Versículos Bíblicos

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Juan 4 - Biblia Castilian 2003

Jesús y la mujer samaritana

1. Cuando supo el Se or que los fariseos estaban informados de que Jesús consegu a más disc pulos que Juan y que los bautizaba -

2. aunque en realidad no bautizaba Jesús mismo, sino sus disc pulos -,

3. abandonó Judea y se fue de nuevo a Galilea.

4. Pero le era necesario atravesar por Samar a.

5. Llega, pues, a una ciudad de Samar a, llamada Sicar, cerca de la finca que Jacob dio a su hijo José.

6. All estaba el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se hab a sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta.

7. Llega una mujer de Samar a a sacar agua. D cele Jesús: "Dame de beber".

8. Pues sus disc pulos hab an ido a la ciudad a comprar alimentos.

9. Entonces le pregunta la mujer samaritana: "¿Cómo tú, siendo jud o, me pides de beber a mi, que soy samaritana?". [Porque los jud os no se tratan con los samaritanos.]

10. Jesús le respondió: "Si conocieras el don de Dios: quién es el que te dice "dame de beber", ser as tú la que le habr as pedido y él te habr a dado agua viva".

11. Ella le contesta: "Se or, ni siquiera tienes cubo, y el pozo es profundo. ¿De dónde, pues, vas a sacar tú ese agua viva?

12. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebió él, y bebieron sus hijos y sus ganados?".

13. Jesús le respondió: "Todo el que beba de este agua volverá a tener sed;

14. pero el que beba del agua que yo le daré, ya no tendrá sed jamás, pues el agua que yo le daré se convertirá, dentro de él, en manantial de agua que brote para vida eterna".

15. D cele la mujer: "Se or, dame de ese agua, para que yo no sienta ya más sed, ni tenga que venir aqu a sacarla".

16. Él le contesta: "Anda, llama a tu marido y vuelve aqu ".

17. La mujer respondió: "No tengo marido". Jesús le replicó: "Con razón has dicho: "No tengo marido".

18. Porque cinco maridos tuviste, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad".

19. Respóndele la mujer: "Se or, estoy viendo que tú eres profeta.

20. Nuestros padres adoraron en este monte; pero vosotros dec s que es Jerusalén el lugar donde se debe adorar".

21. Contéstale Jesús: "Créeme, mujer; llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.

22. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, pues la salvación viene de los jud os.

23. Pero llega la hora, ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores darán culto al Padre en esp ritu y en verdad; porque ésos son, precisamente, los adoradores que el Padre desea.

24. Dios es esp ritu; y los que lo adoran tienen que adorarlo en esp ritu y verdad".

25. D cele la mujer: "Yo sé que el Mes as, el llamado Cristo, está para venir; cuando él llegue, nos lo explicará todo".

26. Respóndele Jesús: "Soy yo; el que está hablando contigo".

27. En aquel momento llegaron sus disc pulos y se quedaron sorprendidos de que estuviera hablando con una mujer. Sin embargo, ninguno le preguntó: "¿Qué es lo que deseas?" o "¿Qué estás hablando con ella?".

28. La mujer, entonces, dejó all su cántaro, se fue a la ciudad, y comienza a decir a la gente:

29. "Venid a ver a un hombre que ha adivinado todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?".

30. Salieron de la ciudad y fueron hacia él.

31. Entre tanto, los disc pulos le rogaban: " Rabb, come".

32. Pero él les contestó: "Yo tengo para comer un alimento que vosotros no conocéis".

33. Los disc pulos se preguntaban unos a otros: "¿Le habrá tra do alguien algo de comer?".

34. Jesús les responde: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra.

35. ¿No dec s vosotros: "Todav a faltan cuatro meses para que llegue la siega"? Pues bien, yo os digo: levantad vuestros ojos y mirad los campos; ya amarillean para la siega. Ya

36. el segador recibe su salario y recoge el fruto para vida eterna, de suerte que lo mismo se alegren el que siembra y el que siega.

37. Porque en esto se cumple el proverbio: uno es el que siembra y otro es el que siega.

38. Yo os envié a cosechar lo que vosotros no habéis trabajado; otros realizaron su trabajo, y de él os habéis aprovechado vosotros".

39. Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por las palabras de la mujer, que atestiguaba: "Me ha adivinado todo lo que he hecho".

40. Por eso, cuando los samaritanos llegaron ante él, le rogaban que se quedara con ellos. De hecho, se quedó all dos d as.

41. Y fueron muchos más los que creyeron por su palabra,

42. de suerte que le dec an a la mujer: "Ya no creemos sólo por lo que tú nos has referido; pues nosotros mismos le hemos o do y sabemos que él es, verdaderamente, el Salvador del mundo".

Jesús sana al hijo de un noble

43. Pasados aquellos dos d as, salió de all para Galilea.

44. Porque Jesús mismo hab a declarado que ningún profeta tiene prestigio en su propia patria.

45. Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le dispensaron una buena acogida, porque hab an visto todo lo que hizo durante la fiesta, en Jerusalén, ya que también ellos hab an ido a la fiesta.

46. Llegó, pues, nuevamente a Caná de Galilea, donde hab a convertido el agua en vino. Hab a en Cafarnaún un funcionario de la corte que ten a un hijo enfermo.

47. Cuando este funcionario se enteró de que Jesús hab a vuelto de Judea a Galilea fue a verlo para rogarle que bajara para curar a su hijo, que estaba ya para morir.

48. Entonces le dijo Jesús: "Como no veáis se ales y prodigios, nunca jamás creeréis".

49. El funcionario le suplica: "¡Se or, baja antes de que mi ni o muera!".

50. Respóndele Jesús: "Vete; tu hijo vive". Creyó el hombre en la palabra que Jesús le dijo y se fue.

51. Estaba él bajando ya, cuando le salieron al encuentro los criados para decirle: "Tu ni o vive".

52. Les preguntó a qué hora hab a comenzado a sentirse mejor y ellos le respondieron: "Ayer, a la hora séptima le desapareció la fiebre".

53. Comprobó entonces el padre que aquélla era precisamente la hora en que Jesús le hab a dicho: "Tu hijo vive". Y creyó él y toda su familia.

54. Ésta fue la segunda se al que realizó Jesús, cuando volvió de Judea a Galilea.