Significado de DOCTRINA Según La Biblia | Concepto y Definición

DOCTRINA Significado Bíblico

¿Qué Es DOCTRINA En La Biblia?

Verdades y enseñanza cristianas transmitidas de generación en generación como “la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Jud 1:3).
La doctrina se refiere a la enseñanza cristiana, y más específicamente, a la enseñanza cristiana sobre Dios, el evangelio y el sistema global de la verdad cristiana. La palabra doctrina significa “enseñanza” y por lo general se refiere al cuerpo de creencias aceptadas y sostenidas universalmente por la iglesia cristiana, y a las creencias específicas de las denominaciones y congregaciones en particular.
La iglesia cristiana no puede evitar la enseñanza, por lo cual debe formular un marco para la comprensión y enseñanza de los rudimentos básicos y los principios de la fe, y para desarrollar esas doctrinas de una manera más amplia y cabal. Sin dicho marco, la iglesia carece de un sistema coherente de creencias y recursos para discriminar entre las creencias verdaderas y las falsas. De este modo, la doctrina cumple un papel vital y necesario en la vida de la iglesia y del creyente. El enfoque bíblico de la doctrina no está basado en la noción de creencias estáticas y muertas sino en verdades vivientes valoradas y defendidas por todos los creyentes verdaderos.
El fundamento, fuente y autoridad para el desarrollo de la doctrina es la Biblia. Esta es “útil para enseñar” (2Ti 3:16) y establece la estructura, el contenido y la autoridad para el desarrollo de la doctrina.
La estructura de la doctrina cristiana se arraiga en el carácter de la Biblia como Palabra de Dios inerrante e infalible. Por ser revelación de Dios, la Biblia establece una estructura para el pensamiento y transmite la verdad en forma doctrinal. La doctrina se asienta claramente en la naturaleza proposicional de la revelación bíblica. Las Escrituras presentan una estructura unificada y exhaustiva de la verdad cristiana, y la iglesia tiene la responsabilidad de correlacionar estas verdades en un sistema integral de la verdad. El contenido de la doctrina cristiana deriva de una consideración cuidadosa de la totalidad de las enseñanzas bíblicas. Las doctrinas se desarrollan a medida que los cristianos buscan entender el contenido de la Sagrada Escritura y procuran expresar esas enseñanzas en forma comprensible y apropiada para instruir a los creyentes.
La autoridad de las doctrinas cristianas es la Biblia misma. En la formulación de la doctrina, la iglesia toma en cuenta otras autoridades. La experiencia revela a menudo la necesidad del cuidado doctrinal, y la doctrina cristiana verdadera se debe vivir con fidelidad y no ser recibida solamente como tema de interés intelectual. La razón es también importante en la formulación doctrinal porque las herramientas del razonamiento son indispensables para la tarea de expresar las verdades bíblicas en forma doctrinal. La tradición también cumple una función porque cada generación de cristianos hereda de las generaciones anteriores patrones de creencia y práctica. No comenzamos con tradiciones heredadas y una pizarra en blanco.
Sin embargo, la Biblia no puede funcionar simplemente como una autoridad entre otras tantas. La Biblia es la autoridad final y de control para todas las cuestiones de creencia y práctica cristiana. La experiencia, la razón y la tradición deben ser juzgadas por la Escritura, y ésta no puede ser juzgada por otras autoridades. Este principio ha caracterizado a la iglesia en los períodos en que tuvo fuerza y pureza doctrinal. Cuando se transige en la doctrina, las enseñanzas falsas y las herejías resultan inevitables. Este principio se expresó durante la Reforma al hablar de sola Scriptura, ya que solamente la Escritura es la autoridad final para toda formulación doctrinal y enseñanza cristiana verdadera.
Una vez instituidas, las doctrinas con frecuencia se expresan y enseñan a través de los catecismos, y se adoptan como credos y confesiones. Cada denominación cristiana expresa sus creencias en alguna forma doctrinal, ya sea rudimentaria o altamente desarrollada. Asimismo, cada cristiano debe tener una comprensión básica de la doctrina cristiana para poder responder a quien “demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1Pe 3:15).
La iglesia debe prestar atención constante a la doctrina porque las enseñanzas aberrantes y las herejías son una amenaza permanente para la integridad bíblica del pueblo de Dios. Como los cristianos de la antigua Berea, la iglesia debe examinar continuamente sus creencias por medio de la Escritura (Hch 17:11). Las herejías se deben confrontar y corregir con la autoridad de la Biblia. Los falsos maestros deben ser puestos a la luz y apartados de la comunión (1Ti 6:3-5; Tit 3:10) La iglesia no puede permanecer indiferente a las enseñanzas falsas sino que debe proteger la pureza de la fe cristiana verdadera en sumisión a la Biblia como Palabra de Dios.
Las doctrinas se deben formular, enseñar y transmitir de una generación a otra conforme a la sucesión establecida por los apóstoles (Hch 2:42; 2Ti 2:2). La fe “una vez dada” (Jud 1:3) debe ser cuidada, creída, defendida y protegida por los cristianos auténticos. Los padres son responsables de enseñarles con fidelidad a sus hijos, y los líderes de la iglesia de enseñarles a los hijos de Dios.
Ninguna formulación humana puede expresar la verdad cristiana de manera completa. Nuestras formulaciones doctrinales nunca llegan a cubrir la medida de la plenitud de la verdad bíblica. Sin embargo, la iglesia está llamada a expresar la estructura y el contenido de esa verdad y a ocuparse siempre de corregir las doctrinas por medio de la Escritura, buscando enseñar el evangelio y el modelo de la verdad bíblica tal como fueron recibidos inicialmente por los apóstoles.

R. Albert Moler (h)

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