Significado de ORACIÓN Según La Biblia | Concepto y Definición

ORACIÓN Significado Bíblico

¿Qué Es ORACIÓN En La Biblia?

Diálogo entre Dios y Su pueblo, en especial con los miembros de Su pacto.
Antiguo Testamento
Israel es una nación que nació de la oración. Abraham escuchó el llamado de Dios (Gén 12:1-3), y Dios escuchó el clamor del pueblo hebreo (Éxo 3:7). Moisés conversó con Dios (Éxo 3:1-22; Éxo 4:1-17) e intercedió por Israel (Éxo 32:11-13; Núm 11:11-15). A través de la oración, Josué discernió el pecado en la comunidad de la conquista (Jos 7:6-9), pero fue engañado cuando no descifró la opinión de Dios a través de la oración (Jos 9:1-27). Dios también les habló a los jueces para que liberaran a Su pueblo cuando este clamó a Él pidiendo la liberación. La perspicacia espiritual de David se ve en sus oraciones de confesión (2Sa 12:13; Sal 51:1-19). Salomón cumplió las promesas hechas a David luego de orar pidiendo sabiduría (1Re 3:5-9), y dedicó el templo en oración (1Re 8:1-66). Dios obró milagros a través de la oración de Elías y de Eliseo (1Re 17:19-22; 1Re 18:20-40). Los profetas que dejaron testimonio escrito señalaron que la oración genuina debe ir acompañada de responsabilidad moral y social (Ose 7:14; Amó 4:4-5). El llamado de Isaías reflejó la intensa limpieza y el compromiso que implicaba la oración (Isa 6:1-13). El diálogo y la intercesión de Jeremías con frecuencia expresaba reserva y frustración (Jer 1:1-19; Jer 20:7-18), e instruye en cuanto a la sinceridad en la oración. El libro de los Salmos enseña que la variedad y la sinceridad en la oración son lícitas. Los Salmos proclaman alabanza, piden perdón, procuran comunión (63), protección (57), vindicación (107) y sanidad (6). El Sal 86:1-17 proporciona un excelente modelo para la oración. El modelo de oración diaria se convierte en crucial para los exiliados sin acceso al templo (Dan 6:10).
Nuevo Testamento
El ejemplo y la enseñanza de Jesús inspiran a la oración. Marcos enfatizó que Jesús oraba en los momentos cruciales, incluyendo la elección de los discípulos (Mar 3:13), Su misión (Mar 6:30-32), y la transfiguración (Mar 9:2). Jesús tenía una constante e intensa vida de oración (Mat 6:5; Mat 14:23; Mar 1:35). Lucas declaró que Jesús era guiado por el Espíritu Santo (Luc 3:22; Luc 4:1; Luc 4:14; Luc 4:18; Luc 10:21; Hch 10:38). Juan informó que, a veces, Jesús oraba en voz alta para beneficio de los presentes (Jua 11:41-42). También registró la oración de intercesión que hizo Jesús por los primeros discípulos y los futuros creyentes (Jua 17:1-26). Ambas oraciones muestran la unidad de Jesús con el Padre y el deseo de darle gloria (Jua 11:4; Jua 17:1).
El Padrenuestro (Mat 6:9-13; Luc 11:2-4) lo enseñó Jesús a los discípulos para que entendieran que el reino está presente pero que aún tiene que venir en toda su plenitud. Es significativo que los discípulos le hayan pedido a Jesús que les enseñara a orar luego de haber observado que Él lo hacía (Luc 11:1). Esta oración también proporciona un contraste con las oraciones hipócritas (Mat 6:5). Aunque se permite repetir esta oración, sería bueno recordar que Jesús hizo énfasis en la manera de orar y no en qué decir al hacerlo. Ver Padrenuestro.
Jesús también corrigió abusos y malentendidos con respecto a la oración. En primer lugar, esta no se debe expresar para impresionar a los demás. Más bien, los discípulos debían buscar un cuarto o un cobertizo para orar en privado. Jesús no rechazó la oración en grupo, pero Su advertencia se puede aplicar al creyente que ora para impresionar a una congregación (Mat 6:5-6). En segundo lugar, Jesús también prohibió los largos y rebuscados intentos de manipular a Dios. Mientras que Él oró durante largos períodos (Luc 6:12; Mar 1:35) y repitió Sus palabras (Mar 14:36-42), invitó a las personas a que confiaran en el Padre y no en la elocuencia o fervor que ellas poseían.
