Significado de PENTATEUCO Según La Biblia | Concepto y Definición

PENTATEUCO Significado Bíblico

¿Qué Es PENTATEUCO En La Biblia?

La expresión deriva de dos palabras griegas: penta, “cinco”, y teuchos, “recipiente, contenedor”, y se refiere a los cinco primeros libros del AT. Esta designación data de la época de Tertuliano (aprox. 200 d.C.), pero los cánones judíos llaman al conjunto de estos libros la Torá, que significa “enseñanza, instrucción”. En las Biblias en español, a estos cinco primeros libros se los llama comúnmente los “libros de la Ley”. Esta designación induce al error porque representa mal el contenido del Pentateuco. Hay grandes porciones que no son ley en absoluto; en realidad, son narraciones inspiradoras (prácticamente todo el Génesis; Éxo 1:1-22Éxo 11:1-10; Éxo 14:1-31Éxo 20:1-26; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35; Lev 8:1-36; Lev 9:1-24; Lev 10:1-20; Núm 9:1-23Núm 14:1-45; Núm 16:1-50; Núm 17:1-13; Núm 20:1-29Núm 27:1-23; Núm 31:1-54; Núm 32:1-42; Núm 36:1-13). Aunque Deuteronomium significa “segunda ley”, el libro se presenta como una predicación, los últimos discursos pastorales de Moisés.
Estructura y contenido del Pentateuco
El Pentateuco es una continua narración. Por ejemplo, los últimos versículos de Éxodo hablan del tabernáculo y de cómo la presencia de Jehová estaba en él. Cuando entramos al primer versículo de Levítico, nos encontramos con que sigue fluidamente con este tema, cuando Jehová llama a Moisés y le habla desde el tabernáculo de reunión. Debido a las limitaciones de los rollos, es probable que desde el principio fuera necesario dividir la narrativa en cinco segmentos más fáciles de manejar en rollos de cuero o pergamino. Esta división data, por lo menos, del siglo II a.C. en la LXX. La división crea la lamentable e incorrecta impresión de que son diferentes composiciones que se deben interpretar por separado. La historia que comienza en Gén 1:1 llega a su momento cumbre con el pacto en el Sinaí, y concluye con la exposición teológica de Moisés acerca del pacto en Deuteronomio.
En el texto hebreo, los nombres derivan principalmente de las palabras de apertura de cada rollo. Génesis se llama bere’shith, “En [el] comienzo”; Éxodo, we’elleh shemoth, “Estos son los nombres”; Levítico, wayyiqra, “Y Él llamó”; Números, bemidbar, “En el desierto” [la quinta palabra]; y Deuteronomio, elleh haddebarim, “Estas son las palabras”. Los nombres de los libros en las Biblias en español llegaron a través de la Vulgata (versión en latín) que siguió a la LXX en griego, y describen los contenidos: Génesis, “generación, origen”; Éxodo, “salida”; Levítico refleja el sistema levítico de culto; Números se refiere a la numeración de las tribus, y Deuteronomio significa “segunda ley” (comp. Deu 17:18). Siguiendo a Martín Lutero, los alemanes y los escandinavos los llaman 1 Moisés, 2 Moisés, 3 Moisés, 4 Moisés y 5 Moisés, lo cual refleja la autoridad mosaica de cada libro.
No sabemos cuándo se originaron las divisiones, pero las segmentaciones son lógicas y sustanciales. La división entre Génesis y Éxodo ocurre cuando termina la historia de la familia de los patriarcas. La división entre Éxodo y Levítico se produce cuando termina la narrativa que describe la construcción del tabernáculo. (Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-18). El libro de Números comienza con el registro de las fuerzas militares de Israel (Núm 1:1-54; Núm 2:1-34), y Levítico (Lev 3:1-17; Lev 4:1-35) mientras Israel se prepara para partir del Sinaí. Deuteronomio es una unidad literaria más independiente que consta de los discursos finales de Moisés previos a su muerte. Sin embargo, se puede argumentar que Deu 32:48-52; Deu 33:1-29; Deu 34:1-12 representa una conclusión narrativa natural de Números e indica que los discursos de Moisés (Deu 1:1-46Deu 32:1-47) son una serie de inserciones sermonarias.
En cualquiera de los casos, la división del Pentateuco es artificial. Teniendo en cuenta el estilo y el contenido, se divide naturalmente en bloques literarios más breves: Gén 1:1-31Gén 11:26 es la historia primigenia desde la creación hasta Abraham; Gén 11:27-32Gén 50:1-26 son las narraciones patriarcales; Éxo 1:1-22Éxo 18:1-27 es el éxodo de Israel desde Egipto; Éxo 20:1Núm 10:10, Israel en Sinaí; Núm 10:11-36Núm 21:1-35, corresponde a Israel en el desierto, y Núm 22:1Deu 34:12 a Israel en las planicies de Moab. Cada una de estas secciones consta de subdivisiones literarias fácilmente identificables.
