Prepárese para prosperar

por Gloria Copeland

El fundamento de sus finanzas

Nunca trate de construir una casa sin haber puesto primero los cimientos.

No me importa cuántas ganas tenga de terminarla ni cuánto le emocione llenarla de muebles y decorarla, usted primero debe dedicar todo el tiempo necesario a poner un fundamento sólido. Si no lo hace, la casa será tan inestable que en poco tiempo se derrumbará.

Es un consejo simple, ¿no es verdad? Cualquiera persona con sentido común lo sabe. Sin embargo, en el campo espiritual, la gente comete ese error todo el tiempo. Tan pronto ven una bendición que Dios les ha prometido en su Palabra, les dan tantas ganas de apropiarse de ella que ignoran los fundamentos más básicos de la vida piadosa, y se van en pos de aquella bendición y nada más.

Esto es especialmente cierto cuando se trata de la prosperidad. Con frecuencia, la gente está tan desesperada por encontrar una solución rápida a sus problemas económicos, que sacan unas cuantas promesas de prosperidad de la Biblia y tratan de creerlas sin permitir que Dios haga cambios en otros aspectos de sus vidas. Por supuesto, eso no da ningún resultado y la gente termina desilusionada. De hecho, a veces llegan a la conclusión de que nunca fue voluntad de Dios que ellos prosperaran.

Pero yo puedo decirle hoy, con base en la Palabra de Dios y mi propia experiencia personal, que definitivamente ¡sí es la voluntad de Dios que todos sus hijos prosperen!

Es por eso que Él inspiró al apóstol Juan a escribir: «Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma» (3 Juan 2).

Ahora bien, note que Juan no solo escribió «quiero que prosperes», sino «quiero que prosperes así como prospera tu alma». Él vinculó la prosperidad económica a la prosperidad de nuestra mente, voluntad y estado de ánimo.

El plan de Dios es que crezcamos en nuestras finanzas tanto como crecemos en nuestra vida espiritual. Él sabe que es peligroso poner grandes riquezas en manos de alguien que es demasiado inmaduro espiritualmente para manejarlas. Se pueden ver evidencias dramáticas de esto en las vidas de personas que han adquirido riquezas económicas mediante el sistema de este mundo, aparte de Dios. En la mayoría de los casos, tales riquezas solamente contribuyen a que la gente muera más joven y en mayor miseria que si hubieran sido pobres.

Esto se debe a que usan su riqueza para pecar en mayor medida. Unos la usan para comprar toda la cocaína e ingerir todo el licor que quieren. Otros la malgastan para llevar un estilo de vida inmoral que tarde o temprano los destruye.

La paga del pecado es la muerte. Este es un hecho ineludible. Por eso, cuando la gente gana dinero y lo gasta en el pecado, les hace más daño que bien. Como dice Proverbios 1.32: «la prosperidad de los necios los echará a perder».

Busque primero lo más importante

A la luz de tal verdad, es fácil ver por qué Dios quiere que nuestras finanzas incrementen al mismo ritmo de nuestro crecimiento espiritual. Él quiere que maduremos y superemos nuestra necedad carnal para que nuestra prosperidad nos traiga bendición y no perjuicio.

«Pero Gloria -me dirá usted-, necesito ayuda económica cuanto antes.»

Entonces apresúrese a crecer. Dispóngase a echar los cimientos para su prosperidad.

¿Cómo? Aprenda lo que Dios dice en su Palabra y póngalo en práctica.

Mire, el fundamento de la prosperidad consiste en llevar una vida edificada sobre la Palabra de Dios. Es hacer todo lo que Dios le mande hacer, pensar todo lo que Él le mande pensar y decir todo lo que Él le mande decir.

La prosperidad bíblica es el resultado de darle prioridad a la Palabra de Dios (en su totalidad y no solo aquellas partes que hablan de la prosperidad económica) en su vida. La prosperidad viene cuando usted empieza a obedecer las instrucciones que Jesús nos dio en Mateo 6:

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellasí

¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáisí Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.

Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?

No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremosí Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.

Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Recuerdo cuando Ken y yo ignorábamos que podíamos confiarle a Dios el cuidado de nuestras finanzas. Yo pensaba que mi responsabilidad era preocuparme de cómo íbamos a pagar nuestras cuentas. Pasaba mucho tiempo pensando en cosas como: ¿Qué voy a hacer para pagar la electricidad este mesí ¿Cómo me las voy a arreglar para que no nos corten la luz? Para mí habría sido irresponsable de mi parte no preocuparme de tales cosas.

Luego descubrí que no era la voluntad de Dios que yo me preocupara. su voluntad era que le creyéramos, que Él sí iba a cuidar de nosotros. También aprendí que como creyentes no debemos buscar las riquezas materiales. No debemos ir en pos del dinero como la gente que no tiene a Dios. A ellos les toca buscarlo por todas partes porque no tienen un pacto con Dios, y si no buscan los bienes materiales, no podrán obtenerlos.

Pero nosotros no somos como ellos. No estamos en el mundo sin Dios y sin pacto (Efesios 4.12-13). Tenemos la promesa de provisión de Dios. Él nos ha asegurado en su Palabra que no sólo suplirá lo que necesitamos, sino que nos dará en abundancia.

No obstante, es importante que recordemos que un pacto siempre es entre dos partes y tiene dos lados. Al hacer un pacto decimos: Si tú haces esto, yo haré aquello.

La parte de Dios en el pacto es prosperarnos en espíritu, alma y cuerpo, así como en nuestras finanzas. ¿Cuál es nuestra parte del pacto? No afanarnos en la búsqueda de esa prosperidad. Si lo hacemos, vamos a desviarnos. Nuestra parte del pacto es buscar primeramente el reino de Dios (su manera de ser justo y hacer lo justo), que le reconozcamos como Rey y hagamos lo que Él nos pida.

Nuestra parte es decir: «Señor, haré lo que sea que me pidas. Obedeceré Tu Palabra y haré lo recto ante tus ojos, así parezca que va a costarme».

Por supuesto, obedecer la Palabra de Dios nunca nos cuesta a largo plazo, más bien ganamos. Usted siempre estará en posición para ser prosperado si vive en pos de Dios y hace las cosas a su manera.

Sin embargo, voy a ser sincera con usted. Habrá ocasiones en las que no podrá ver cómo vendrá esa prosperidad. Ken y yo lo sabemos por experiencia pues hemos pasado por esas etapas.

Cuando leímos aquella parte en la Palabra de Dios donde dice «No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros… «, no nos sentimos muy emocionados. En esa etapa de nuestra vida nos parecía que nunca íbamos a poder avanzar económicamente sin pedir dinero prestado.

Pensábamos: ¿Cómo vamos a tener carro propio? ¿Cómo vamos a comprar casa? ¿Cómo vamos a financiar nuestro ministerio? ¡Estamos perdidos!

Sin embargo, ya habíamos decidido obedecer a Dios sin importarnos el costo, y nos encomendamos a Él para salir de las deudas aunque pensamos que sería desventajoso para nosotros. Por supuesto, esa decisión resultó ser una de las decisiones financieras más sabias que hemos tomado.

Así es como sucede siempre. Al fin de cuentas, ¡obedecer a Dios siempre es ventajoso para usted!

Sea candidato a la prosperidad

Es fácil ver el efecto que tuvo en nuestra prosperidad el seguir las instrucciones de Dios en cuanto a salir de las deudas, pero el hecho es que nuestra decisión de obedecer otros mandamientos que vimos en la Palabra y que al parecer no estaban relacionados con el asunto, también tuvo impacto en nuestras finanzas.

Esto se debe a que no podemos separar los principios sobre las finanzas que Dios ha dado del resto de sus principios. Todos funcionan conjuntamente. Por eso usted debe recibir la Biblia en su totalidad a fin de tener un buen fundamento para la prosperidad bíblica.

Por ejemplo, el mandamiento principal que Jesús nos dio es «que os amésis unos a otros» (Juan 15:12). A un simple observador casual no le parecería que ese mandamiento tenga algo que ver con el dinero, pero para tener prosperidad verdadera el amor debe ser la fuerza que guía su vida. Usted debe aplicar principios bíblicos para la vida como estos que se encuentran en 1 Pedro 3:8-11:

Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición. Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala.

