Apocalipsis 12:7 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En este momento vemos que se entabla una gran batalla en el cielo. Dicen así dichos versículos en la NVI: «Y se produjo una guerra en el cielo. Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón, y el dragón y sus ángeles respondieron al ataque; pero no tuvo el dragón fuerza suficiente, y perdieron su lugar en el cielo. Fue arrojado abajo el gran dragón aquella antigua serpiente, llamado el diablo o Satanás (lit. y Satanás), que extravía al mundo entero. Fue precipitado a la tierra, y sus ángeles con él».

1. La guerra que aquí se menciona (v. Apo 12:7) puede simbolizar aquí un intento, por parte de las potestades diabólicas, de acabar con el hijo ascendido al cielo. Recordemos una vez más que la Biblia sitúa estas potestades en el cielo atmosférico (v. Efe 6:10-12), desde donde Satanás dirige su estrategia contra los santos de la tierra y controla los poderes de este mundo. Allí es donde Cristo, mediante la obra de la Cruz, venció al diablo y le desposeyó legalmente del poder sobre la humanidad (Efe 4:8).

2. Ahora (v. Apo 12:8) Miguel, el arcángel protector de Israel (v. Dan 10:13; Dan 12:1; Jud 1:9), dirige la batalla y vence a Satanás y a sus ángeles, siendo éstos arrojados a la tierra. Desde el cielo atmosférico (puesto de mando y base de operaciones del diablo), Satanás es arrojado a la tierra, antes que el Anticristo asuma su reino temporal, terrible. Sólo al final de la Gran Tribulación, y antes de inaugurarse el Milenio, es cuando Satanás es arrojado al abismo (Apo 20:3). No estamos, pues, de acuerdo con Hendriksen cuando identifica la lucha del presente capítulo con el prendimiento del diablo en el capítulo Apo 20:1-15.

3. En efecto, el versículo Apo 12:9 nos dice que el diablo fue arrojado a la tierra. Lo mismo que en Apo 20:2, también en Apo 12:9 hallamos todos los apelativos que la Biblia da al diablo, con lo que se le puede identificar con toda facilidad:

(A) «El gran dragón» nos lo identifica con la monstruosa primera Bestia del presente capítulo, que, en el versículo Apo 12:17 y Apo 13:1, aparece de pie sobre la arena del mar para dar la bienvenida y el poder al Anticristo que va a subir de las aguas del mar. Ésta es la Bestia que pidió ser adorada por Jesucristo (v. Mat 4:9; Luc 4:7) y dará el mismo poder y autoridad al Anticristo (Apo 13:4, Apo 13:8).

(B) «La serpiente antigua» lo identifica como el que, en el principio de la historia de la humanidad, sedujo a nuestros primeros padres y les hizo caer, arruinando así a toda su descendencia (Gén 3:1.).

(C) «Diablo» es su nombre más conocido, y exclusivo de él, pues sus ángeles son demonios; nunca los llama «diablos» la Biblia, aunque equivocadamente sean llamados así por muchísima gente. El vocablo gr. diábolos (de diá a través y bállein arrojar ) significa «el que lanza una acusación calumniosa». Es, pues, Satanás un acusador malicioso y de mala intención: la de oscurecer la gloria de Dios y hacer daño a los hijos de Dios (v. Job 1:1-22 y Zac 3:1-10). En este sentido, es un perverso Fiscal, presto siempre a hablar mal de nosotros ante el Juez Supremo, buscando nuestra condenación. Nuestro consuelo es saber que, frente a ese Fiscal, tenemos un Abogado permanente (Rom 8:33, Rom 8:34; Heb 7:25, Heb 7:26; 1Jn 2:1, 1Jn 2:2), el «Ángel de Jehová» de Zac 3:1, Zac 3:2, presto siempre a hablar bien de nosotros, no por méritos nuestros, sino por la gracia de Dios.

(D) «Y Satanás». Así como «diablo» es el término griego, en el sentido de «acusador de mala intención», «Satanás» es el vocablo hebreo (hebr. satán) que designa al «adversario», ya que el diablo es el enemigo número uno de Dios y de los hombres. En este sentido es lo que en griego se llama antídikos, acusador demandante en un juicio (comp. con Mat 5:25.), pero de mala intención, ante el tribunal de Dios. Dice el Prof. Grau (ob. cit., págs. 205, 206):

Después de realizada la obra redentora de la cruz, Dios nos mira a través de la perfecta justicia de Jesucristo y así las acusaciones del Enemigo no surten ningún efecto. Cierto, el diablo prosigue su tarea de acusación contra «nuestros hermanos» y contra nosotros mismos, pero la obra expiatoria del Calvario ha sido realizada y consumada.

4. De Satanás dice el mismo versículo Apo 12:9, al final, que es «el que extravía (o engaña) al mundo entero» (lit. a toda la tierra habitada el mismo vocablo de Apo 3:10 y Apo 16:14, entre otros lugares del Nuevo Testamento). Nótese que el verbo está en presente continuativo. Éste es su oficio desde el principio (Gén 3:1.), de tal manera que la mentira es ahora parte de su naturaleza (Jua 8:44; 2Ti 3:13; 2Jn 1:7). Si ahora el engaño que produce es tan deplorable, ¿qué será durante el imperio del Anticristo? ¡Y de cuántas maneras engaña el diablo a los hombres! Dice también, a este respecto, Grau (ob. cit., pág. 207):

Actualmente, el Adversario sigue engañando a los hombres mediante falsas religiones que niegan la divinidad de Jesucristo, el hecho del pecado, la necesidad del Salvador y de la cruz, y hasta la misma existencia de Satanás. Opera a través de ideologías anticristianas y de dirigentes impíos que tratan de eliminar el testimonio cristiano de sobre la faz de la tierra. También lo hace por medio del auge del ocultismo y el atractivo de los modelos de vida materialistas. Su obra maestra, sin embargo, actualmente estriba en convencer a la gente de que no existe y que creer en él es retroceder a la mentalidad medieval.

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