Cabe la posibilidad de que antes de que apareciera la forma actual, los materiales se presentaran en una serie de rollos más pequeños. Génesis, por ejemplo, se encuentra marcado por la fórmula “Estas son las generaciones de…” (o expresiones similares), que se presenta once veces y divide al libro formalmente en doce secciones (Gén 2:4; Gén 5:1; Gén 6:9; Gén 10:1; Gén 11:10; Gén 11:27; Gén 25:12; Gén 25:19; Gén 36:1; Gén 36:9; Gén 37:2). El ciclo de José (Gén 37:1-36; Gén 39:1-23; Gén 40:1-23; Gén 41:1-57; Gén 42:1-38; Gén 43:1-34; Gén 44:1-34; Gén 45:1-28; Gén 46:1-34; Gén 47:1-31; Gén 48:1-22; Gén 50:1-26) tiene su propio estilo literario y es probable que se haya preservado por separado, como tal vez sucedió con la narrativa del éxodo de Israel desde Egipto (Éxo 1:1-22; Éxo 2:1-25; Éxo 3:1-22; Éxo 4:1-31; Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-51; Éxo 13:1-22; Éxo 14:1-31; Éxo 15:1-27; Éxo 16:1-36; Éxo 17:1-16; Éxo 18:1-27). Sabemos que el Decálogo (Éxo 20:2-17) se preservó desde el comienzo como un documento separado en tablas “escritas por el dedo de Dios” (Éxo 24:12; Éxo 31:18; comp. Éxo 32:15-16; Éxo 34:1; Éxo 34:28; Deu 4:13; Deu 5:22; Deu 10:2-4). Éxo 24:7 menciona “el libro del pacto” (heb. seper berith) preservado en Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-3 (o tal vez comience en Éxo 20:22). Parece probable que lo que Yahvéh dijo en el Monte Sinaí (es decir, las instrucciones para construir el tabernáculo y las vestimentas de los sacerdotes [Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-17]; las instrucciones para los sacrificios [Lev 1:1-17; Lev 2:1-16; Lev 3:1-17; Lev 4:1-35; Lev 5:1-19; Lev 6:1-30; Lev 7:1-38]; el llamado “código de santidad” [Lev 17:1-16; Lev 18:1-30; Lev 19:1-37; Lev 20:1-27; Lev 21:1-24; Lev 22:1-33; Lev 23:1-44; Lev 24:1-23; Lev 25:1-55; Lev 26:1-46; Lev 27:1-34]; etc.) se haya escrito de inmediato, tal vez en rollos separados y que, cuando Israel partió de Sinaí, llevó los documentos consigo. El tinte arcaico en la poesía de las narraciones del Pentateuco (la bendición de Jacob, Gén 49:1-33; el cántico del mar, Éxo 15:2-18; los oráculos de Balaam en Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25; la canción de Yahvéh, Deu 32:1-43 [que tenía la intención de ser el “himno nacional” de Israel”]; la bendición de Moisés a las tribus, Deu 33:2-29), sugiere que fueron preservadas en forma escrita desde el comienzo. Según Núm 21:14, Israel poseía un “Libro de las guerras de Yahvéh” que aparentemente contenía registros y poemas que conmemoraban Sus triunfos sobre los enemigos de Israel (comp. Éxo 17:14). Núm 33:1-3 indica que Israel llevaba un diario de sus experiencias mientras deambulaba de un lugar a otro (los lugares donde se detenían se enumeran en Núm 33:5-49. Deuteronomio incluye numerosas referencias a “la Torá” que Moisés predicaba como un texto escrito (ver Deu 17:18; Deu 27:3; Deu 28:58; Deu 29:21; Deu 30:10). Por cierto, Deu 31:9 sugiere que Moisés escribió sus discursos finales solo. Es probable que las genealogías y otros materiales estadísticos deriven de documentos escritos por separado. Sea cual fuere la forma en que haya sido compuesto el Pentateuco, estos documentos representan el verdadero origen.
Argumento del Pentateuco
El suceso fundamental del Pentateuco es la revelación que Dios hace de sí mismo en Sinaí. Todo lo anterior es prólogo, y todo lo que sigue es epílogo. Esto es evidente a juzgar por la redundante mención del lugar en Deu 19:1-3 y también por la anticipación explícita en Éxo 3:12, donde Yahvéh le dijo a Moisés que el servicio que Israel le daría a Dios en el Monte Sinaí demostraría que Él había enviado a Moisés. Esto se confirma mediante las exigencias de Moisés a Faraón para que dejara ir a Israel a servir a Yahvéh en el desierto (Éxo 4:23; Éxo 5:1; Éxo 5:3; Éxo 6:11; Éxo 7:16; Éxo 8:1; Éxo 8:25-28; Éxo 9:13; Éxo 10:3; Éxo 10:7; Éxo 10:9; Éxo 10:24-26). Las narraciones patriarcales también anhelan el Sinaí. En Gén 12:2 Dios le promete a Abraham que será una bendición a todas las naciones. Más tarde, vemos que esto implica ser receptor de la revelación divina (comp. Deu 4:5-8), un reino de sacerdotes, una nación santa, un tesoro especial “sobre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra” (Éxo 19:5-6). La narración invita al lector a anticipar el éxodo al Sinaí con la identificación que Yahvéh hace de sí mismo en Gén 15:7 : “Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos”, que hace eco de una frase que posteriormente aparece docenas de veces: “Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto” (comp. Lev 11:45); con la cita de la predicción de la esclavitud de Israel, su liberación y su salida con riqueza (Lev 15:13-14), riqueza necesaria para construir el tabernáculo; con la cita de la promesa de Yahvéh de dar la tierra de Canaán a los descendientes de Abraham (Gén 15:18-21), que se convierte en la razón expresa para el éxodo (Éxo 3:7-8; Éxo 6:6-8); y con la cita del anuncio de Dios (de El Shadai) de que sería Dios para Abraham y para su descendencia después de él (Gén 17:7), con quien establecería Su pacto. En Sinaí, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob se convirtió formalmente en el Dios de Israel, vinculando consigo a los descendientes de Abraham mediante la confirmación del pacto eterno (Éxo 31:16-17; Lev 24:8; comp. Jue 2:1). Finalmente, el Sinaí se anticipa en Gén 26:5 donde Yahvéh reconoce que “oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes”. Las expresiones se hacen eco de la revelación del Sinaí; aparentemente, Abraham cumplió los requisitos del pacto del Sinaí sin el beneficio de la revelación sinaítica.
