FE | Historias Bíblicas | Ilustraciones | Anécdotas Para Predicar

Historias Cristianas | Ilustraciones | Anécdotas de la Biblia Sobre FE para predicar en sermones

NUESTRA MAESTRA NO TIENE CEREBRO

Una maestra que no quiero decir su nombre, quiso demostrar a sus niños de primaria que Dios es un mito. La clase ocurrió así:MAESTRA: Hoy vamos a aprender que Dios no existe. (Entonces, dirigiéndose a uno de los niños dice:) ¿Tito, ves el árbol allá afuera?TITO: Si, maestra.MAESTRA: ¿Tito, ves la hierba?TITO: Si, maestra.MAESTRA: Vete afuera y mira hacía arriba y dime si ves el cielo.TITO: (Regresando unos minutos mas tarde) Si, vi el cielo, maestra.MAESTRA: ¿Y vistes a Dios?TITO: No, maestra.MAESTRA: Esto es exactamente mi punto. Podemos ver todo lo que existe, pero no podemos ver a Dios porque El no existe. Es un cuento.En ese momento, María, una compañera de Tito, pidió a la maestra si podría hacerle mas preguntas a Tito.La maestra, algo sorprendida, accedió.MARIA: ¿Tito, ves los árboles afuera?TITO: Si.MARIA: ¿ves la hierba?TITO: (ya aburrido de tantas preguntas, contesta) SiiiiiiiiiMARIA: ¿ves a la maestra?TITO: SiiiiiiMARIA: Todo lo que existe se ve, ¿cierto?TITO: SiiiiMARIA: ¿ves el cerebro de la maestra?TITO: Noooo.MARIA: Entonces, Tito, según nos han enseñado hoy, ¡nuestra maestra no tienecerebro!Hebreos 11:1

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven.Tener FE es saber que si Dios me saca o no de mis pruebas o tribulaciones, yo sigo creyendo que Dios me ama.Aumenta tu fe cada dia mas y mas, y Dios hara grandes cosas en tu vida. Sometido por Ruben Chapa

CITAS SOBRE LA FE

El «entendimiento» es la recompensa de la «fe». Así que, no busques entender para poder creer, sino debes de creer para poder entender. Agustino Fe para sacarme de mi tribulación no es «fe en Dios». La fe significa que, aunque me saque o no, seguiré creyendo que Dios es Amor. Algunas cosas solamente se aprenden en horno de fuego. Osvaldo Chambers La fe no opera en el reino de la posibilidad. No hay gloria para Dios en lo que es humanamente posible. La fe empieza donde termina el poder del hombre. Misionero Jorge Muller La prueba más grande del cristianismo para otros no es qué tan lejos un hombre puede llegar a analizar lógicamente sus razones por creer, pero qué tan lejos puede poner en práctica su voluntad para arriesgar su vida a su creencia. T. S. Eliot Si crees que puedes o que no puedes, tienes razón. Henry Ford

HUDSON TAYLOR Y EL VIENTO

Cuando el gran misionero Hudson Taylor fue a China, viajó en un barco de velas. Mientras que se acercaban a la Península de Malay y la isla de Sumatra, el misionero escuchó a alguien tocando la puerta de su cabina. Al abrir la puerta, encontró al capitán diciendo, «Señor Taylor, no hay viento. Estamos acercándonos a una isla donde temo se encuentra puros caníbales.»»¿Qué puedo yo hacer?», preguntó el señor Taylor. El capitán respondió, «Yo entiendo que tú eres un cristiano y que crees en Dios. Necesito que ores a Dios para que nos mande viento.» «Está bien, capitán, yo lo haré. Pero primero tu necesitas levantar y abrir las velas». «Pero eso sería una locura», dijo el capitán. «No hay nada de viento. Además, los marineros creerán que soy loco.» Pero después de mucha insistencia de parte del misionero, se sometió a lo que le exigía.Después de cuarenta y cinco minutos, el capitán regresó para encontrar al misionero Taylor todavía sobre sus rodillas orando. «Puedes dejar de orar ahora», dijo el capitán. «No sabemos ni qué hacer con todo el viento que tenemos.»

