Significado de SEXO, ENSEÑANZA BÍBLICA SOBRE EL Según La Biblia | Concepto y Definición

SEXO, ENSEÑANZA BÍBLICA SOBRE EL Significado Bíblico

¿Qué Es SEXO, ENSEÑANZA BÍBLICA SOBRE EL En La Biblia?

La Biblia trata el tema de la sexualidad humana desde una perspectiva holística sobre la intención y el diseño divino. En contraste con los rituales sexuales paganos y la obsesión moderna con el sexo, la Biblia lo ubica dentro del contexto total de la naturaleza, la felicidad y la santidad humanas.
Género y relación
Dios creó a los seres humanos como hombre y mujer, ambos a Su imagen (Gén 1:27). Por ende, el género no es meramente un accidente biológico ni un accidente social. El contraste y la manera como el hombre y la mujer se complementan revelan que el género sexual es parte de la bondad de la creación de Dios. Los esfuerzos modernos por redefinir o rediseñar el género son directamente contrarios a la afirmación bíblica sobre la distinción correcta entre lo masculino y lo femenino. Este patrón de distinción se afirma e impone en las indicaciones litúrgicas y las restricciones sobre la vestimenta, el largo del cabello, etc. Cualquier esfuerzo por confundir o negar las diferencias está expresamente prohibido, y las Escrituras se oponen a ello, tal como se observa particularmente en los códigos legales del AT.
La intención divina se presenta a lo largo de la Biblia como un patrón donde el hombre y la mujer se complementan, particularmente dentro de la institución del matrimonio. Ambos son iguales en dignidad y condición, pero existe un modelo de liderazgo masculino en el hogar y en la iglesia que se enfatiza tanto en pasajes descriptivos como instructivos (1Ti 2:8-15; 1Ti 3:1-7; 1Co 11:2-16; 1Co 14:34-38).
El sexo como regalo y responsabilidad
La Biblia coloca el sexo y la actividad sexual dentro del contexto más amplio de la santidad y la fidelidad. En este sentido presenta una explicación sincera y detallada del diseño de Dios para el sexo y su rol en la vida humana y la felicidad.
En primer lugar, los escritores bíblicos afirman que el placer de la sexualidad es un regalo de Dios. Cantar de los Cantares es un extenso poema de amor con imágenes literarias y lenguaje explícitamente eróticos. Confirma que el sexo es una fuente de placer e intimidad compartida entre el esposo y la esposa.
En segundo lugar, el regalo de la actividad sexual solo tiene su lugar dentro del contexto del pacto matrimonial. Unidos el uno al otro dentro de este pacto monógamo, el hombre y la mujer pueden estar desnudos sin sentir vergüenza (Gén 2:25). El testimonio de los escritores bíblicos es que las relaciones sexuales se limitan a esta relación pactada. Se condenan todas las formas de actividad sexual fuera del matrimonio, incluso el sexo prematrimonial (fornicación) y el adulterio (Éxo 20:14; Deu 22:22; 1Co 6:9-10). Al mismo tiempo, el esposo y la esposa deben cumplir con sus obligaciones conyugales y no abstenerse de la unión sexual (1Co 7:2-5).
En tercer lugar, si bien el placer es una de las bondades bíblicamente asociadas con la unión sexual (Pro 5:15-19), las Escrituras de modo sistemático vinculan la procreación con el acto matrimonial (Sal 128:3). El placer sexual y la procreación están vinculados de una manera sana y natural que evita la negación de parte de cualquiera de los dos. Las tecnologías anticonceptivas modernas no se conocían en los tiempos bíblicos, y la “mentalidad anticonceptiva” contemporánea que defiende el placer sexual como algo completamente desconectado de la procreación es ajena a la visión bíblica.
En cuarto lugar, los escritores bíblicos tratan con sinceridad el tema de la sexualidad humana. Pablo reconocía la existencia de pasiones sexuales (1Co 7:9) y advirtió a los que no recibieron el don del celibato que debían casarse en vez de permitir que sus pasiones se convirtieran en lujuria pecaminosa.
La Biblia también trata el tema del pecado sexual. Por ej., el relato del pecado de David con Betsabé expone el dolor y la vergüenza del adulterio. El horror de Pablo al enterarse del pecado sexual entre los corintios dio lugar a algunas de las enseñanzas más claras sobre la sexualidad y la santidad.
Sexo, santidad y felicidad
Los escritores bíblicos afirman que la sexualidad es una característica propia del cuerpo. Como seres humanos somos criaturas sexuales y, como criaturas sexuales, se nos insta a honrar a Dios con nuestro cuerpo (1Co 6:15-20). Dentro del contexto del pacto matrimonial, el esposo y la esposa tienen libertad para expresar amor mutuo, experimentar placer y unirse en el acto de procreación de la relación sexual. Esto agrada a Dios y no debe ser motivo de vergüenza.
Los escritores bíblicos vinculan santidad con felicidad. La verdadera felicidad humana se logra en el cumplimiento de la santidad sexual. El intento de gozar de la felicidad del sexo sin santidad es la raíz de las desviaciones sexuales.
Desviación sexual
Así como los escritores bíblicos presentan el sexo matrimonial como algo santo y natural, todas las otras formas de actividad sexual son condenadas y declaradas pecaminosas. Además del adulterio y la fornicación, la Biblia prohíbe expresamente la homosexualidad, la bestialidad, el incesto, la prostitución, la violación, la pederastia y toda otra forma de desviación sexual (Éxo 22:16-17; Éxo 22:19; Lev 18:6-18; Lev 18:22-23; Pro 7:1-27; Rom 1:26-27; 1Co 5:1-13).
La Biblia considera que la desviación sexual es un rechazo intencional a la autoridad de Dios como Creador y Señor (Rom 1:18-25). Tal como advierte Pablo, los que practican tales pecados no heredarán el reino de Dios (1Co 6:9-10). Tanto los escritores del AT como los del NT advierten que el pueblo de Dios no debe contaminarse ni corromperse con tales pecados. Es interesante notar que las prácticas sexuales de las distintas naciones paganas descriptas en el AT y los vicios sexuales del Imperio Romano del siglo I sean sorprendentemente similares a los de nuestros días.
La sexualidad es un maravilloso regalo de Dios y fuente de gran felicidad. Al mismo tiempo, cuando se expresa fuera del contexto de la fidelidad matrimonial, puede convertirse en una de las fuerzas más destructivas de la existencia humana.
El amor sexual matrimonial se expresa en la intimidad de la unión sexual que es fuente de placer como así también de procreación. Ambos son beneficios del acto y la relación matrimonial, y deben ser recibidos y aceptados con gratitud. Los escritores bíblicos enseñan que la verdadera felicidad sexual está inextricablemente vinculada con la santidad sexual que posea el creyente que vive para Dios.

R. Albert Mohle (h)

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