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Hechos 27 - Reina Valera 1858 (Nuevo Testamento)

Pablo es enviado a Roma

1. MAS como fué determinado que habiamos de navegar para Italia, entregaron á Pablo, y á algunos otros presos á un centurion llamado Julio, de la compañía Augusta.

2. Así que embarcándonos en un navío Adrumetino, nos partimos, estando con nosotros Aristarco Macedonio de Tesalónica, para navegar junto á los lugares de Apia.

3. Y otro dia llegamos á Sidón, y Julio tratando á Pablo humanamente, le permitió, que fuese á los amigos para ser de ellos bien tratado.

4. Y alzando velas de allí, navegamos bajo de Cipro: porque los vientos eran contrarios.

5. Y habiendo pasado la mar que está junto á Cilicia y Panfilia, venimos á Mira, que es ciudad de Licia.

6. Y hallando allí el centurion un navío Alejandrino, que navegaba á Italia, nos puso en él.

7. Y navegando muchos dias despacio, y habiendo apenas llegado delante de Gnido, no dejándonos el viento, navegamos bajo de Creta junto á Salmón.

8. Y costeándola apenas, venimos á un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Laséa.

9. Y pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegacion, porque ya era pasado el ayuno, Pablo amonestaba,

10. diciendo: Varones, yo veo que con incomodidad y mucho daño, no solo de la cargazon y del navío, mas aun de nuestras personas, habrá de ser la navegacion.

11. Mas el centurion creia mas al maestro y al piloto, que á lo que Pablo decia.

12. Y no habiendo puerto cómodo para invernar, muchos acordaron de pasar aun de allí, por ver si pudiesen tomar á Phenice, é invernar allí, que es un puerto de Creta al ábrego y al poniente.

La tempestad en el mar

13. Y ventando el austro, pareciéndoles que ya tenian lo que deseaban, alzando velas tenian de cerca la costa de Creta.

14. Mas no mucho despues dió en ella un viento repentino que se llama Euroaquilo.

15. Y siendo arrebatado de él el navío, que no podia resistir contra el viento, dejado el navío á los vientos eramos llevados.

16. Y llevados de la corriente hácia una pequeña isla que se llama Clauda, apenas pudimos ganar el esquife,

17. el cual tomado, usaban de remedios ciñiendo el navío: y teniendo temor que no diesen en la sirte, bajadas las velas, eran así llevados.

18. Y habiendo sido atormentados de una vehemente tempestad, el siguiente dia echaron á la mar.

19. Y al tercer dia nosotros con nuestras manos echamos las obras muertas del navío.

20. Y no pareciendo sol ni estrellas por muchos dias, y viniendo una tempestad no pequeña, ya era perdida toda la esperanza de nuestra salud.

21. Y habiendo ya mucho que no comiamos, entonces Pablo puesto en pié en medio de ellos, dijo: Fuera de cierto conveniente, ¡oh varones! oirme á mí, y no partir de Creta, y evitar este inconveniente y el daño:

22. mas ahora os amonesto que tengais buen ánimo: porque ninguna pérdida habrá de persona de vosotros, sino solamente del navío:

23. porque esta noche ha estado conmigo el ángel de Dios, del cual yo soy, y al cual sirvo,

24. diciendo: Pablo, no tengas temor: es menester que seas presentado delante de César; y hé aquí, Dios te ha dado á todos los que navegan contigo.

25. Por tanto, ¡oh varones! tened buen ánimo: porque yo confio en Dios que será así como me ha sido dicho:

26. mas es menester que demos en una isla.

27. Empero venida la catorcena noche, y siendo llevados en el Adria, los marineros á la media noche sospecharon que estaban cerca de alguna tierra.

28. Y echando la sonda, hallaron veinte pasos; y pasando un poquito mas adelante, volviendo á echar la sonda, hallaron quince pasos.

29. Y teniendo temor de dar en lugares ásperos, echando cuatro anclas de la popa, deseaban que se hiciese de dia.

30. Entonces procurando los marineros de huirse del navío, echando el esquife á la mar, con parecer como que querian largar las anclas de proa,

31. Pablo dijo al centurion, y á los soldados: Si estos no quedan en el navío, vosotros no podeis salvaros.

32. Entonces los soldados cortaron los cabos del esquife, y dejáronle perder.

33. Y como se comenzó á hacer de dia, Pablo exhortaba á todos que comiesen, diciendo: Este es el catorceno dia que esperais y permaneceis ayunos, no comiendo nada:

34. por tanto os ruego que comais por vuestra salud: que ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá.

35. Y habiendo dicho esto, tomando el pan, dió gracias á Dios en presencia de todos: y partiendo, comenzó á comer.

36. Entonces todos teniendo ya mejor ánimo, comieron ellos tambien.

37. Y éramos todas las personas en el navío doscientas y setenta y seis.

38. Y hartados de comida, aliviaban el navío, echando el grano á la mar.

El naufragio

39. Y como se hizo de dia, no conocian la tierra: mas veian un golfo, que tenia orilla, al cual acordaban de echar, si pudiesen, el navío.

40. Alzando las anclas, se dejaron á la mar, largando tambien las ataduras de los gobernalles; y alzada la vela mayor al soplo del viento, íbanse á la orilla.

41. Mas dando en un lugar de dos aguas, el navío dió al través; y la proa hincada estaba sin moverse, y la popa se abria con la fuerza de la mar.

42. Entonces el acuerdo de los soldados era que matasen los presos: porque ninguno huyese escapándose nadando.

43. Mas el centurion, queriendo salvar á Pablo, estorbó este acuerdo; y mandó que los que pudiesen nadar, se echasen los primeros, y saliesen á tierra:

44. y los demás, parte en tablas, parte en cosas del navío: y así aconteció que todos se salvaron á tierra.