La fe honra a Dios y Dios honra a la fe

Por 10 años, misioneros a Botswana, Roberto y Mary Moffat, trabajaron fielmente sin ni un rayo de ánimo para iluminar su camino. No pudieron reportar ni una sola conversión. En fin, los directores de su misión empezaron a cuestionar la sabiduría en continuar el trabajo. Pero el pensamiento de dejar su trabajo trajo gran desanimo a esta pareja tan entregada, porque estaban seguros que Dios estaba en sus labores y que con tiempo, podrían ver a la gente entregándose a Cristo. Continuaron en su trabajo, y por los próximos dos años solo reinó la oscuridad. Fue entonces que un amigo en Inglaterra mandó palabra a los Moffats que quería mandarles un regalo y preguntó que es lo que más querían. Confiando de que Dios, tarde que temprano estuviera bendiciendo su trabajo, la señora Moffat respondió, «Mándanos un equipo para tomar la Santa Cena porque estoy seguro de que pronto lo necesitaremos.» Dios honró la fe de esta preciosa mujer. El Espíritu Santo conmovió los corazones de la gente del pueblo y pronto tenían un grupo de seis convertidos y se unieron para formar la primera Iglesia cristiana en este país. Se tardo en llegar el equipo de la Santa Cena, pero lo importante es que llegó un día antes de que esta Iglesia celebrara su primer Santa Cena.

YO SÍ TE PUEDO VER

Una noche se prendió de fuego una casa y el joven fue forzado a subir al techo. Su padre estuvo parado afuera con sus brazos extendidos gritando al joven, «¡brinca hijo y yo te agarro!» Él supo que, para salvar su vida, el joven tenía que saltar. Pero la única cosa que el joven podía ver era las llamas del fuego, humo y oscuridad. Como se puede imaginar, el joven tenía miedo saltar desde el techo. Su padre continuo gritando, «¡Brinca hijo! ¡Yo te agarro!» Pero el joven protestó diciendo, «Pero papá…..es que no te veo.» El padre respondió, «Pero hijo, la única cosa que importa aquí es que yo sí te puedo ver.»

FE Y LAS OBRAS

Según Guillermo Booth, fundador del Ejército de la Salvación, «La fe y las obras deberán de andar lado a lado. Es como tu piernas. Primero fe, y luego obras; luego fe, y luego las obras — hasta que uno casi no puede distinguir la una de la otra. Guillermo Booth in el «Mensaje A Soldados», «El Cristianimo Hoy» (Christianity today), 5 de Octubre de 1992

UN HORNO FERVIENTE

Fe por mi liberación no es fe en Dios. Fe significa, ya sea que haya sido liberado físicamente o no, me voy a apegar a mi creencia de que Dios es amor. Hay algunas cosas que solo se pueden aprender en un horno ferviente. Oswald Chambers, Run Today’s Race

CREYÓ EN LA PALABRA DEL PRÍNCIPE

Cuenta la historia que un hombre fue condenado a muerte. cuando ya iba a ser decapitado, el príncipe que era el encargado de la ejecución le preguntó si tenía algo que pedir. Todo lo que el reo pidió fue un vaso de agua. Cuando se la trajeron, temblaba tanto que no pudo acercar el agua a sus labios.Entonces el príncipe le dijo que se tranquilizara, pues nada le sucedería hasta que hubiese terminado de beber esa agua.El hombre confió en la palabra del príncipe, y arrojó el vaso al suelo. No pudieron recogir el agua derramada, y así el reo se salvó.Mi amigo, tú puedes ser salvo ahora, creyendo en la Palabra de Dios. El agua de vida se ofrece ahora a todo el que quiera tomarla. Toma de ella y vivirás.D. L. Moody