Las narraciones del viaje de Israel desde Sinaí hasta las planicies de Moab se relatan con el telón de fondo del pacto de Yahvéh con Israel y la promesa de Israel de hacer “todo lo que Yahvéh les había dicho”. Núm 28:6 se refiere explícitamente a la revelación de Sinaí, pero Deuteronomio, casi en su totalidad, representa la exposición de Moisés del pacto sinaítico. Sin embargo, el personaje principal no es humano; este es un registro de la relación de Dios con aquellos que creó a Su propia imagen, a quienes eligió, redimió y les encomendó que fueran Sus agentes sobre la tierra.
Los temas del Pentateuco
Los temas teológicos en el Pentateuco son prácticamente innumerables. Representan el esqueleto teológico de las narraciones: Dios como creador (Gén 1:1-31; Gén 2:1-25); Dios como juez de la humanidad pecadora, pero que salva a Noé (Gén 3:1-24Gén 11:26); Dios como aquel que eligió a Sus agentes para que bendigan al mundo, y que entró en una relación de pacto con ellos y prometió a sus descendientes darles como posesión eterna la tierra de Canaán (Gén 11:27-32Gén 50:1-26); Dios como aquel que redime a Su pueblo de la esclavitud (Éxo 1:1-22Éxo 15:21); Dios como el que acompañó a Su pueblo durante los viajes por el desierto, proveyendo para sus necesidades físicas y castigando su falta de fidelidad (Éxo 15:22-27; Éxo 16:1-36; Éxo 17:1-7; Éxo 18:1-27; Núm 10:11-36; Núm 11:1-35; Núm 12:1-16; Núm 13:1-33; Núm 14:1-45; Núm 15:1-41; Núm 16:1-50; Núm 17:1-13; Núm 18:1-32; Núm 19:1-22; Núm 20:1-29); Dios como el que entró en una relación de pacto y reveló Su voluntad a Israel en Sinaí (Éxo 19:1Núm 10:10); Dios como aquel que lucha por Israel en contra de sus enemigos (Éxo 17:8-16; Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25; Núm 25:1-18); Dios como aquel que le dará a Israel su tierra y promete estar con Su pueblo luego de la muerte de Moisés (Núm 26:1Deu 34:12).
Formas y géneros literarios del Pentateuco
Aunque comúnmente al Pentateuco se lo llama “la Ley”, el material legislativo formal es limitado. Por cierto, esta designación puede inducir a error, incluso como sugiere una lectura superficial del Sal 1:1-6. Si el Pentateuco fuera principalmente “ley”, no podría ser el deleite del salmista ni mucho menos, ni una fuente de luz y de vida (Sal 1:2-3). Lo que predomina en el Pentateuco es el “evangelio”, las buenas nuevas de la gracia de Dios demostrada a través de la elección, la salvación y el cuidado providencial de Su pueblo. Los que tienen dudas, solo necesitan leer Éxo 34:6-7, donde Yahvéh define Su gloria con términos inmanentes y atractivos: “¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”.
El Pentateuco está dominado por narrativas que desarrollan este tema. En Gén 1:1-31; Gén 2:1-25; Gén 3:1-24; Gén 4:1-26, Dios en Su gracia libró a una raza que se separó de Él por el pecado y prometió resolver el problema desde la raíz; en Gén 6:1-22; Gén 7:1-24; Gén 8:1-22; Gén 9:1-29 Dios en Su gracia rescató (Gén 6:8; Gén 8:1) a Noé y a su familia de la furia de Su ira; en Gén 11:26-32Gén 50:1-26 Dios en Su gracia llamó a Abraham y preservó a su familia para que fuera el canal de bendición para un mundo bajo la maldición del pecado y de la muerte; en Éxo 1:1-22Éxo 18:1-27 Dios en Su gracia redimió a Su pueblo de la esclavitud; en Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33; Éxo 24:1-18 Dios en Su gracia entró en una relación de pacto con Israel; en Éxo 25:1-40Éxo 40:1-38 Dios en Su gracia proveyó una manera de morar en medio de Su pueblo; en Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33, en la mayor parte de Levítico y en grandes porciones de Números, Dios en Su gracia reveló Su voluntad a Israel (comp. Deu 4:6-8); mientras Israel vagaba por el desierto, Dios en Su gracia cuidó a Su pueblo, lo alimentó y lo defendió de sus enemigos, y le aseguró que entraría a la Tierra Prometida; en Deuteronomio Dios en Su gracia le proveyó a Israel de Moisés para que este le explicara al pueblo la voluntad divina. La mayor parte del material normativo de Éxodo y Levítico son discursos divinos enmarcados en comentarios narrativos: “Entonces Dios/Yahvéh dijo/habló”. Incluso Deuteronomio es un texto narrativo con alocuciones y poemas de Moisés insertados. El género dominante del Pentateuco es la narrativa, no la “ley”.
