Job 27:11 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Ahora que el ardor de la disputa se acercaba a su fin, Job estaba dispuesto a reconocer hasta qué punto estaba de acuerdo con sus amigos, y dónde estaba la diferencia entre su opinión y la de ellos (v. lo dicho al comienzo de la sección anterior nota del traductor ).

1. Vemos que (A) Estaba de acuerdo con ellos en que los impíos son gente miserable, en que Dios tomará cuentas a los crueles opresores, y tomará en ellos venganza de las afrentas que han hecho a Dios y de los perjuicios que han causado a sus prójimos. Esta verdad es reconocida unánimemente, incluso por los que discutían con enojo sobre ella. Pero, (B) Diferían en lo siguiente: mientras ellos sostenían que los merecidos castigos caen sobre los malvados visiblemente y de inmediato, Job sostenía que, en muchos casos, los castigos no caen sobre ellos rápidamente, sino que son prorrogados por algún tiempo.

2. Job se dispone ahora a sacar este tema a plena luz (vv. Job 27:11, Job 27:12): «Yo os enseñaré, etc.» (A) Lo que les iba a enseñar: «En cuanto al poder de Dios», esto es, los propósitos de Dios con respecto a los malvados. «Esto, dice Job, no lo esconderé». En efecto, «las cosas reveladas son para nosotros y para nuestros hijos» (Deu 29:29). (B) El motivo por el que debían aprender las cosas que él les iba a enseñar (v. Job 27:12): «Todos vosotros lo habéis visto; ¿Por qué, pues, os habéis hecho tan enteramente vanos como para condenarme como impío por el hecho de que estoy atribulado?» (C) Va a poner delante de ellos la suerte que le espera al malvado: (vv. Job 27:13.) «Ésta es para con Dios la porción del hombre impío, etc.» (comp. Job 20:29). Su porción en el mundo puede ser riquezas y honores, pero su porción con Dios es ruina y miseria.

3. Job muestra, en efecto, que los impíos pueden en muchos casos, prosperar, pero les espera la ruina, pues ésa es su porción.

(A) Pueden prosperar en tener gran descendencia, pero les espera la ruina (v. Job 27:14): «Si sus hijos se multiplican, (a) Unos serán para la espada»: la espada de la guerra, la espada de la justicia o la espada del asesino; (b) Otros morirán de hambre: «Y sus pequeños no se saciarán de pan»; (c) «Los que queden los enterrará la muerte (lit.), es decir, la peste, que es llamada «muerte» en muchos lugares (v. Apo 6:8). Los enterrarán de prisa, sin solemnidad, y no los llorarán sus viudas.

(B) Pueden prosperar en reunir gran hacienda, pero también en esto les espera la ruina (vv. Job 27:16-18): «Aunque amontone plata como polvo tan abundante, especialmente entonces cuando no había carreteras asfaltadas y prepare ropa como lodo fácil de amontonar cuando llueve mucho ; la habrá preparado él, mas el justo se la vestirá, y el inocente repartirá la plata». El justo disfrutará honestamente de la riqueza que el impío acumuló deshonestamente. El inocente no se aferrará a su plata, sino que la repartirá a los pobres. El dinero es como el estiércol: hiede cuando se amontona, pero fertiliza los campos cuando se extiende. Aunque el rico haya edificado una suntuosa mansión para sí, será como telaraña que fácilmente se rompe y como cabaña de ramas que fácilmente se desmonta. Se sentía seguro, pero ha sido sacudido.

(C) Puede vivir por largo tiempo con salud y comodidades, pero le espera la destrucción también a su persona (v. Job 27:19): «Rico se acuesta, pero por última vez (lit. y no volverá a hacerlo)», es decir, ya no se acostará más como rico, pues cuando abra los ojos, nada tendrá. Esto le llenará de terror (v. Job 27:20) y, en medio de estos terrores, será arrebatado de su lugar como por una riada o un torbellino (vv. Job 27:20, Job 27:21. comp. Sal 1:4; Job 21:18). El impío tiembla al pensar que va a dejar este mundo y, más aún, al temer lo que puede sucederle en el otro. La muerte es para el justo como un sueño, del que despierta en brazos de su Padre, pero para el impío es un golpe de la dura mano de Dios, de la cual no puede escapar (v. Job 27:22). Quienes ahora no se dejen persuadir a volar a los brazos de la gracia de Dios, los cuales están abiertos para recibirles, no podrán huir de los brazos de la ira de Dios. Para colmo, también los hombres se alegrarán de la caída de los impíos (v. Job 27:23): Batirán palmas en su huida y lo corearán con silbidos, esto es, se quedarán contentos y satisfechos de ver en qué ha parado la arrogancia de quienes tenían a todos en un puño.

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