EL CRISTIANO ES UN HIJO DEL REY

Se dice que en cierta ocasión el Emperador Napoleón I se encontraba delante de un grupo de soldados, cuando de repente su caballo se desbocó; entonces un soldado raso se lanzó hacia el caballo, y, cogiendo el freno del caballo, pudo pronto detenerlo. Se dice que Napoleón saludó al soldado raso y le dijo: «gracias, mi capitán». El soldado se sorprendió al oír a Napoleón decirle «capitán», pues él era un simple soldado raso, pero inmediatamente pensó que se encontraba delante de Napoleón, y que si él quería, podía hacerlo capitán. Así que, saludó a su Emperador y le preguntó: «¿De qué regimiento, mi Emperador?» El emperador le contestó: «De mi guardia personal.» Aquel soldado raso se presentó como capitán ante el jefe de la guardia personal de Napoleón; el oficial, viéndolo con uniforme de soldado raso, le preguntó: «¿Capitán, por órdenes de quién? – «por órdenes de mi emperador, Napoleón I.»En ese momento dejó de ser soldado raso y llegó a ser capitán. Si este soldado raso no hubiese tenido fe, hubiera dicho: «Mi Emperador me dice capitán, pero yo no soy más que un soldado raso. Por el susto que le dio el caballo, se equivocó y me dijo capitán», y se hubiera ido a tomar su lugar y habría permanecido soldado raso toda su vida.Todos nosotros por naturaleza somos «hijos de ira», hijos de desobediencia; pero Dios en su infinito amor e infinita misericordia quiere hacernos sus hijos. En el evangelio de nuestro Señor Jesucristo según Juan 1:12, encontramos estas preciosas palabras: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios».Hoy, este día, por la fe puedes ser hecho hijo de Dios, pidiendo a Dios perdón de tus pecados, aceptando a Cristo Jesús como tu Salvador personal, y dejando que el Espíritu Santo haga su obra regeneradora en tu ser.»Ven a Cristo con fe viva,Piensa mucho en su amor;No dudes recibaAl más vil pecador.»»Cree y fija tu confianzaEn su muerte por ti;El gozo alcanzaQuien lo hiciere así.»

LA FE DE UN NIÑO

Un pobre muchacho alemán, que deseaba ser recibido en una escuela morava escribió una carta, la cual dejó en el correo, dirigida al «Señor Jesús en el cielo». La carta decía más o menos como sigue: «Mi Señor y Salvador Jesucristo: he perdido a mi padre. Somos muy pobres, pero yo sé que tú dices en tu palabra que lo que pidiéramos a Dios en tu nombre, él nos lo dará. Yo creo lo que tú dices, Señor. Ruego pues, a Dios, en tu nombre Señor Jesús, que dé a mi madre los medios necesarios para colocarme en la escuela morava: ¡Me gustaría mucho seguir estudiando! Te lo ruego; y te amaré aún más».El administrador de correos, viendo la dirección tan extraña, abrió la carta. Fue leída en una reunión de la Sociedad Morava, y la baronesa de Leppe aceptó la responsabilidad de ser la protectora del muchacho y lo envió a la escuela como él deseaba.

FE PARA CAER

Estaba ardiendo una casa. Todos se habían salvado, excepto un niño, en el segundo piso. La escalera estaba llena de llamas y humo y no había salida sino por la ventana.–¡Papá, papá! ¿Cómo escaparé? –gritaba el niño.–Aquí estoy –gritaba el padre– déjate caer, te recibiré en mis brazos; tírate, Carlitos, yo te recibiré.Carlos salió a gatas por la ventana, pero allí quedó agarrado, porque tenía miedo, sabiendo que era muy largo el trecho hasta la calle.–Suéltate, déjate caer –gritaba el padre.–No puedo verte, papá.–Pero yo si te veo: aquí estoy; ten confianza, suéltate, que yo te salvaré.–Tengo miedo de caer.–Suéltate, tírate –gritaban otras voces–, tu padre te recibirá con toda seguridad; no tengas miedo.Acordándose de la fuerza y del amor de su padre, el niño recobró la confianza y se dejó caer. A lo pocos instantes se halló salvo en los brazos de su padre.

FE VICTORIOSA

En la historia antigua, hay el relato de un valiente capitán cuya bandera estaba casi siempre en la primera línea de batalla; su espada era temida por sus enemigos, porque era el heraldo de la matanza y de la victoria. Su rey le pidió una vez que le mostrara su espada la tomó, con cuidado la examinó, y la devolvió con el siguiente mensaje: «No veo nada maravilloso en esta espada. No puedo entender por qué un hombre le puede tener tanto miedo». El capitán envió la respuesta: «Vuestra Majestad se ha dignado examinar la espada; pero no le envié el brazo que la maneja. Si hubiera examinado ese brazo, y el corazón que dirige al brazo, habría entendido el misterio».