La “ley” está presente si mediante este término entendemos los mandamientos que prescriben el comportamiento humano. El Pentateuco contiene cientos de prescripciones de esta clase (los rabinos judíos contaron 613), a las cuales se ha hecho referencia como torá (“enseñanza”), miswith (“mandamientos”), huqqoth (“estatutos, ordenanzas, decretos”), mispatim (“juicios, regulaciones, leyes”), edot (“estipulaciones del pacto”), que se pueden caracterizar como reglas constitucionales. En cuanto a la forma, las reglamentaciones tienden a ser de dos clases. Los mandamientos “apodícticos”, emitidos en segunda persona (“harás” o “no harás”), por lo general no tienen requisito, condición ni motivación (la mayor parte del Decálogo). Las reglas “casuísticas” se expresan en tercera persona, comenzando con una cláusula condicional (“Si una persona”) y concluyendo con una declaración de las consecuencias (“Si A, entonces B”). Los cristianos tienden a dividir las leyes en morales, civiles y ceremoniales, pero el Pentateuco no presenta tal distinción. Por el contrario, textos como Lev 19:1-37, que mezclan los tres tipos, suponen que toda la vida es sagrada y que está mal “compartimentar” la conducta.
Aunque hay material normativo en todas partes, por una cuestión de conveniencia nos referimos específicamente a seis secciones preceptivas: el Decálogo (Éxo 20:1-17; Deu 5:6-21); el “libro del pacto” (Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33); las prescripciones del tabernáculo (Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18); el “manual de la adoración ritual” (Lev 1:1-17; Lev 2:1-16; Lev 3:1-17; Lev 4:1-35; Lev 5:1-19; Lev 6:1-30; Lev 7:1-38); el llamado “código de santidad” (Lev 17:1-16; Lev 18:1-30; Lev 19:1-37; Lev 20:1-27; Lev 21:1-24; Lev 22:1-33; Lev 23:1-44; Lev 24:1-23; Lev 25:1-55); y el denominado “código deuteronómico” (Deu 12:1-32; Deu 13:1-18; Deu 14:1-29; Deu 15:1-23; Deu 16:1-22; Deu 17:1-20; Deu 18:1-22; Deu 19:1-21; Deu 20:1-20; Deu 21:1-23; Deu 22:1-30; Deu 23:1-25; Deu 24:1-22; Deu 25:1-19; Deu 26:1-19). Levítico y Números contienen mucho material normativo adicional, pero las mencionadas más arriba se reconocen como unidades independientes.
El Decálogo (Éxo 20:1-17; Deu 5:6-21)
El Decálogo compendia los principios de la relación de pacto con declaraciones fáciles de memorizar (una por cada dedo). A las claras este es el documento fundamental del pacto porque Yahvéh mismo proporcionó la primera copia (Éxo 24:12; Éxo 34:1-24; Deu 4:13; Deu 5:22; Deu 10:1-5) y por el uso que le da Moisés en Deuteronomio. El Decálogo es más un documento de adoración que un código legal, como lo confirma la oración fundamental de apertura: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”. La obediencia a estos diez principios representa la respuesta de adoración ante la salvación recibida como un regalo de Yahvéh (comp. Lev 19:6). El preámbulo proporciona trasfondo y motivación para la adoración. Sin él, el llamado a la obediencia es una exigencia legalista.
El “libro del pacto” (Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33; algunos añaden Éxo 20:22-26)
El nombre deriva de Éxo 24:7 en base al cual Moisés leyó el seper habberith (“documento del pacto”) a oídos de todo el pueblo reunido antes de la ratificación ritual. El libro del pacto se subdivide en seis partes ordenadas de manera quiástica:
(a) Introducción (Éxo 20:22) Ubica la respuesta de Israel al pacto en el contexto presente de la revelación divina
(b) Principios de adoración (Éxo 20:23-26) Resaltan la expresión de devoción a Yahvéh del culto de Israel
(c) Leyes casuísticas (Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-20) Resaltan la expresión ética de devoción a Yahvéh por parte de Israel
(c’) Leyes apodícticas (Éxo 22:21-31; Éxo 23:1-9) Resaltan la expresión ética de devoción a Yahvéh por parte de Israel
(b’) Principios de adoración (Éxo 23:10-19) Resaltan la expresión de devoción a Yahvéh del culto de Israel
(a’) Conclusión (Éxo 23:20-33) Ubica la respuesta de Israel al pacto en el contexto futuro de la acción divina
Las prescripciones para la adoración de Israel son el marco para las disposiciones que rigen la vida diaria. El propósito de la adoración es inspirar la devoción a Yahvéh y crear una comunidad ética de fe.

Las prescripciones del tabernáculo (Éxo 25:1-40Éxo 31:1-18)

Siguiendo el modelo de los siete días de la creación, hay siete discursos divinos que llegan al clímax en la provisión del día de reposo como señal del carácter eterno del pacto de Dios con Israel. A pesar de que las instrucciones tienen repercusiones a largo plazo, en su mayor parte tienen que ver con un suceso: la construcción del tabernáculo como residencia sagrada para Yahvéh. A través del tabernáculo, Dios misericordiosamente proveyó un medio de constante comunión con Su pueblo. Esta comunión se vio severamente amenazada por la apostasía de adorar el becerro de oro, pero Yahvéh en Su gracia renovó el pacto (Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35). Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38 es una descripción narrativa de la construcción del tabernáculo de acuerdo a las especificaciones de Dios, y llega a su punto cumbre en la confirmación visible expresada en el traslado de Su gloria radiante al interior de la estructura.
