Génesis 2:21 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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I. La formación de la mujer, a fin de que fuese ayuda idónea para Adán. Observa: 1. Que Adán fue formado primero, después Eva (1Ti 2:13). Si el hombre es la cabeza, ella es la corona de su esposo y de la creación visible. El hombre era polvo refinado, pero la mujer fue polvo doblemente refinado, un paso más lejos de la tierra que el hombre. 2. Que Adán quedó dormido mientras su esposa era formada, como quien había descargado todo su cuidado en Dios con gozosa dejación de sí mismo y de todos sus asuntos en la voluntad y sabiduría de su Hacedor. Jehovájireh, que el Señor provea cuándo y a quien Dios le plazca. 3. Que Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán. Mientras no conoce el pecado, Dios se encargará de que no sienta dolor. 4. Que la mujer fue formada El original dice «edificó», o «construyó», del verbo banah = edificar, cuya raíz comporta imaginación e intuición (algo típicamente femenino). Esto arroja también luz sobre Mat 16:16, donde el tekton. («albañil», no sólo «carpintero») Jesús habla de edificar su Iglesia (su esposa).'>[[Nota]] de una costilla (es decir, del costado) de Adán; no fue hecha de su cabeza, como para tener dominio sobre él; ni de sus pies, como para ser pisoteada por él; sino de su costado, para ser igual a él, de debajo de su brazo para ser protegida, y de junto al corazón para ser amada.

II. El matrimonio de la mujer con Adán. El matrimonio es honroso pero éste fue seguramente el matrimonio más honroso que ha existido, ya que en él tuvo Dios una intervención directa a todo lo largo de su celebración. Los matrimonios (según dicen) se hacen en el Cielo; estamos seguros de que éste lo fue, porque el hombre, la mujer y el casamiento fueron obra de Dios mismo Él por su poder, hizo a ambos, y ahora, por su ordenación, los hizo uno. 1. Dios, como Padre de ella, condujo a la mujer hasta el hombre, como su otro yo, y la dio como ayuda idónea para él. La esposa que es hechura de Dios por gracia especial, y nutrida y criada por Dios por providencia especial, es probable que resulte la mejor ayuda idónea para el hombre. 2. De Dios, como Padre de él, la recibió Adán. Los dones que Dios nos otorga deben ser recibidos con humilde y agradecido reconocimiento a su sabiduría por acomodarlos a nosotros, y a su favor por conferírnoslos. Además, en señal de que la aceptaba, le puso un nombre, no para ella en particular, sino para todo su sexo en general: Será llamada varona, Ishah, un hombre del sexo femenino, distinguiéndose del hombre en sexo, pero no en la naturaleza.

III. La institución del matrimonio y el establecimiento de una ley para él (v. Gén 2:24). El reposo sabático y el matrimonio fueron dos instituciones del estado de inocencia, la primera para preservación de la religión, la segunda para preservación de la humanidad. Parece ser (por Mat 19:4-5) que fue Dios mismo quien dijo aquí: «Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer». 1. Ve aquí cuán grande es la virtud de una institución divina; sus lazos son más fuertes incluso que los de la naturaleza. 2. Véase también cuán necesario es que los hijos reciban el consentimiento de sus padres en lo tocante al matrimonio. 3. Ve cuánta necesidad hay tanto de prudencia como de oración al escoger esta relación, que es tan cercana y tan duradera. 4. Ve cuán firme es el vínculo del matrimonio, que no debe ser dividido ni debilitado por tener muchas mujeres (Mal 2:15), ni quebrantado o cortado por el divorcio, por ninguna causa, a no ser por concubinato o por voluntaria deserción del cónyuge incrédulo. Algunas denominaciones evangélicas admiten como causas legítimas de divorcio el adulterio y la deserción del cónyuge; otras, no admiten ninguna causa.'>[[Nota]] 5. Ve cuán cariñoso debería ser el afecto mutuo de esposo y esposa, como el que tenemos hacia nuestros propios cuerpos (Efe 5:28).

IV. Una prueba de la pureza y de la inocencia del estado en que fueron creados nuestros primeros padres (v. Gén 2:25). Ambos estaban desnudos. No necesitaban ropas para defenderse del frío ni del calor. Tampoco las necesitaban por decencia; estaban desnudos, pero no tenían motivo para estar avergonzados. No sabían lo que era vergüenza, como dice el texto caldeo. Quienes no tenían pecado en su conciencia no tenían por qué mostrar vergüenza en el rostro, aunque no llevasen ropas con que cubrirse.

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