FE Y TEMOR

En la galería de arte de Manchester puede verse un famoso cuadro de Briton Rivere, intitulado «In Manus Tuas, Domine» acerca del cual el artista dijo: «Si mi cuadro no lleva una lección para la época presente, sean cuales fueren nuestras dudas y temores, diré que he fracasado». El cuadro habla del triunfo de la fe. Representa a un joven caballero revestido de su armadura, montado en un caballo blanco, cuya cabeza inclinada, nariz temblorosa y miembros trémulos denotan un intenso terror. Al pie del cuadro se ven tres perros de caza que también miran con terror hacia adelante, donde se extiende el desierto con sus peligros y terrores desconocidos. El caballero siente temor como los brutos que lo acompañan; pero hay en él algo que lo eleva sobre ellos y sobre su miedo: es la fe. Levantando su espada, dice: «En tus manos, Señor», y prosigue su camino. Por la fe domina su temor, y dice: «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré ningún mal».

LA FE ILUSTRADA

Un maestro cristiano quiso enseñar de manera más viva y práctica la verdad referida, y saber que la salvación es un don divino que se recibe por la fe. Para este fin sacó de su bolsillo el reloj y lo ofreció «sin dinero y sin precio» al mayor de sus discípulos, diciéndole:»El reloj es tuyo si lo aceptas»Este pensaba que el maestro se burlaba de él y que los compañeros se reirían si alargaba la mano. Así es que por no tener confianza en las palabras del maestro, quedóse sentado y se quedó sin el reloj.Y así continuó el maestro ofreciendo su reloj a casi todos los alumnos; pero ninguno tenía fe en su promesa para recibirlo. Pero al fin, lo ofreció al más pequeño de la clase. Este, sí, extendió la mano, tomó el reloj, dio gracias al maestro y se lo metió en el bolsillo.Todos se rieron de la sencillez del pequeño pensando que el maestro sólo lo había engañado. Pero dijo el maestro:»Me alegro mucho porque tú, a lo menos, tuviste fe en mis palabras. El reloj es realmente tuyo para siempre. Cuídalo y dale cuerda cada noche.»Cuando los otros comprendieron que mediante esa fe sencilla el pequeño compañero había recibido de veras el reloj, sintieron pena, mucha pena por no haber creído ellos también. Pues pensaba cada cual: ¡Si yo hubiese tenido fe en el maestro, sería dueño hoy de un bonito reloj de plata; pero por mi incredulidad perdí la oportunidad.

PAZ DURANTE UN TERREMOTO

Durante un terremoto, ocurrido hace unos pocos años, los habitantes de la pequeña ciudad, presos del pánico, corrían de una a otra parte, cuando se apercibieron de una anciana, a quien todos conocían, en cuya actitud no podía verse sino paz y sosiego, la cual, desde la puerta de su vivienda parecía sonreír a los espantados. Alguien le preguntó: –Abuela ¿No tiene usted miedo?.A lo que la anciana, una cristiana fiel, contestó: –No, no tengo miedo…. Muy al contrario… Estaba pensando que mi suerte es grande, pues tengo para ayudarme a un Dios que puede, si quiere, sacudir el mundo.

JEFES DE TRIBU AFRICANA CON POCA FE

Aquí, en Rodesía, al oriente de Africa, observamos a unos cuantos cristianos, que lo son desde hace pocos años, y han estado enfrentándose con un tiempo muy difícil. La ausencia de lluvias en diciembre significó que no podrían sembrar nada, y que sus ganados morirían de hambre y de sed cuando sus pozos poco profundos se secaran. Y sin tener ganado en condiciones de ser vendido, desaparecerían sus fuentes de donde podrían obtener dinero para comprar sus alimentos. Sin embargo, estos nuevos cristianos con frecuencia pedían lluvia, y con entusiasmo la esperaban día tras día. Cierta ocasión unos de los jefes de las tribus más cercanas a nosotros vinieron para estar en el culto que tendríamos por la mañana, en Lundi. Después del culto, cuando estábamos saludando a toda la gente, nos acercamos a estos «grandes» hombres y les dimos una bienvenida especial. Cuando les expresamos nuestra sorpresa por su venida y los invitamos para que volvieran a visitarnos en los cultos, nos dijeron que habían venido porque necesitaban lluvia; pues los miembros de la tribu pensaban que si sus «grandes» hombres venían al templo, su presencia en el culto haría que todos tuvieran lluvia ¡Aquellos hombres no tenían una fe personal en Dios; sin embargo, en este caso se manifestó el poder de la fe que ellos descubrieron en otros! ¡Esa noche hubo lluvia! Con esto la fe de los «grandes» de aquella tribu y la de la misma tribu quedó recompensada.

