la práctica de Israel, tal como demuestran los juicios proféticos de Oseas. La destacada hostilidad (Deu 20:16-18) que clamaba por la destrucción total de los cananeos provenía de líderes religiosos inspirados que no representaban a la mayoría de la población de Israel. Un sacerdote podía pedirle a un profeta que se retirara del lugar de adoración del rey (Amó 7:12-13). El profeta podía ordenar al pueblo que no fuera a los lugares de adoración tradicionales (Amó 5:5).
En resumen, al entrar en Canaán los israelitas no se establecieron en un vacío cultural. Se encontraron con un pueblo que poseía una historia memorable y una religión floreciente. Desde el punto de vista histórico, ese encuentro podría haber conducido potencialmente a la eliminación del culto a Jehová. No fue así. Más bien, un largo proceso histórico condujo a la eliminación definitiva del baalismo y de los otros elementos de la religión cananea. La lucha israelita contra dicha religión proporcionó renovada y profunda fe en Israel. El registro bíblico afirma que Jehová, el Señor de la historia, ha utilizado la realidad del enfrentamiento histórico como un medio para conducir la religión bíblica a su pleno desarrollo, tal como está revelado en el canon completo de las Escrituras. Ver Amorreos; Asera; Baal; Dioses paganos; El; Elías; Fenicia; Israel; Ugarit.

Frank e. Eakin (h)

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí