Las heridas del alma

Heridas del Alma – Soltando las Heridas

 

Propósito: 

Enseñar a las personas que ningún ser humano puede vivir con amargura porque la amargura es veneno contra el alma y que el perdón acarrea la sanidad de Dios en nuestra vida. 

 

INTRODUCCION

 

Ningún persona puede ser un mensajero de paz llevando amargura en su corazón, porque la amargura es veneno para el alma. Y un mensajero de paz, debe establecer la paz en su hogar, en su trabajo, en la iglesia, en cualquier lado  donde se encuentre. La amargura, puede transformar completamente el carácter de una persona; habrá en él: Dureza, severidad, rencor y odio, y por lo tanto, no será posible que su rostro, su corazón, su alma, todo su ser, reflejen la paz de Jesucristo. En vez de ser un mensajero de paz, será un mensajero de la amargura. 

 

El veneno de la amargura se manifiesta al hablar ya que el tema de conversación será las ofensas y las heridas sufridas. La amargura produce en la persona los deseos de venganza en contra de aquellos considerados como los causantes y responsables de la herida. La raíz de amargura se detecta, primeramente a través de lo que la persona dice y luego, en sus actitudes y acciones. Un espíritu amargo es difícil de tolerar, a menos que uno mismo lo posea. Entre amargados te veas. Un amargado, atrae a otros amargados. 

 

1. ¿CÓMO SE ORIGINA LA AMARGURA? 

 

Según el diccionario, la palabra amargura significa: Aflicción, sinsabor, disgusto, pesadumbre, melancolía. Y se  origina de la siguiente manera: Se recibe una ofensa y no se perdona. Al no perdonar, la ofensa se traduce en Ira. Posteriormente, la Ira se traduce en resentimiento. Y el resentimiento da lugar a la amargura. Sí la amargura no la eliminamos, le dará paso a la depresión. De allí que la Biblia, como el manual de la vida, nos invita a perdonar cuando hemos recibido una ofensa. 

 

En una ocasión, el apóstol Pedro, le preguntó a Jesús: ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aún hasta 70 veces siete (Mateo 18: 21-22) El apóstol San Pablo escribió en su epístola a los cristianos de feso, lo siguiente: Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, calumnias y toda malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo (Efesios 4:31-32) 

 

Un comentario adicional: De acuerdo con el mandato del apóstol, el vivir la vida  cristiana no consiste únicamente en observar una lista de prohibiciones, sino también en cultivar virtudes positivas. En el griego, la traducción mas acertada para la palabra sean es: Sigan demostrando ser benignos o bondadosos. Misericordiosos, significa: De corazón tierno. Perdónense mutuamente: La única manera de perdonar es por medio del perdón que nosotros mismos hemos recibido ya de Cristo. Sí hemos recibido el perdón, también debemos darlo a los que nos ofenden. 

La amargura deja en las personas una secuela de relaciones destruidas. A la persona amargada le preocupa muy poco interrumpir la amistad con una persona; así mismo, con frecuencia manifiesta dureza y severidad. El precio de la amargura es muy alto, no hay quien sobreviva a su veneno. Al estar encerrada en si misma, la persona amargada es invadida por la soledad. 

 

2. LAS CONSECUENCIAS DE LA AMARGURA. 

 

La Biblia enseña que las relaciones interrumpidas provocan obscuridad a la vida. El apóstol Juan escribió:  Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a donde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos (1 Juan 2:11) 

El rechazo es una forma de odio. Cuando una persona rompe una relación está eligiendo odiar. Cuando hay odio, las tinieblas llegan y el rumbo se pierde. Se pierde la perspectiva de la vida y todas las relaciones son distorsionadas. Su juicio se vuelve defectuoso La ruptura de relaciones lleva a la persona a ser insensible. Nadie puede sobrellevar la carga de relaciones destruidas sin llegar a endurecerse. La dureza empieza a invadir el alma. La persona se vuelve inconsciente de las heridas que pueda estar causando a los demás, a través de palabras, acciones y actitudes. La persona encerrada en sí misma, la influyen sentimientos egocéntricos y no considera los sentimientos y necesidades de otros. Este endurecimiento del alma lleva a la persona a perder la capacidad de sentir y el alma que no siente está muerta. La destrucción de  relaciones causa inmadurez. La madurez emocional se obtiene con base en la interacción sana con otros individuos y se ve detenida u obstaculizada en su desarrollo, cuando nos negamos a mantener relaciones sanas. 

En otras palabras, una persona aislada, no madura. La amargura es veneno para el alma y la consecuencia más grave es que nos separa de Dios. Esta advertencia quedó clara de parte del autor de la epístola a los Hebreos: Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella, muchos sean contaminados (Hebreos 12:15). 

Esta raíz de amargura no solo contamina a la persona que la lleva, sino a todos aquellos que lo rodean. 

 

3. SOLTANDO LAS HERIDAS. 

 

Un caso real para ilustrar: Pocas parejas podían disfrutar del compañerismo y la amistad que Lupita y Juan le brindaban a José Luis y a Elena. En estas dos parejas había identidad, amistad, amor, cariño y comprensión. Disfrutaban al máximo las  salidas, compartiendo experiencias y diversiones en común. Durante el verano, las dos parejas hacían planes para salir de vacaciones con sus hijos y procuraban estar pendientes de las necesidades de unos y otros. Lupita había trabajado muy duro durante los primeros años de su matrimonio para ayudar a Juan, su esposo, a pagar sus estudios y ahora ellos podían disfrutar de la comodidad económica por el buen sueldo y la buena posición de Juan. Sus hijos vinieron a coronar esa felicidad. La vida les sonreía y todo caminaba perfecto. Tenían una buena casa, buenos autos, sus hijos iban a buenos colegios, etc. Lupita cuidaba con frecuencia a los niños de José Luis y Elena, debido a que ellos trabajaban hasta muy tarde en su oficina; por la noche pasaban por ellos y aprovechaban para charlar y cultivar la amistad. 

Así pasaban los días y las semanas y los meses hasta que, de pronto, aparecieron los nubarrones en ambos hogares. Un buen día, Juan le pidió el divorcio a Lupita, y a su vez,  Elena a José Luis, anunciándoles que estaban enamorados desde hacía un buen tiempo y que lo habían comprobado; que ambos eran correspondidos; Que habían platicado en varias ocasiones y habían acordado pedirles el divorcio a ella y a José Luis para casarse. El divorcio se llevó a cabo y en un momento, los dos hogares quedaron destruidos. Lupita y José Luis se quedaron con los niños. Sus mejores amigos los habían traicionado y ambos quedaron con una herida tan profunda que parecía nunca lo podrían superar. La reacción natural de ambos fue buscar la venganza, llenos de odio y amargura, pero Lupita, después de un tiempo de intenso dolor, descubrió la libertad de vivir sin heridas ni resentimiento. 

¿Cómo hubiéramos reaccionado cada uno de nosotros ante una situación similar con nuestra pareja? Seguramente de la misma manera: Con el odio y el desprecio en primero lugar; el resentimiento y la amargura, después. 

 

Antes de explicar lo que hizo Lupita, quisiera repasar algunos  versículos del Libro de los Proverbios del Rey Salomón, capítulo 16: Con misericordia y verdad, se corrige el pecado (Verso 6) Cuando los caminos del hombre son agradables a Dios, aún a sus enemigos hace estar en paz con él (Verso 7) Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu (Verso 18) Mejor es humillar el espíritu con los humildes que repartir despojos con los soberbios (Verso 19) Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte (Verso 25) En este capítulo, el Rey Salomón instó a entender que la verdadera libertad es posible solo dentro de la esfera de una vida centrada en Dios, para lo cual l nos creó. Por contra, la esclavitud viene ineludiblemente a todo aquel que ignora de verdad de Dios. La esclavitud llega cuando nos dejamos gobernar por la rebeldía, el orgullo, la arrogancia, los pleitos, y los conflictos maliciosos.

tomado de:elrefugiocristiano

Y nosotros hemos conocido y creido el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. I Juan 4:16

Dios te bendiga…
Hmna. Marlenys Meza

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí