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    2 Reyes 5 - Reina Valera 1995

    Eliseo y Naamán

    1. Naamán, general del ejército del rey de Siria,[1] era un hombre que gozaba de gran prestigio delante de su señor, quien lo tenía en alta estima, pues por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este un hombre valeroso en extremo, pero leproso.

    2. De Siria habían salido bandas armadas que se llevaron cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual se quedó al servicio de la mujer de Naamán.

    3. Esta dijo a su señora: --Si rogara mi señor al profeta que está en Samaria,[2] él lo sanaría de su lepra.

    4. Naamán fue y se lo relató a su señor diciendo: "Esto y esto ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel".

    5. Y el rey de Siria le respondió: --Está bien, ve y yo enviaré una carta al rey de Israel. Salió, pues, Naamán, llevando consigo diez talentos de plata, seis mil piezas de oro y diez mudas de vestidos,

    6. y también le llevó al rey de Israel una carta que decía: "Cuando recibas esta carta, sabrás por ella que yo te envío a mi siervo Naamán para que lo sanes de su lepra".

    7. Luego que el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestidos y dijo: "¿Acaso soy yo Dios, que da vida y la quita, para que este me envíe a un hombre a que lo sane de su lepra? Considerad ahora y ved cómo busca ocasión contra mí".

    8. Cuando Eliseo, el varón de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: "¿Por qué has rasgado tus vestidos? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel".

    9. Llegó Naamán con sus caballos y su carro y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.

    10. Entonces Eliseo le envió un mensajero a decirle: "Ve y lávate siete veces en el Jordán; tu carne se restaurará y serás limpio".

    11. Naamán se fue enojado diciendo: "Yo que pensaba: "De seguro saldrá enseguida, y puesto en pie invocará el nombre de Jehová, su Dios, alzará su mano, tocará la parte enferma y sanará la lepra".

    12. Abana y Farfar,[3] ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavo en ellos, ¿no quedaré limpio[4] también?" Y muy enojado se fue de allí.

    13. Pero sus criados se le acercaron y le dijeron: --Padre mío, si el profeta te mandara hacer algo difícil, ¿no lo harías? ¿Cuánto más si solo te ha dicho: "Lávate y serás limpio"?

    14. Descendió entonces Naamán y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios, y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.

    15. Luego volvió con todos sus acompañantes adonde estaba el hombre de Dios, se presentó delante de él y le dijo: --Ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas un presente de tu siervo.

    16. Pero él dijo: --¡Vive Jehová, en cuya presencia estoy!, que no lo aceptaré. Y aunque le instaba a que aceptara alguna cosa, Eliseo no quiso.

    17. Entonces Naamán dijo: --Te ruego, pues, ¿no se dará a tu siervo de esta tierra la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová.[5]

    18. En esto perdone Jehová a tu siervo: cuando mi señor, el rey, entre en el templo de Rimón[6] para adorar allí, y se apoye sobre mi brazo, si yo también me inclino en el templo de Rimón, si hago tal cosa, que Jehová perdone en esto a tu siervo.[7]

    19. Eliseo le respondió: --Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra.

    20. Entonces Giezi, criado de Eliseo, el varón de Dios, pensó: "Mi señor ha dejado marchar a este sirio, Naamán, sin aceptar de sus manos las cosas que había traído. ¡Vive Jehová, que correré tras él a ver si obtengo alguna cosa!"

    21. Siguió Giezi a Naamán, y cuando Naamán vio que venía corriendo detrás de él, se bajó del carro para recibirlo, y le preguntó: --¿Va todo bien?

    22. --Todo bien --respondió él--. Pero mi señor me envía a decirte: "Acaban de venir a verme de los montes de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata y dos vestidos nuevos".

    23. Naamán dijo: --Toma, por favor, los dos talentos. Le insistió y ató los dos talentos de plata en dos bolsas, junto con dos vestidos nuevos, y lo dio todo a dos de sus criados para que lo llevaran a cuestas delante de Giezi.

    24. Cuando llegó a un lugar secreto, lo tomó de manos de ellos y lo guardó en la casa. Luego mandó a los hombres que se fueran.

    25. Entonces entró y se presentó ante su señor. Eliseo le dijo: --¿De dónde vienes, Giezi? --Tu siervo no ha ido a ninguna parte --respondió él.

    26. Pero Eliseo insistió: --Cuando aquel hombre descendió de su carro para recibirte, ¿no estaba también allí mi corazón?[8] ¿Acaso es tiempo de tomar plata y tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas?

    27. Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de su presencia leproso, blanco como la nieve.