POR LA FE

¿Quiénes son los hombres a los cuales Dios justifica? ¿Cómo los selecciona? Pablo nos dice que por medio de la fe. La fe está relacionada con la justificación, porque la fe es la actitud natural para ser justificados. La mano es el órgano de nuestro cuerpo destinado a recibir, y su naturaleza está perfectamente adaptada para desempeñar ese oficio. De igual manera la fe (y no el amor, ni la alegría, ni la esperanza), es la actitud del alma que nos facilita la manera de apropiarnos la gracia espiritual que Dios ofrece.

CREYENDO SIN VER

Había estado ausente de la casa por algunos días y me preguntaba, al acercarme a ella, si mi pequeña Margarita, quien apenas podía sentarse sola, me recordaba. Para probar su memoria, me coloqué en un lugar desde donde yo podía verla, pero que ella no me podía ver a mí, y la llamé en el viejo tono familiar: «¡Mague!» Ella dejó caer sus juguetes. Otra vez repetí su nombre «¡Mague!» y habiendo inspeccionado una vez más el cuarto con su mirada, pero no viendo el rostro de su padre, se puso muy triste y volvió a tomar sus juguetes. Por tercera vez llamé «¡Mague!» y ella, dejando caer sus juguetes rompió a llorar extendiendo sus brazos en la dirección de donde provenía el sonido, sabiendo que aunque no podía ver a su padre, él debía estar allí.

FE EN LA PALABRA DE DIOS

Cuando llegué junto al lecho de la moribunda, que era un miembro de mi propia iglesia, le pregunté: –¿Estáis muy enferma, hermana?–Muy enferma, pastor, estoy…muriéndome….–¿Estáis preparada para morir?–Pastor…–me contestó solemnemente–: Dios sabe que le he tomado la palabra… él me ha de cumplir, me ha de ayudar… según su promesa… y por esto… no tengo miedo de morir…

PACTO ENTRE DOS NEGOCIANTES QUE SE TUVIERON FE

Una mañana de domingo el señor A estaba a punto de entrar en el templo de la iglesia de la cual era miembro, y vio que en la calle estaba un hombre pensativo y mirando el templo. El señor A se sintió impulsado a invitar a ese señor, a quien llamaremos B. A fue a invitarlo a entrar en el templo. B contestó: «Casi cuarenta años he vivido en esta ciudad; y, aunque casi todos los negociantes de aquí se han relacionado conmigo, usted es la primera persona que, siendo miembro de una iglesia, muestra algún interés a favor de mi bienestar espiritual.» El señor A dijo que se sentiría muy contento si B lo acompañara; pero B no mostró ningún interés. Entonces A contestó: «Yo también soy hombre de negocios; e invito a usted con la garantía de que si no recibe aquí ninguna bendición, nunca volveré a invitarlo ni a molestarlo de ninguna manera.» El señor B dijo: «Esto es como un contrato. Me conviene. Acepto.» El señor B entró: recibió más de una bendición espiritual; y se convirtió. Adaptado de «Illustrating the Lesson», por Arthur House Stainback

Ilustraciones, historias, anécdotas cristianas para predicar en sermones, reflexionar y leer. Las cuales son pequeñas e impactantes, además están separadas por temas de la Biblia sobre FE. Estas son historias marcantes, cortas y en orden, para predicar a los jóvenes y adultos, sobre FE. Todos los versículos Bíblicos son de la versión Biblia Reina Valera 1960.

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