El “manual de la adoración ritual” (Lev 1:1-17Lev 7:1-38)
Este material prescribe prácticas permanentes “por todas vuestras generaciones” (Lev 3:17 LBLA), y se encuentra en forma imperativa como legislación. Sin embargo, no solo está motivado por el deseo divino de obediencia sino además por el bienestar del ser humano, para que los israelitas sean perdonados (Lev 4:35) y puedan disfrutar de comunión con Dios.
El “código de santidad” (Lev 17:1-16Lev 25:1-55; algunos añaden Lev 26:1-46; Lev 27:1-34)
El nombre de esta sección deriva de la declaración “Seréis santos porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo” (Lev 19:2; Lev 20:26), y del énfasis general. El Señor se identificó como el santo (Lev 19:2; Lev 20:26; Lev 21:8); el que hace santo a Israel (Lev 20:8; Lev 21:8; Lev 21:15; Lev 21:23; Lev 22:9; Lev 22:16; Lev 22:32) y lo separa de otros pueblos (Lev 20:24; Lev 20:26); el que desafía a los israelitas para que se santifiquen (Lev 20:7) y sean santos (Lev 19:2; Lev 20:7; Lev 20:26; Lev 21:6; comp. vv. Lev 21:7-8). Se dice que muchos artículos y personas son santos: el nombre del Señor (Lev 20:3; Lev 22:3; Lev 22:32), la comida para los sacrificios (Lev 19:8), la comida común (Lev 19:24), el pan sagrado (Lev 21:22; Lev 24:9), la comida dedicada al Señor (Lev 22:1-6; Lev 22:10-16); las asambleas (Lev 23:2-8; Lev 23:21-27; Lev 23:35-37); un lugar (el tabernáculo, Lev 24:9), y un momento (el año de jubileo, Lev 25:12).
Bosquejo: Instrucciones para una vida santa (El “código de santidad”) (Lev 17:1 Lev 25:55)
1. La santidad de la vida (Lev 17:1-16; Lev 18:1-30)
2. La santidad de la comunidad (Lev 19:1-37; Lev 20:1-27)
3. La santidad de la adoración (Lev 21:1-24; Lev 22:1-33; Lev 23:1-44; Lev 24:1-23)
a. La santidad del sacerdocio (Lev 21:1-24)
b. La santidad de los dones de Dios (Lev 22:1-33)
c. La santidad de los días sagrados (Lev 23:1-44)
d. La santidad del tabernáculo (Lev 24:1-9)
e. La santidad del nombre divino (Lev 24:10-23)
4. La santidad de la tierra (25:1-55)
El “código deuteronómico” (Deu 12:1-32Deu 26:1-19)
Esta sección comienza con el anuncio: “Estos son los estatutos y decretos que cuidaréis de poner por obra en la tierra que Jehová el Dios de tus padres te ha dado para que tomes posesión de ella, todos los días que vosotros viviereis sobre la tierra” (Deu 12:1). Sin embargo, Deu 12:1-32; Deu 13:1-18; Deu 14:1-29; Deu 15:1-23; Deu 16:1-22; Deu 17:1-20; Deu 18:1-22; Deu 19:1-21; Deu 20:1-20; Deu 21:1-23; Deu 22:1-30; Deu 23:1-25; Deu 24:1-22; Deu 25:1-19; Deu 26:1-19 representa una parte del segundo discurso de Moisés a las tribus justo antes de que cruzaran el Jordán para entrar a Canaán. Él preparó el escenario con una extensa presentación de la naturaleza de la relación del pacto y de repetidas apelaciones al amor y al servicio exclusivo a Yahvéh (Deu 5:1Deu 11:32). Los mandamientos de los capítulos Deu 12:1-32Deu 26:1-19 derivan de la revelación en Sinaí, pero tienen un pronunciado sabor a sermón (comp. Deu 26:16-19) en vez de un resabio legal. Por lo tanto, la designación de esta sección como “código” legal puede llevar a confusión. Al aplicar las leyes sinaíticas a la nueva situación que enfrentaban los israelitas, el rol de Moisés es más pastoral que legislativo. Por lo tanto, las instrucciones están entrelazadas con cláusulas de intención, advertencias contra el juicio divino por la desobediencia, y promesas de bendición y larga vida por la fidelidad al pacto. Esta diferencia responde a la divergencia entre las instrucciones deuteronómicas y las del “libro del pacto” o “el código de santidad”. En concordancia con la preocupación de Moisés por una alianza exclusiva con Yahvéh (como se formaliza en la Shemá, “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” [Deu 6:4]), y con un amor total y sin reservas hacia Él (Deu 6:5), declaró que una vez que estuvieran establecidos en la tierra, Yahvéh identificaría el lugar que había escogido para establecer Su nombre, el lugar donde todo Israel iría a adorar (ver Deu 12:1-14).
