Estudio Bíblico | Explicación de Ezequiel 40:1 | Comentario Bíblico Online
1. La fecha de esta visión. Fue el año 25 de la cautividad de Ezequiel (v. Eze 40:1), a los catorce años después que la ciudad fue tomada. Puesto que Ezequiel, como el rey Joaquín, fue al cautiverio el año 597 a. de C., la fecha de la presente profecía es 572 a. de C. Y como la visión de la Merkabah o carroza de los querubines (Eze 1:1) tuvo lugar el año 30 del último Jubileo (es lo más probable), también esta otra visión del nuevo templo ocurrió al comienzo de un año jubilar. Dice Kimchi, citado por Fisch: «El comienzo del año jubilar, que es también el Día de la Expiación, cuando los esclavos recobraban su libertad, y los pecadores obtenían el perdón de sus transgresiones, era así el día más apropiado para la visión que presentaba la redención de Israel y la reedificación del Templo».
2. El profeta fue transportado en visión (v. Eze 40:2), como otras veces, a la tierra de Israel. Aunque ahora estaba desolada, Ezequiel va a tener ahora una agradable perspectiva de la gloria que el futuro reserva a Israel. La mano de Jehová (v. Eze 40:1) fue la que le llevó allá y le puso (v. Eze 40:2) sobre un monte muy alto, como a Moisés en la cima del Pisgá (Deu 34:1), para ver aquella tierra que, por segunda vez, era ahora una Tierra Prometida. Desde la cumbre del monte (sin duda, Sion) vio Ezequiel «alzarse, como la construcción de una ciudad, el grandioso complejo del futuro templo jerosolimitano» (Asensio). Tan grande era el templo que Ezequiel lo ve en proporciones semejantes a las de una ciudad. Y será como una ciudad en la que los israelitas se sentirán a sus anchas, pues la gloria de Dios habitará de nuevo allí.
3. El mensajero que le va a explicar a Ezequiel las características del nuevo templo era un varón cuyo aspecto era como aspecto de bronce (v. Eze 40:3, comp. con Eze 1:7), «evidentemente el Ángel de Jehová, esto es, el Señor mismo (Eze 44:2, Eze 44:5)» (Ryrie). Feinberg hace notar que «el bronce era, en realidad, cobre, con el significado simbólico de fuerza (1Re 4:13; Job 40:18), firmeza inconmovible (ya sea para el bien o para el mal, Jer 1:18; Jer 15:20; Isa 48:4) y juicio (Deu 28:23; Lev 26:19; Miq 4:13)». Incluso en ese templo, es Cristo el que da acceso a los beneficios y privilegios de la casa de Dios.
4. Las dimensiones de este templo, grande como una ciudad, se toman con un cordel de lino (v. Eze 40:3) y una caña de medir. «El primero se usaba para medidas grandes, y la segunda para pequeñas» (Fisch).
5. Al profeta (v. Eze 40:4) se le ordena que ponga mucha atención (lit. pon tu corazón; comp. con Pro 23:26) en todo lo que se le va a decir, ya que él, a su vez, ha de informar a la casa de Israel de todo lo que vaya viendo.
