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Ester 9 - Biblia Castilian 2003

Los judíos destruyen a sus enemigos

1.

2. Se reunieron los jud os en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para poner la mano sobre quienes buscaban su desgracia; y nadie les opuso resistencia, porque el terror hacia ellos invadió a todos los pueblos.

3. Todos los grandes de las provincias, los sátrapas, los gobernadores y los funcionarios del rey apoyaron a los jud os, porque el terror hacia Mardoqueo se hab a adue ado de todos ellos,

4. ya que Mardoqueo era poderoso en la casa del rey y su fama se hab a difundido por todas las provincias. De hecho, su poder se acrecentaba de d a en d a.

5. Los jud os pasaron a filo de espada a todos sus enemigos. Fue una matanza, un exterminio. Hicieron con sus enemigos lo que quisieron.

6. En la ciudadela de Susa, los jud os dieron muerte y exterminaron a quinientos hombres;

7. mataron también a Parsandata, Dalfón, Aspatá,

8. Poratá, Adabá, Aridatá,

9. Parmastá, Arisay, Ariday y Yezatá,

10. los diez hijos de Amán, hijo de Hamdatá, el enemigo de los jud os. Pero no saquearon sus bienes.

11. Aquel mismo d a llegó a conocimiento del rey el número de los muertos en la ciudadela de Susa.

12. Dijo el rey a la reina Ester: "En la ciudadela de Susa los jud os han matado y exterminado a quinientos hombres y a los diez hijos de Amán. En el resto de las provincias del rey, ¿qué habrán hecho? ¿Y cuál es ahora tu deseo?, pues se te concederá. ¿Qué más pides todav a?, pues será cumplido".

13. Respondió Ester: "Si al rey le parece bien, que se conceda también ma ana a los jud os que hay en Susa proceder conforme al edicto de hoy; y que los diez hijos de Amán sean colgados en la horca".

14. Mandó el rey que se hiciera as; se promulgó el edicto en Susa; y los diez hijos de Amán fueron colgados de la horca.

15. Se reunieron de nuevo los jud os que hab a en Susa el d a catorce del mes de Adar y dieron muerte en Susa a trescientos hombres; pero no saquearon sus bienes.

16. Los demás jud os que hab a en las provincias del rey se reunieron para defender sus vidas, se pusieron a salvo de sus enemigos y dieron muerte a setenta y cinco mil de entre aquellos que los odiaban. Pero no saquearon sus bienes.

17. Era esto el d a trece del mes de Adar; y el d a catorce del mismo descansaron y lo declararon d a de banquete y de regocijo.

18. Los jud os que hab a en Susa se reunieron el trece y el catorce del mes; descansaron el quince del mes y lo declararon d a de convite y de regocijo.

19. Por eso, los jud os que habitan en lugares abiertos, los que residen en ciudades no fortificadas, hacen del d a catorce del mes de Adar d a de regocijo, de banquete y de fiesta, y se env an regalos los unos a los otros.

20. Mardoqueo puso por escrito estos sucesos y envió cartas a cuantos jud os se encontraban en todas las provincias del rey Asuero, tanto lejanas como próximas.

21. Les ordenó celebrar el d a catorce y el d a quince del mes de Adar, todos los a os,

22. como d as en que los jud os tuvieron respiro de sus enemigos, y como mes en que se trocó para ellos la tristeza en regocijo y el duelo en d a de fiesta. Deb an hacer de ellos d as de banquete y de regocijo, ocasión de mutuos regalos y donativos a los pobres.

23. Los jud os convirtieron en institución lo que ya hab an comenzado a hacer y lo que les hab a escrito Mardoqueo.

24. Porque Amán, hijo de Hamdatá, el de Agag, enemigo de todos los jud os, hab a proyectado contra los jud os el exterminio y hab a echado el pur, es decir, la suerte, para destruirlos y exterminarlos.

25. Pero, cuando Ester se presentó ante el rey, éste mandó por medio de un escrito: "Que ese malvado plan que aquél proyectaba contra los jud os se vuelva contra su cabeza". Y le colgaron de la horca a él y a sus hijos.

26. Por esto se llaman estos d as Purim, del nombre de pur; y por esto, por todos los hechos narrados en esta carta, y por lo que ellos mismos vieron y por lo que se les hab a transmitido,

27. fijaron y aceptaron los jud os para s; para su descendencia y para cuantos a ellos se unieran, que no dejar an de celebrar estos dos d as, a fecha fija y todos los a os; conforme a lo que hab a sido establecido.

28. Y estos d as se deb an recordar y celebrar de generación en generación en todas las familias; en todas las provincias y en todas las ciudades. Estos d as de los Purim no se deber an abolir entre los jud os, ni su recuerdo deber a desaparecer entre sus descendientes.

29. Y la reina Ester, hija de Abijail, y el jud o Mardoqueo escribieron con toda autoridad, para confirmar esta segunda carta de los Purim.

30. Se enviaron cartas a todos los jud os, a las ciento veintisiete provincias del rey Asuero, con palabras de paz y de fidelidad,

31. para ratificar estos d as de los Purim en su debida fecha, como los hab an establecido el jud o Mardoqueo y la reina Ester, al igual de como hab an instituido para ellos y para su descendencia lo referente a los ayunos y lamentaciones.

32. La orden de Ester ratificó la institución de estos Purim y se consignó por escrito. El rey Asuero impuso un tributo al pa s y a las islas del mar.