Santiago 5 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

Contra los ricos opresores

1. Vosotros los ricos llorad y gemid a la vista de las calamidades que os amenazan.

2. Vuestra riqueza está podrida; vuestros vestidos son pasto de la polilla.

3. Hasta vuestro oro y vuestra plata serán presa del óxido, que testimoniará contra vosotros y devorará vuestra carne como fuego. ¿Para qué amontonáis riquezas ahora que el tiempo se acaba?

4. Mirad que el salario defraudado a vuestros jornaleros está clamando, y que su clamor ha resonado en los oídos del Señor todopoderoso.

5. Habéis vivido con lujo en la tierra, entregados al placer; con ello os habéis cebado para el día de la matanza.

6. Habéis condenado, habéis asesinado a los inocentes, y ya no os oponen resistencia.

Sed pacientes y orad

7. Por vuestra parte, hermanos, esperad con paciencia la venida gloriosa del Señor. Como espera el labrador el fruto precioso de la tierra, aguardando pacientemente que lleguen las lluvias de otoño y primavera,

8. así vosotros tened paciencia y buen ánimo, porque es inminente la venida gloriosa del Señor.

9. No os quejéis, hermanos, unos de otros, para que no seáis condenados; el juez está ya a las puertas.

10. Como ejemplo de sufrimiento y de paciencia, tenéis a los profetas, que hablaron en nombre del Señor.

11. Consideramos dichosos a los que supieron mantenerse firmes. En concreto, tenéis conocimiento de la firmeza de Job, y ya veis el feliz desenlace a que le condujo el Señor; porque el Señor es compasivo y misericordioso.

12. Pero, ante todo, hermanos, no juréis ni por el cielo, ni por la tierra, ni con ningún otro juramento. Cuando digáis "Sí" sea sí, y cuando digáis "No" sea no. De ese modo no incurriréis en condenación.

13. ¿Sufre alguno de vosotros? Que ore. ¿Está gozoso? Que alabe al Señor.

14. ¿Ha caído enfermo? Que mande llamar a los dirigentes del Señor y hagan oración por él.

15. La oración hecha con fe sanará al enfermo; el Señor le restablecerá y le serán perdonados los pecados que haya cometido.

16. Reconoced, pues, mutuamente vuestros pecados y orad unos por otros. Así sanaréis, ya que es muy poderosa la oración ferviente de los fieles.

17. Ahí tenéis a Elías, hombre como nosotros: oró fervientemente para que no lloviese, y durante tres años y seis meses no cayó una gota de agua sobre la tierra.

18. Luego volvió a orar, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto.

19. Hermanos míos, si uno de vosotros se aleja de la verdad y otro le vuelve al buen camino,

20. sabed que aquel que convierte de su extravío a un pecador, le salvará de la muerte y alcanzará el perdón de los pecados, por muchos que sean.