Tema general: Las estipulaciones específicas del pacto (Deu 12:1 Deu 26:15)
1. La vida religiosa del pueblo santo (Deu 12:1-32; Deu 13:1-18; Deu 14:1-29; Deu 15:1-23; Deu 16:1-17)
a. La unidad y la pureza de la adoración (Deu 12:1-32; Deu 13:1-18; Deu 14:1-21)
b. Normas institucionales (Deu 14:22-29; Deu 15:1-23; Deu 16:1-17)
2. El gobierno del pueblo santo (Deu 16:18-22; Deu 17:1-20; Deu 18:1-22; Deu 19:1-21; Deu 20:1-20; Deu 21:1-9)
a. Las estructuras del gobierno teocrático (Deu 16:18-22; Deu 17:1-20; Deu 18:1-22)
b. La conducta del gobierno (Deu 19:1-21; Deu 20:1-20; Deu 21:1-9)
3. La ley familiar (Deu 21:10-23; Deu 22:1-30)
a. Las prisioneras de guerra (Deu 21:10-14)
b. Los derechos de los primogénitos (Deu 21:15-17)
c. Los hijos rebeldes (Deu 21:18-21)
d. Leyes misceláneas (Deu 21:22-23; Deu 22:1-12)
e. La santidad del matrimonio y del sexo (Deu 22:13-30)
4. La santidad de la santa congregación (Deu 23:1-8)
5. Reglas misceláneas de la vida israelita (Deu 23:9-25; Deu 24:1-22; Deu 25:1-15)
6. Dos ofrendas especiales (Deu 26:1-15)
a. Las primicias (Deu 26:1-11)
b. El diezmo del tercer año (Deu 26:12-15)
7. El juramento final del pacto (Deu 26:16-19)
Aunque por lo general se interpretan como códigos de leyes, hay que tener en cuenta que ninguno legisla por legislar. Tampoco se exige obediencia por el simple hecho de exigirla. Cada uno abarca una conducta que el pueblo de Dios debe seguir en respuesta a la salvación por gracia y como expresión de fidelidad hacia Él. En ningún caso las leyes son un camino de salvación; por el contrario, la obediencia agradecida y espontánea es la expresión de amor a Dios en respuesta a la salvación que ha provisto y al privilegio de la relación de pacto con Él. La expectativa fundamental de Dios fue siempre una disposición de amor (compromiso por pacto) y temor que se demuestren mediante un comportamiento ético visible (Deu 10:12-22; Deu 11:1).
Además de la narrativa historiográfica y de las normativas constitucionales, en el Pentateuco están representados otros géneros literarios. Estos contienen los textos poéticos de la narración (que incluyen “la bendición de Jacob a sus hijos”, Gén 49:1-27; el “cántico de Moisés y de María” Éxo 15:1-18; “los oráculos de Balaam” Núm 23:7-10; Núm 23:18-24, y Núm 24:3-9; Núm 24:15-24; el “himno nacional” de Israel, Deu 32:1-43, y “la bendición de Moisés a las tribus”, Deu 33:2-29; material estadístico (genealogías, Gén 5:1-32; Gén 10:1-32; Gén 11:1-26; Gén 25:1-4; Gén 36:1-43; Gén 46:8-27; Éxo 6:14-27; listas de registros militares, Núm 1:1-54; Núm 2:1-34; Núm 3:1-51; Núm 26:1-65; listas de botines, Núm 31:32-47; itinerario de viaje, Núm 33:1-49; descripciones de fronteras, Núm 34:1-12, y listas personales, Núm 34:16-29); dichos proverbiales (Gén 2:23; Gén 3:19; Gén 10:9; Éxo 33:19); etiologías (explicaciones de los orígenes de prácticas o nombres, Gén 2:25; Gén 21:31 y Gén 26:33 [Beer-sheba]; Éxo 2:10 [Moisés]; etc.), y documentos en forma de tratados o de pactos. El Decálogo se presenta como un documento completo del pacto con preámbulo, prólogo histórico y estipulaciones. Las formas del pacto también se extienden a Números y a Levítico (observar especialmente en cláusulas de maldiciones en Lev 26:1-46), y en particular al libro de Deuteronomio, que aunque está formado por los discursos de despedida de Moisés, estos están dispuestos para reflejar las formas de los tratados hititas del antiguo Cercano Oriente (segundo milenio a.C.).
La importancia histórica de la narrativa del Pentateuco
Antes del Siglo de las Luces no se cuestionaba la calidad histórica de las narrativas patriarcales y del éxodo. Sin embargo, esto cambió radicalmente en los siglos pasados. La primera víctima de la alta crítica de los eruditos fueron los primeros capítulos de Génesis. Como la creación en Gén 1:1-31; Gén 2:1-25; Gén 3:1-24 aparentemente está en desacuerdo con algunas conclusiones científicas modernas, como los sucesos de Gén 4:1-26; Gén 5:1-32; Gén 6:1-22; Gén 7:1-24; Gén 8:1-22; Gén 9:1-29; Gén 10:1-32; Gén 11:1-32 incluyen sucesos prehistóricos y preliterarios, y como textos como Gén 2:7 y Gén 6:1-8 describen a seres divinos y semidivinos que se relacionan directamente con los seres humanos, a estos textos se los interpreta como mitológicos, afines a los relatos babilónicos de la creación y el diluvio más que como registros históricos. La segunda víctima fueron los patriarcas. Como sus historias presentan cuadros idealizados de los antepasados de Israel y se mueven en una época preliteraria, se los descarta en gran parte por considerarlos una retrospectiva legendaria de un Israel posterior, creada para explicar la existencia y la unidad israelita. La tercera víctima fueron Moisés y el éxodo. Aunque hasta hace poco muchos eruditos de la alta crítica reconocían un núcleo histórico en las narrativas del éxodo (los recuerdos de un puñado de esclavos que escaparon de Egipto a Palestina), aun esta reducción ahora se rechaza como historicidad teológica. Que la arqueología no haya podido dar pruebas que convaliden los personajes o sucesos del Pentateuco se acepta como prueba de que nada de esto es verdad.
Sin embargo, el tema no es tan sencillo. Con respecto al registro arqueológico, aceptamos el axioma “La ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia”. Además, aunque resulte dudoso que la arqueología pueda probar que la Biblia es certera, los descubrimientos del siglo pasado nos permiten reconstruir modelos de vida y un “esqueleto” de la antigua historia del Cercano Oriente donde los sucesos descritos en el Pentateuco encajan perfectamente. En cuanto a la historicidad del éxodo, así como es imposible explicar la existencia de la iglesia sin hacer referencia a la encarnación y la resurrección histórica de Cristo, es también imposible explicar la existencia de Israel sin la dramática intervención de Dios a su favor, cuyo recuerdo subyace en todo el AT. Con respecto a las narrativas patriarcales, los autores de estos textos no consideraron que estaban escribiendo ficción. Basándose en antiguas historias transmitidas en forma oral o escrita, estas narraciones preservan la antigua memoria de la intervención de Dios en Su gracia a fin de dar bendición y vida a un mundo bajo la maldición de la muerte. Gén 1:1-31; Gén 2:1-4 a está compuesto con un estilo majestuoso y elegante, apropiado para un texto que iba a ser utilizado en la adoración, pero esto no significa que sea producto de la imaginación humana. Este texto no solo celebra a Dios como Creador de todas las cosas sino además a la humanidad como el clímax de la creación divina. Los nexos genéricos, estilísticos y sustanciales entre los primeros capítulos de Génesis y las últimas narraciones, incluyendo Josué, Jueces, Samuel y Reyes, sugieren una línea histórica continua desde la creación del universo hasta el surgimiento y la caída de Israel.
Fecha y autoría del Pentateuco
A pesar de que la tradición judía y la cristiana reconocen casi en forma unánime a Moisés como autor del Pentateuco, hay pocos temas relacionados con el AT que ahora se debatan tan acaloradamente, y son pocos aquellos en que el abismo sea tan grande entre los eruditos de la alta crítica y de los evangélicos. Muchos estudiosos conservadores continúan creyendo que Moisés escribió prácticamente todo el Pentateuco con su propia mano. Siempre que los estudiosos de la alta crítica reconozcan a Moisés como figura histórica, su participación, en principio, no queda excluida en la composición del Pentateuco, a menos que se le niegue la alfabetización. Sin embargo, a partir de mediados del siglo XIX d.C., en especial siguiendo a Julius Wellhausen, la mayoría de los eruditos de la alta crítica ha rechazado la idea de que Moisés haya tenido un rol significativo en el origen del Pentateuco.
El cuestionamiento comenzó inicialmente con dudas en cuanto a si Moisés había registrado su propia muerte y su funeral (Deu 34:1-12), o si conocía un lugar al norte de Israel llamado Dan (Gén 14:14; comp. Jos 19:47; Jue 18:28 b – Jue 18:29), o si se había referido a la conquista de Canaán como un hecho pasado (Deu 2:12). Por consiguiente, algunos estudiosos desarrollaron una explicación alternativa para los orígenes del Pentateuco conocida como Hipótesis Documentaria. Según la forma clásica de la teoría, el Pentateuco es producto de una larga y compleja evolución literaria que incorpora específicamente al menos cuatro líneas literarias principales compuestas independientemente a lo largo de varios siglos y que no se combinaron tal como las conocemos sino hasta el tiempo de Esdras (siglo V a.C.). Estas fuentes se identifican como J, E, D y P. La J representa un documento del siglo IX a.C. (aprox. el 850) que se originó en Judá y se caracterizaba por su preferencia en el uso del nombre Yahvéh (Jehová). La fuente E prefirió el título divino Eloim y teóricamente se compuso en Israel en el siglo VIII a.C. La D representa Deuteronomio, supuestamente escrito alrededor del 621 a.C. para brindar apoyo a las reformas de Josías. El documento sacerdotal, P (por priestly, sacerdotal en inglés), se supone fue compuesto por sacerdotes (alrededor del 500 a.C.) que procuraban preservar su propia versión de la historia de Israel. Según la teoría, estas fuentes fueron recopiladas y combinadas a mitad del siglo V a.C. Neh 8:1-18 relata el momento en que Esdras lee por primera vez públicamente el Pentateuco como unidad. Como Josué describe el cumplimiento de las promesas de la tierra a los patriarcas, y debido a nexos estilísticos con Deuteronomio, Gerhard von Rad añadió Josué al cuerpo del Pentateuco y denominó a los seis libros Hexateuco.
Las variaciones de la Hipótesis Documentaria prevalecieron durante más de un siglo. Sin embargo, debido a avances en estudios literarios, actualmente el estado de los estudios sobre el Pentateuco es confuso, con nuevas teorías o modificaciones radicales que aparecen a menudo. Las nuevas teorías empujan las fechas para el origen del Pentateuco aún más adelante. Martin Noth creó el término Tetrateuco (“cuatro libros”) argumentando que Deuteronomio fue compuesto originalmente como un prefacio teológico de la “Historia Deuteronomística” que consta de Josué, Jueces, y 1-2 Samuel, y 1–2 Reyes. Sin embargo, muchos eruditos ahora marchan en dirección opuesta y reconocen más rasgos deuteronómicos en Génesis–Números. Debido al nexo entre Deuteronomio y la reforma de Josías, algunos afirman que las fuentes más antiguas subyacentes en el Pentateuco se compusieron en el siglo VI a.C., durante el exilio. Por lo general se reconoce que algunos de los “códigos” de leyes pueden ser más antiguos, pero como documentos literarios se dice que son más tardíos. R. N. Whybray sostuvo que el Pentateuco es una composición unitaria escrita en el siglo IV a.C., inspirada tal vez por las Historias griegas de Heródoto.
