Jueces 18:14 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Los danitas habían enviado espías para encontrar región donde morar. Ahora que habían explorado la región, los espías les comunican otro importante descubrimiento: Dónde había «dioses» (v. Jue 18:14): «¿No sabéis que en estas casas hay efod y terafines, y una imagen tallada y chapeada, y toda clase de objetos de devoción, cuales no los tenemos en nuestro país? Mirad, por tanto, lo que habéis de hacer. Los hemos consultado, y hemos recibido de ellos buena respuesta; vale la pena tenerlos, y si podemos adueñarnos de estos dioses, podemos esperar el éxito y hacernos con la ciudad de Lais». Iban por buen camino en lo de desear que la presencia de Dios estuviese con ellos, pero se equivocaban miserablemente en tomar estas imágenes por señales de la presencia de Dios, cuando eran más apropiadas para ser juguetes de teatro guiñol, más bien que como objetos de verdadera devoción. Al estar tan lejos de Siló el lugar en que iban a residir, pensaron que necesitaban, más que Micá, una casa de dioses, pues Micá vivía más cerca de Siló. Una vez resueltos a llevarse los dioses, persuadieron al sacerdote a que se marchase con ellos y asustaron a Micá para que no intentase rescatar sus objetos de devoción.

I. Los cinco hombres que conocían la casa y los caminos que a ella conducían (y, especialmente, el santuario), fueron y tomaron las imágenes, con el efod, los terafines y demás enseres, mientras los 600 hombres de armas entrevistaban al sacerdote en la puerta (vv. Jue 18:16-18). Véase aún cuán poco cuidado tenía este sacerdote de sus dioses, y cuán mal se pudieron defender estos dioses, pues ni siquiera impidieron ser robados. ¡Qué insensatos eran estos danitas! Querían tener dioses que fuesen delante de ellos, dioses no hechos por ellos, sino, lo que es igualmente malvado y estúpido, robados por ellos. Su idolatría comenzó por el robo, buen preludio para tal ópera. A fin de quebrantar el segundo mandamiento del Decálogo, comenzaron por el octavo, y se llevaron las posesiones del vecino para hacer de ellas sus dioses.

II. Puestos al habla con el sacerdote, le halagaron con la perspectiva de una promoción, no sólo para que permitiera que se llevasen los dioses, sino para que se fuera él también con ellos, pues sin él no sabían cómo usar los dioses bien. Obsérvese: 1. Cómo le tentaron (v. Jue 18:19). Le ofrecieron un puesto mejor que el que tenía de momento. 2. Cómo le ganaron. No necesitaron mucho para persuadirle: Se alegró el corazón del sacerdote (v. Jue 18:20). Como dice el obispo Hall, si bastaron diez siclos para ganarlo, once bastarían para perderlo, porque ¿quién puede retener a los que han hecho de su conciencia naufragio y bancarrota? El asalariado huye, porque es asalariado (Jua 10:13).

III. Asustaron a Micá y le hicieron volverse a casa cuando salió en persecución de ellos para recuperar sus dioses. Se le unieron sus vecinos y persiguieron a los ladrones, quienes, al llevar por delante sus niños y su ganado (v. Jue 18:21), no podían escapar más aprisa. Los perseguidores les dieron voces, pero los que iban a retaguardia se volvieron y le preguntaron a Micá qué le pasaba (v. Jue 18:23). Él respondió y apeló al derecho que tenía a poseer sus dioses y el sacerdote, pero ellos le intimidaron.

1. Él insistía en el perjuicio que le habían causado (v. Jue 18:24): «Tomasteis mis dioses que yo hice y al sacerdote». ¡Qué insensatez fue llamar dioses a lo que él mismo había hecho, cuando sólo el que nos hizo merece ser adorado como Dios!

2. Pero ellos insistieron en que, si seguía gritando, lo iba a pasar mucho peor. No querían atender a razones ni hacerle justicia, ni siquiera estaban dispuestos a pagarle algo por el trabajo que se había tomado al hacer tales imágenes. Ni aun buenas palabras le dieron, sino que le amenazaron de muerte si no cesaba en sus reclamaciones (v. Jue 18:25). Micá no tuvo el coraje suficiente para rescatar sus dioses a costa de su vida, tan baja era la opinión que tenía del poder de sus dioses para protegerle. Así que los cedió mansamente (v. Jue 18:26). Si la pérdida de nuestros ídolos nos sanase del amor que les tenemos, ése será el día de nuestra ganancia (v. Isa 30:22).

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