La enseñanza de Jesús sobre la persistencia en la oración está ligada a la llegada del reino (Luc 11:5-28; Luc 18:1-8). Dios no es reacio, aunque a veces los cristianos tengan que esperar las respuestas (Luc 11:13; Luc 18:6-8). Las paradojas de la oración son evidentes: Dios conoce nuestras necesidades, sin embargo, debemos pedir; Dios está listo para responder, no obstante, debemos persistir con paciencia. Los pedidos de los hijos del reino serán oídos (Mat 6:8; Mat 7:7-11; Mat 21:22; Jua 14:13; Jua 15:7; Jua 15:16; Jua 16:23; comp. 1Jn 3:22; 1Jn 5:14; Stg 1:5), en particular los de los creyentes que se reúnen en el nombre de Jesús (Mat 18:19).
En el pensamiento hebreo, el nombre estaba misteriosamente ligado al carácter y a las prerrogativas de la persona. Por lo tanto, la oración en el nombre de Jesús es aquella que busca Su voluntad y se somete a Su autoridad (Jua 14:13; 1Jn 5:14).
La iglesia recordó la enseñanza de Jesús con respecto al Espíritu, a la oración y a la misión del reino. Los discípulos oraron esperando el derramamiento del Espíritu Santo (Hch 1:14). La iglesia primitiva se caracteriza por la oración (Hch 2:42). Oró con respecto a la selección de los líderes (Hch 1:24; Hch 6:6; Hch 13:3); durante la persecución (Hch 4:24-30; Hch 12:5; Hch 12:12), y al prepararse para sanar (Hch 9:40; Hch 28:8). Invocar el nombre de Dios, es decir orar, es el primer acto y la verdadera marca de un creyente (Hch 2:21; Hch 9:14; Hch 9:21; Hch 22:16).
El ministerio de Pablo reflejó su constante oración de intercesión y acción de gracias (1Ti 2:1; Efe 1:16; Efe 5:4; Hch 9:11). El Señor le habló a Pablo en oración (Hch 22:17). Esta es crucial para continuar en la vida cristiana (Rom 12:12). El Espíritu que habita en el creyente lo capacita para llamar a Dios “Abba” (Rom 8:15); es decir, la obra del Espíritu en el creyente lo impulsa a dirigirse a Dios con la confianza de un niño (Rom 8:14). El Espíritu debe interceder porque nuestras oraciones son débiles; sin el Espíritu, los cristianos oran sin discernimiento. Él eleva nuestras peticiones con ruegos que trascienden las palabras (Rom 8:26-27; Gál 4:6).
Oraciones respondidas–Peticiones sin responder
No todas las peticiones son concedidas. La exigencia de Job de respuestas de parte de Dios se vio eclipsada por el imponente privilegio de encontrarse con Él (Job 38:1-41; Job 39:1-30; Job 40:1-24; Job 41:1-34). Los creyentes modernos también deben valorar más la comunión con su Padre que las peticiones.
Jesús, con el alma angustiada hasta la muerte, oró tres veces para que la copa del sufrimiento pasara de Él, pero de todas formas se sometió a la voluntad de Dios (Mat 26:38-39; Mat 26:42; Mat 26:45). Tanto el denuedo de la petición para modificar la voluntad de Dios como la sumisión ante este difícil camino de sufrimiento son significativos.
Pablo pidió tres veces que le fuera quitado el “aguijón en la carne”. La respuesta de Dios lo llevó a encontrar consuelo en la gracia suficiente de Dios. Además, Dios declaró que Su poder se revelaba mejor en la debilidad de Pablo (2Co 12:8-9). Dios le dio este problema para poner un obstáculo a su orgullo. Irónicamente, Pablo proclamaba que Dios le había dado ese problema y, sin embargo, lo consideraba un mensajero de Satanás. Aprendió que, a veces, las peticiones se nos niegan en vista de un bien futuro mayor. El poder de Dios se mostró en la humildad de Pablo.
La fe es una condición para recibir respuestas a las peticiones (Mar 11:24). En lo que respecta a la fe, se deben evitar dos extremos.
(1) Teniendo en mente el ejemplo de Jesús, no debemos pensar que la fe siempre hará que se nos concedan nuestros deseos.
(2) No debemos cumplir con las formalidades de la oración sin fe. Los creyentes no reciben lo que piden en oración porque piden con motivos egoístas (Stg 4:2-3). Las oraciones también se ven obstaculizadas por un carácter corrupto (Stg 4:7) o por relaciones dañadas (Mat 5:23-24; 1Pe 3:7).
Reflexiones teológicas
Lo esencial en la oración es el diálogo. La oración produce una transformación en lo que sucede (Stg 4:2). Nuestra comprensión de la oración se corresponderá con el conocimiento que tengamos de Dios. Cuando vemos a Dios con deseos de bendecir (Stg 1:5) y con la soberana libertad de responderles a las personas (Jon 3:9), entonces la oración se considera como un diálogo con Él. Dios responderá cuando procuremos establecer fielmente este diálogo. La oración nos conducirá a una mayor comunión con Dios y un mayor conocimiento de Su voluntad.

Randy Hatchett