Ezequiel 9:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. Se convoca a los destruidores de Jerusalén. Varios ángeles, en forma humana, reciben el encargo de dejar devastada la ciudad que hasta hace pocos años tenían a su cargo proteger y vigilar (v. Eze 9:1). Están ya preparados como ángeles destructores, ministros de la ira de Dios, pues «cada uno traía en su mano su instrumento para destruir» (vv. Eze 9:1, Eze 9:2), como el ángel que guardaba el acceso al árbol de la vida con una espada flamígera.

2. De inmediato se nos notifica su llegada (v. Eze 9:2): «Y he aquí que seis varones venían, etc.», uno por cada una de las puertas principales de Jerusalén. Las naciones de las que se componía el ejército del rey de Babilonia, las cuales eran seis según la opinión de algunos, y los jefes principales de tal ejército (que algunos cuentan como seis en la enumeración de Jer 39:3), pueden ser llamados los «cuchillos de matarife» en manos de estos ángeles. Venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte (probablemente, la misma que mandó construir el rey Jotam (v. 2Re 15:35), ya fuese porque los caldeos vinieron por el norte (Jer 1:14), o porque la imagen del celo estaba a la entrada de la puerta … que mira hacia el norte (Eze 8:3, Eze 8:5).

3. El relieve que se da a uno de dichos ángeles; aunque se dice que estaba (v. Eze 9:2) entre ellos, es obvio que no era uno de ellos. Este varón iba vestido de lino, como los sacerdotes, y traía a la cintura un tintero (lit. un cuerno) de escribano, como lo llevaban antiguamente los secretarios, así como los abogados y los fiscales de un tribunal. De él iba a hacer uso este varón, así como los otros usarían sus instrumentos para destruir. Aquí, los honores de la pluma sobrepujaban a los de la espada, pues, según opinión unánime de los exegetas cristianos, este varón no era otro que el Mediador, el Cristo preencarnado, dispuesto a salvar a los Suyos de la flamígera espada de la justicia divina. Como sumo sacerdote, va vestido de lino y, como profeta, lleva el tintero de escribano, pues el Libro de la Vida es el Libro del Cordero y toda la Biblia es, en cierto modo, la revelación de Jesucristo. ¡En medio de los destruidores está el Mediador, nuestro gran sumo sacerdote!

4. La retirada de la apariencia de la gloria divina de sobre los querubines al umbral de la casa (v. Eze 9:3); según Fisch, «al umbral del Lugar Santísimo». Por comparación con Eze 8:4, es probable que se aluda aquí al mismo despliegue de gloria divina que el profeta había visto en otras ocasiones. Ezequiel observa inmediatamente que la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el que estaba. Y, ¿qué es una visión de ángeles, si Dios se ha marchado? En cuanto al singular «querubín», en lugar del acostumbrado plural, dice el Talmud (citado por Fisch) que «la retirada de la Presencia Divina antes de la invasión de Jerusalén ocurrió en diez etapas, y fueron las dos primeras desde la cubierta del Arca a uno de los querubines, y desde él al otro querubín».

5. El encargo que se da al varón vestido de lino para que preserve de la general desolación al piadoso remanente. No leemos que este varón fuese llamado como lo fueron los seis que venían a destruir, porque Él siempre está en la presencia de Dios para interceder por nosotros. Los que habían de ser marcados eran (v. Eze 9:4) «los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella (de Jerusalén)». El vocablo hebreo para señal es precisamente taw, nombre que se le da a la última letra del alfabeto hebreo. Salta a la vista la semejanza con lugares como Apo 7:1-3. Ch. L. Feinberg dice sobre esto:

Los escritores judíos han explicado el uso de la última letra del alfabeto hebreo (que es literalmente «marca» o «señal») como una marca en tres aspectos: (1) por ser la última letra, indica algo completo; (2) es la primera letra del vocablo «torah» (ley); o (3) es la primera letra en el vocablo hebreo para «vivirás». De paso, también es la primera letra en el vocablo hebreo para «morirás». Los intérpretes cristianos han visto una alusión un tanto profética a la señal de la cruz. En la antigua escritura, la última letra del alfabeto hebreo (taw) tenía la forma de una cruz».

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