La apabullante variedad de teorías inspira poca confianza en la erudición crítica. Sin embargo, no se puede eludir que el Pentateuco nunca menciona específicamente a su autor. Como era común en el antiguo mundo semita, es anónimo. Por otra parte, la evidencia interna sugiere que Moisés llevaba un registro de las experiencias de Israel en el desierto (Éxo 17:14; Éxo 24:4; Éxo 24:7; Éxo 34:27; Núm 33:1-2; Deu 31:9; Deu 31:11). Además, muchas declaraciones del AT le acreditan el Pentateuco a Moisés (ver Jos 1:8; Jos 8:31-32; 1Re 2:3; 2Re 14:6; Esd 6:18; Neh 13:1; Dan 9:11-13; Mal 4:4), y el NT identifica a la Torá de manera muy estrecha con él (Mat 19:8; Jua 5:46-47; Jua 7:19; Hch 3:22; Rom 10:5). Una serie de características adicionales dentro del texto señalan una fecha anterior para su composición:
(1) las formas de los nombres y muchas de las acciones de los patriarcas adquieren mejor sentido en el entorno del segundo milenio a.C.;
(2) las narraciones sugieren un conocimiento total de Egipto;
(3) los préstamos lingüísticos egipcios aparecen con mayor frecuencia en el Pentateuco que en cualquier otro lugar del AT;
(4) el nombre mismo de Moisés sugiere una procedencia egipcia para la historia;
(5) el punto de vista general de la narrativa es ajeno a Canaán;
(6) las estaciones son egipcias; la flora y la fauna son egipcias y sinaíticas;
(7) en algunos casos, la geografía refleja un punto de vista extranjero (por ej. el comentario de Gén 33:18, “la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán”, es poco probable que se produzca después del exilio porque, para ese entonces, Israel ya había estado en la tierra durante 900 años);
(8) arcaísmos en el lenguaje (como el uso del pronombre de tercera persona singular hi para ambos géneros). Todo indica una fecha más temprana.
Moisés bien pudo haber escrito por sí mismo la mayor parte del Pentateuco. Al haber sido criado en la corte de Faraón y haber recibido el nuevo alfabeto de 22 letras, no se debería desestimar la capacitación literaria de Moisés para escribir.
Es poco probable que todas estas consideraciones establezcan que Moisés escribió todo el Pentateuco tal como lo tenemos hoy. Es dudoso que haya escrito el relato de su muerte en Deu 34:1-12. Con frecuencia, el texto proporciona notas explicativas que actualizaban los hechos para una audiencia posterior (por ej. “Esaú, es decir, Edom”, Gén 36:1; los habitantes nativos de Transjordania, Deu 2:10-12). Además, la forma de caligrafía cursiva cananea que probablemente usó Moisés, todavía se encontraba en pañales y fue remplazada por la caligrafía cuadrada aramea en el período posexílico, y las vocales se añadieron en el milenio siguiente. Las cualidades arcaicas de los poemas (Gén 49:1-33; Éxo 15:1-27; etc.) en contraste con la narrativa circundante sugieren que esta última posiblemente haya sido actualizada periódicamente de acuerdo con la evolución del idioma hebreo. Esto puede explicar por qué la gramática y la sintaxis de Deuteronomio en su forma presente se parecen tanto a la de Jeremías, que vivió mucho después de Moisés. Al mismo tiempo, Moisés pudo haber utilizado un escriba o secretario.
No existe razón para dudar que Moisés haya escrito los discursos que pronunció (Deu 31:9-13), ni que cuando bajó del Monte Sinaí haya hecho arreglos para la transcripción de la revelación que había recibido en el monte, sin descartar que él la haya escrito en su totalidad. También es posible que haya autorizado la composición escrita de muchas historias y genealogías de los patriarcas que se habían transmitido oralmente o en forma escrita rudimentaria. De la misma manera que las piezas del tabernáculo fueron construidas y tejidas por artesanos habilidosos y finalmente Moisés las armó (Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38), artesanos literarios tal vez compusieron ciertas partes del Pentateuco, las entregaron a Moisés para que las supervisara, y él las aprobó. Solo podemos especular en cuanto al momento exacto en que el Pentateuco adoptó la forma definitiva (Deuteronomio sugiere un momento posterior a la muerte de Moisés), pero parece probable que para cuando David organizó la adoración en el templo, los contenidos de la Torá ya estaban unidos. El Pentateuco es fundamental y sustancialmente mosaico, y los israelitas posteriores lo aceptaron como un documento que tenía toda la fuerza de su autoridad.
El Pentateuco era la Torá que los sacerdotes debían enseñar y de la que debían ser modelos (Deu 33:10; 2Cr 15:3; 2Cr 19:8; Mal 2:6; Mal 2:9; comp. Jer 18:18; Eze 7:26; Esd 7:10); lo que los salmistas elogiaron (Sal 19:7-14; Sal 119:1-176; etc.), a lo que apelaron los profetas (Isa 1:10; Isa 5:24; Isa 8:20; Isa 30:9; Isa 51:7); la base sobre la cual gobernaron reyes fieles (1Re 2:2-4; 2Re 14:6; 2Re 22:11; 2Re 23:25), y vivieron los justos (Sal 1:1-6). Ver Autoridad, autoridad divina; Ispiración de la Biblia; Revelación de Dios.

Daniel I. Block

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