Versículos Bíblicos

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Lucas 23 - Biblia Castilian 2003

Jesús ante Pilato

1. Se levantó, pues, toda la asamblea en pleno, y lo llevaron ante Pilato.

2. Y comenzaron a acusarlo: "Hemos encontrado a este hombre, que pervierte a nuestro pueblo prohibiendo pagar los tributos al César y diciendo que él es Cristo rey".

3. Entonces Pilato le preguntó: "¿Eres tú el rey de los jud os?". Él le contestó: "Tú lo dices. Lo soy".

4. Dijo luego Pilato a los pont fices y al pueblo: "Yo no encuentro delito alguno en este hombre".

5. Pero ellos insist an con más ah nco: "Está amotinando al pueblo con lo que ense a por toda Judea, desde que comenzó por Galilea hasta llegar aqu ".

Jesús ante Herodes

6. Al o r esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo;

7. y cuando se enteró de que pertenec a a la jurisdicción de Herodes, se lo mandó a Herodes, que también estaba en Jerusalén por aquellos d as.

8. Al ver Herodes a Jesús se alegró mucho; porque desde hac a bastante tiempo estaba deseando verlo por lo que hab a o do acerca de él, y ten a la esperanza de verlo hacer algún milagro.

9. Le dirigió, pues, muchas preguntas; pero él nada le respondió.

10. Entre tanto, los pont fices y los escribas estaban all, acusándolo con vehemencia.

11. Entonces Herodes, con su escolta, después de tratarlo con desprecio, mandó, por burla, ponerle una vestidura espléndida y se lo devolvió a Pilato.

12. Y aquel mismo d a, Herodes y Pilato, que antes estaban enemistados entre s, se hicieron amigos.

Jesús sentenciado a muerte

13. Entonces Pilato convocó a los pont fices a los jefes y al pueblo

14. y les dijo: "Me habéis tra do a este hombre como agitador del pueblo; pero tras haber hecho la investigación delante de vosotros, no he encontrado en él delito alguno de esos de que le acusáis.

15. Ni tampoco Herodes; por lo cual, nos lo ha devuelto. No ha hecho, pues, nada por lo que merezca la muerte.

16. As que le daré un escarmiento y lo pondré en libertad".

17.

18. Pero ellos comenzaron a vociferar todos a una: "¡Fuera con él! ¡Suéltanos a Barrabás!".

19. A éste lo hab an metido en la cárcel por un mot n ocurrido en la ciudad y por homicidio.

20. Pilato, con la intención de poner en libertad a Jesús, les dirigió de nuevo la palabra.

21. Pero ellos segu an gritando: "¡Crucif calo, crucif calo!".

22. Insistió Pilato por tercera vez."¿Pues qué mal ha hecho éste? Yo no he encontrado en él ningún delito de muerte; as que le daré un escarmiento y lo pondré en libertad".

23. Pero ellos insist an, pidiendo a grandes voces que fuera crucificado; y su griter o se hac a cada vez más violento.

24. Por fin, Pilato decretó que se ejecutara lo que ped an.

25. Puso en libertad al que reclamaban, al que hab a sido encarcelado por mot n y homicidio, y a Jesús lo entregó a su arbitrio.

Crucifixión y muerte de Jesús

26. Cuando lo conduc an, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que volv a del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús.

27. Le segu a una gran muchedumbre de pueblo, también mujeres, que iban llorando y lamentándose por él.

28. Volviéndose hacia ellas, Jesús les dijo: "Hijas de Jerusalén, no lloréis por m; llorad, más bien, por vosotras y por vuestros hijos.

29. Porque se acercan d as en que se dirá: "¡Dichosas las estériles! ¡Bienaventurados los senos que no engendraron y los pechos que no criaron!".

30. Entonces se pondrán a decir a los montes: "Cubridnos"; y a los collados: "Caed sobre nosotros".

31. Porque si esto hacen en el le o verde, ¿qué no se hará en el seco?".

32. Llevaban también a otros dos, que eran malhechores, para ejecutarlos con él.

33. Llegados al lugar llamado "de la Calavera", lo crucificaron all a él y a los malhechores: uno a la derecha y otro a la izquierda.

34. Jesús dec a: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Luego se repartieron sus vestidos echando suertes.

35. El pueblo estaba all mirando. Los jefes se mofaban de él, diciendo: "Ha salvado a otros; pues que se salve a s mismo, si él es el Cristo de Dios, el elegido".

36. También se burlaban de él los soldados, que se acercaban para ofrecerle vinagre

37. y le dec an: "Si tú eres el rey de los jud os, sálvate a ti mismo".

38. Hab a también sobre él una inscripción: ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.

39. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba: "¿No eres tú el Cristo? Pues sálvate a t mismo y a nosotros".

40. Pero el otro lo reprendió, diciendo: "¿Ni siquieras tú temes a Dios, tú que estás padeciendo el mismo suplicio?

41. Nosotros con justicia; pues estamos recibiendo lo merecido por nuestras fechor as. Pero éste nada malo ha hecho".

42. Y a ad a: "¡Jesús acuérdate de m cuando llegues a tu reino!".

43. Él le contestó: "Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el para so".

44. Era ya alrededor de la hora sexta cuando quedó en tinieblas toda aquella tierra hasta la hora nona,

45. porque el sol se oscureció. El velo del templo se rasgó por medio.

46. Entonces Jesús, clamando con voz potente, dijo: "Padre, en tus manos conf o yo mi vida". Y dicho esto, expiró.

47. Cuando el centurión vio lo sucedido, glorificaba a Dios, diciendo: "Verdaderamente, este hombre era un justo".

48. Y toda la multitud que hab a acudido al espectáculo, al ver las cosas que hab an pasado, regresaba dándose golpes de pecho.

49. Todos sus conocidos y algunas mujeres que lo hab an seguido desde Galilea se manten an a distancia, mirando estas cosas.

Jesús es sepultado

50. Un hombre llamado José, que era miembro del consejo, hombre bueno y recto, natural de Arimatea, ciudad de Judea,

51. que no hab a dado su voto a lo decretado y ejecutado por los demás y esperaba el reino de Dios,

52. se presentó ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.

53. Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo puso en un sepulcro excavado en piedra, donde nadie hab a sido puesto todav a.

54. Era el d a de la parasceve y despuntaba ya el sábado.

55. Las mujeres que hab an acompa ado a Jesús desde Galilea siguieron de cerca y observaron el sepulcro y cómo quedaba colocado el cuerpo de Jesús.

56. Luego regresaron para preparar sustancias aromáticas y perfumes. Pero guardaron el descanso del sábado según la ley.