Isaías 5:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En sus diversos métodos para despertar a los pecadores a fin de que se arrepientan y vivan, Dios habla unas veces en términos literales, y otras veces se expresa por medio de parábolas y alegorías; unas veces, en prosa; otras, en verso, como aquí. Esta alegoría fue puesta en verso, no sólo para que así resultase más conmovedora, sino también para que fuese mejor aprendida, recordada y transmitida a la posteridad. Es como una exposición del cántico de Moisés en Deu 32:1-52, y muestra que lo que Moisés profetizó entonces se va a cumplir ahora.

1. Vemos primero las grandes cosas que Dios había hecho por Israel. El «amado» (hebr. yedidí, vocablo que se repite tres veces en el v. Isa 5:1) es, sin duda, Jehová, aunque, como dice Trenchard, «quizá se anticipa la persona y obra del Mesías» (comp. con Mar 12:1-12). La figura aparece también en el Sal 80:8-19. Véanse las ventajas que tenía esta viña:

(A) Dios la había plantado en una ladera fértil (v. Isa 5:1). El hebreo dice literalmente: «en un cuerno del hijo de la gordura», expresión cumulativa con la que se pone de relieve la fertilidad de la tierra de Israel.

(B) «La había cavado y despedregado y plantado de vides escogidas» (v. Isa 5:2). Había ahondado en el terreno, a fin de que le resultase más fácil echar raíces en una tierra que manaba leche y miel. Había sacado de allí las piedras, para que los corazones estuviesen prestos a recibir la divina gracia, y la había plantado con cepas escogidas, como fueron los primeros patriarcas del pueblo de Israel: Abraham, Isaac y Jacob; en especial, la simiente no podía ser más pura, por los principios morales y religiosos que había inculcado a Su pueblo.

(C) Le había puesto una doble defensa (v. Isa 5:5): un vallado de espinos y una cerca bien construida de sólidas piedras, para evitar así que en ella penetrasen los transgresores. Si ellos mismos no hubiesen derribado la cerca e inutilizado el vallado, nadie habría podido invadir el país (v. Sal 121:4; Sal 125:2).

(D) Había edificado en medio de ella una torre (v. Isa 5:2), no sólo para facilitar la vigilancia, sino también para mejor defenderla de cualquier ataque exterior. El templo era esta torre.

(E) Había excavado también en ella un lagar (v. Isa 5:2). No había, pues, peligro de que las uvas fuesen robadas en el camino o se echasen a perder antes de llevarlas a las prensas; en la misma viña estaba el lagar para pisar las uvas, extraer el jugo y fabricar el vino. Este lagar era como un tipo del altar al que habían de llevarse los sacrificios, como frutos de la viña.

2. Vemos luego la decepción del divino viñador al ver frustradas sus esperanzas (v. Isa 5:2): «y esperaba que diese uvas, y dio agrazones». Dios espera frutos especiales de aquellos a quienes ha conferido especiales beneficios y privilegios. Los buenos propósitos y los buenos comienzos son cosa buena, pero no es suficiente; debe haber fruto, verdadero, maduro y duradero, salido de un corazón cambiado y de una conducta digna: pensamientos, afectos, palabras y acciones agradables al Espíritu de Dios. Sus esperanzas habían salido frustradas: (A) agrazones son uvas agrias, fruto de una naturaleza corrompida; (B) también son actuaciones religiosas hipócritas, que parecen uvas agradables, pero son ásperos y amargos agrazones.

3. Ante este fracaso, Jehová llama al pueblo de Israel a que razonen con Él (comp. con Isa 1:18) sobre el caso, a ver qué les parece. El hebreo del versículo Isa 5:3 dice literalmente: «Y ahora, habitante de Jerusalén y varón de Judá, juzgad, os ruego, entre mí y mi viña». Al principio, como advierte Slotki, «usa el singular en ambos casos para designar al pueblo colectivamente»; pero el verbo «juzgad» está en plural, con lo que es manifiesta la apelación a los individuos. La partícula nah (como en hosan-nah) puede traducirse como ahora o como ruego. Slotki prefiere aquí el segundo sentido, con lo que se pone de relieve la mansedumbre y la condescendencia de Dios.

4. Esta condescendencia divina sube de punto en las conmovedoras preguntas del versículo Isa 5:4: «¿Qué más se podía haber hecho a mi viña, que yo no lo haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado agrazones?» Aquí les reta Dios a que muestren en qué les ha faltado. Él había puesto de Su parte todo lo necesario y conveniente para que la viña estuviese bien cuidada y produjese los buenos frutos que podían esperarse de vides tan escogidas. ¿Qué motivo, pues, había para que, en lugar de dar uvas exquisitas, diese uvas agrias, que no se pueden comer?

5. Vista la causa, Dios les lee la sentencia (vv. Isa 5:5, Isa 5:6). El hebreo del versículo Isa 5:5 dice literalmente: «Y ahora os daré a conocer lo que yo hago a mi viña». Dice Slotki: «El uso del presente hebreo implica decisión irrevocable y actuación pronta». Como si dijese: «Ya que no hay excusa alguna que presentar por tal proceder, me voy a despreocupar de esa viña y será convertida en un desierto. Le quitaré su vallado (v. Isa 5:5) y quedará completamente al descubierto, con lo que será presa segura de cuantos quieran hollarla y destruirla. No le quedará ni la figura de viña». Quienes no quieren llevar buen fruto serán castigados y hará que no lleven ninguno, ni bueno ni malo. La maldición de esterilidad no es más que el justo castigo por el pecado de esterilidad.

6. Explicación de la alegoría (v. Isa 5:7): «La viña es la casa de Israel, e indica así su pecado colectivo, y el varón de Judá (lit.) es la planta de sus delicias, pues a Dios le plugo escogerla como cepa de su agrado. De ahí que esperase de ella justicia y rectitud: que los reyes y magistrados administrasen verdadera justicia, y que el pueblo se portase con rectitud; pero los hechos eran muy diferentes: en lugar de justicia había violencia opresora; en lugar de rectitud, alaridos de los oprimidos que clamaban por ayuda y protección. Isaías, con su elegante estilo, buen letrado y poeta, pone de relieve dichos contrastes por medio de vocablos que se parecen muchísimo, pues mishpat (justicia en juzgar) se parece a mispaj (violencia): y tsedaqah (justicia en actuar) se parece a tseaqah (grito o alarido).

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