Píenselo de la manera siguiente: Toda buena acción que usted haga, toda decisión bíblica que tome, toda vez que opte por el amor y no por el egoísmo, usted estará echando otro cimiento en la construcción de su prosperidad.

Cuando usted ora por sus enemigos en lugar de aborrecerlos, se está convirtiendo en candidato a la prosperidad. Cuando le da la espalda a la inmoralidad, se está encaminando hacia la bendición. Cuando ve cosas en su vida que no están bien y las corrige de acuerdo con la Palabra de Dios, se está preparando para administrar una mayor abundancia económica.

El libro de Proverbios está lleno de la sabiduría de Dios en cuanto a situaciones y decisiones cotidianas. Le ayudará a aprender cómo manejar sus asuntos de una manera que agrada a Dios. Como tiene 31 capítulos, si usted lee uno cada día junto con sus otras lecturas bíblicas, puede terminarlo en un solo mes. Esto le permitirá leer los Proverbios doce veces al año.

En Proverbios descubrirá, por ejemplo, que la calidad de la fidelidad y la bendición de la prosperidad tienen una relación muy estrecha. Dondequiera que usted encuentre la una, también verá a la otra. Como dice Proverbios 28:20 en cuanto a los fieles: «El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones; mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa». El hombre veraz, o el hombre de verdad, es el «que dice, usa o profesa siempre la verdad», según el Diccionario de la Real Academia.

Lucas 16:10 dice: «El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto». Así que, si usted quiere que le confíen más y lo asciendan a un mejor puesto, sea fiel y justo en el trabajo que tiene ahora mismo.

Tal vez crea que la gente cristiana no necesita oír sobre la honradezy la fidelidad, pero así es. Conozco personalmente casos de cristianos que han robado dinero de sus patronos.

Es posible que no hayan tenido la intención de «robar» nada y que hayan pensado: Voy a tomar prestado este dinero un par de semanas, luego lo regreso y nadie saldrá perjudicado. El problema es que uno no puede sacar un préstamo sin pedirlo primero, de lo contrario es un robo y uno no puede robar y recibir bendición al mismo tiempo.

A esas personas les pudo parecer bien tomar el dinero cuando lo hicieron. Quizá inventaron alguna excusa y justificaron el acto en su propia mente, pero si hubieran estudiado y obedecido la Palabra de Dios no habrían caído en esa trampa. Esto se debe a que la Palabra discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (Hebreos 4.12). La Palabra le enseñará qué es y qué no es justo.

La Palabra de Dios no revela los caminos del hombre sino los caminos de Dios y la manera de hacer las cosas que agrada a Dios. Ella le capacitará para poner el fundamento firme que necesita para acceder a la prosperidad bíblica.

Construya toda la casa

Una vez puesto el cimiento, usted estará preparado para dar el paso de fe necesario y recibir la abundancia que Dios le tiene reservada.

Muchas personas que han llevado vidas piadosas han fracasado en este aspecto y se han perdido las bendiciones financieras de Dios. Aunque aplicaron continuamente los principios de la Palabra de Dios y se convirtieron en candidatos principales para recibir gran prosperidad, la pasaron de largo sin siquiera saberlo a causa de la tradición religiosa que les enseñó que Dios quiere que vivan en la pobreza. Los cristianos de ese tipo tienen grandes riquezas en su cuenta bancaria espiritual, pero como ni siquiera saben que existen, nunca cuentan con ellas.

No permita que esto le suceda a usted. No se limite a echar los cimientos para la prosperidad y quedarse ahí. Prosiga a construir la casa entera. Atrévase a creer que si usted busca primeramente el reino de Dios (su manera de ser justo y hacer lo justo), todo lo demás (el alimento, la ropa, el automóvil, la casa, ¡todo!) también le será añadido.

Eche los cimientos y luego atrévase a creer, ¡tenga plena seguridad de que prosperará!

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