Isaías 57:3 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Aquí se presenta una justa acusación contra la malvada generación de la que los justos son removidos, porque el mundo no era digno de ellos (Heb 11:38).

I. Los epítetos con que se les designa (v. Isa 57:3): «Hijos de la hechicera (o de la bruja), linaje del adúltero y de la fornicaria». El pecado es como brujería y adulterio, pues es apartarse de Dios y seguir al diablo. «Llegaos acá, dice el profeta al comienzo del versículo Isa 57:3, y os leeré la sentencia (v. Isa 57:4): ¿No sois vosotros hijos de transgresión y simiente de falsedad?» (lit.).

II. Los pecados concretos de que se les acusa.

1. Burlarse de Dios y de Su Palabra. Eran una generación de burlones (v. Isa 57:4): «¿De quién os estáis burlando? Pensáis que es solamente de los pobres profetas, a los cuales despreciáis y maltratáis, pero en realidad es de Dios mismo, cuyo mensaje profieren ellos». Torcer el rostro, abrir la boca y sacar la lengua (v. Isa 57:4), como hacían estos burlones, eran ya gestos de insulto y desprecio, como lo son ahora.

2. Idolatría. Éste era el pecado del que los judíos eran más notoriamente culpables antes de la deportación a Babilonia; pero aquel exilio los curó de él. Abundaba tal pecado en tiempos de Isaías, como lo testifican las abominables idolatrías de Acaz (al que algunos piensan que el profeta se refiere aquí en particular) y de Manasés.

(A) Tan enamorados estaban de sus ídolos que «ardían de lujuria (v. Isa 57:5) entre los terebintos (lit.), bajo cualquier árbol frondoso», al aire libre y en la sombra (v. Ose 4:13.). «La inmoralidad sexual formaba parte de los ritos idolátricos» (Slotki).

(B) Eran bárbaros y crueles hasta ser desnaturalizados en el culto que tributaban a sus ídolos, pues (v. Isa 57:5) sacrificaban a sus hijos en los valles, debajo de las hendiduras de las rocas (lit.), lugares oscuros y apartados, los más adecuados para tales obras de las tinieblas.

(C) Eran insaciables en sus idolatrías:

(a) Tenían dioses en los valles, cerca de las aguas (v. Isa 57:6): «En las piedras lisas del valle está tu porción; ellas, ellas son tu suerte». Dice Slotki: «Las piedras sin valor alguno son contrastadas con la grandeza de Dios, quien era la suerte del Israel leal (cf. Sal 16:5; Sal 119:57; Sal 142:6)». Si veían una piedra finamente alisada, le rendían culto en seguida (v. Isa 57:6): «… y a ellas derramaste libación y ofreciste oblación (lit.), como si esas deidades falsas te hubiesen dado la comida y la bebida».

(b) También tenían dioses en los montes y collados (v. Isa 57:7): «Sobre monte alto y empinado pusiste tu cama, esto es, un altar que fuese el lecho de tus impurezas; allí también subiste a ofrecer sacrificio». Como dice Slotki, «la imagen del lecho está insinuada por la estrecha relación entre idolatría e inmoralidad».

(c) Como si todo esto no fuese bastante, tenían también dioses familiares, los lares y penates de los romanos (v. Isa 57:8). El propio rabino Slotki declara que esta porción (vv. Isa 57:8.) es difícil: «Hallamos aquí no sólo dificultades de sintaxis, sino también alusiones oscuras». La versión (y paráfrasis) más probable del v. Isa 57:8 es la siguiente: «Y detrás de la puerta y de las jambas pusiste tu emblema (figura erótica de una deidad pagana v. Eze 16:17 ), porque apartándote de mí te descubriste y subiste (a los lugares altos mencionados en el versículo Isa 57:7) y ensanchaste tu cama, y te hiciste pacto con ellos (para cohabitar con ellos lo más probable, a la vista de la frase que sigue ) y amaste la cama con ellos cuando veías su mano (es decir, el gesto de su mano)». Slotki entiende aquí «la señal de invitar con el dedo». Otras versiones entienden (y a mi juicio nota del traductor es más probable) que se trata del órgano genital masculino. En todo esto se ve de ahí la oscuridad de las expresiones la suma delicadeza con que la Palabra de Dios trata este tema tan escabroso. No hay duda de que estamos ante la prostitución sagrada masculina, corriente entre los idólatras de Canaán.

3. Otro pecado del que se les acusa es confiar en la ayuda de extraños y entablar amistad con los poderes paganos y con sus deidades (v. Isa 57:9): «Y fuiste al rey con ungüento», donde el vocablo mélek, rey, es una referencia a Mólek o Mólok, deidad pagana, cuyo culto «se caracterizaba por ritos orgiásticos que culminaban en el sacrificio de un niño» (Moriarty). Allá iban con ungüentos y perfumes, ya fuese para embellecer su propio rostro y aparecer así más dignos de la amistad de Mólek o, más probable, como presentes que ofrecían a la deidad. Y a donde no podían llegar ellos, despachaban sus embajadores en busca de deidades extrañas, y les hacían consultar incluso a los dioses del abismo (hebr. sheol), y ejercitar la nigromancia (v. Isa 8:19).

III. Circunstancias agravantes de estos pecados.

1. Habían quedado decepcionados de estos procedimientos en otras ocasiones y, no obstante, continuaban sin convencerse de la necedad e inutilidad de tales métodos (v. Isa 57:10): «Te cansaste de tanto caminar, pero no dijiste: Me rindo, etc.». Quienes olvidan la única senda recta y segura, se pierden por mil atajos que ellos mismos habían descubierto.

2. Aunque estaban convencidos de que el camino que seguían era un camino de pecado, no podían ser persuadidos a arrepentirse de él, por cuanto habían hallado en él cierto placer y hasta prosperidad material (v. Isa 57:10): «Hallaste nuevo vigor en tu mano (es decir, a tu disposición); por tanto, no te desalentaste». Éstos eran también los sentimientos de Efraín cuando decía: «Ciertamente me he enriquecido; he hallado riquezas para mí» (Ose 12:8). La prosperidad en medio del pecado es un gran obstáculo para convertirse del pecado.

3. A causa de sus pecados, se habían portado muy indignamente con su Dios, pues daban a entender que la razón por la que le habían dejado era por ser demasiado terrible para ellos; era mejor pensaban tener otros dioses más accesibles y familiares. «Pero dice Jehová (v. Isa 57:11), ¿de quién te asustaste y temiste, para ser desleal?, etc.». El sentido de estas frases es más bien nota del traductor que «tenían miedo de los ídolos que derriba el viento (v. Isa 57:13), y no lo tenían de Dios, cuya Ley despreciaban» (Moriarty).

4. El silencio paciente de Dios les había incitado a rebelarse más y más contra Él (v. Isa 57:11): «¿No es porque he guardado silencio desde tiempos antiguos, por lo que nunca me has temido?» Se habían endurecido en el pecado por la paciencia con que Dios los había aguantado.

IV. Viene, pues, la resolución de Dios de llamarlos a cuentas (v. Isa 57:12): «Voy a declarar tu justicia (irónicamente, pues era una pretensión de justicia) y tus obras, que no te aprovecharán». Como si dijese: «Lo mismo de que te jactas se tornará para ti en confusión, pues de nada te va a servir lo que haces».

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