Números 22:22 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Relato de la resistencia que Dios opuso a Balaam en su viaje a Moab.

I. Desagrado de Dios contra Balaam por emprender este viaje: La ira de Dios se encendió porque él iba (v. Núm 22:22). 1. No ha de pensarse que el pecado de una persona es menos provocativo contra Dios por el hecho de que Dios lo permita. 2. No hay nada que desagrade tanto a Dios como los designios malvados contra su pueblo, porque quien toca a los suyos, toca a la niña de su ojo.

II. El método que Dios empleó para mostrar a Balaam su desagrado contra él: El ángel de Jehová se puso en el camino por adversario suyo (v. Núm 22:22).

1. Balaam se percató del desagrado de Dios por medio del asna, y esto no le asustó ni le hizo recapacitar. El asna vio al ángel (v. Núm 22:23). ¡Cuán vanamente se jactó Balaam de ser varón de ojos abiertos y ver la visión del Omnipotente (Núm 24:24) cuando el asna que montaba vio más de lo que él veía, ya que los ojos de Balaam estaban cegados por la codicia y la ambición! ¡Que nadie se ensoberbezca con fantasías de visiones y revelaciones, cuando incluso una burra vio a un ángel! Para salvarse a sí misma y al insensato que sobre ella cabalgaba: (A) Se apartó del camino (v. Núm 22:23). Balaam debía haber tomado buena nota de ello y considerar si él no estaba fuera del camino de su deber; pero, en vez de hacerlo así, azotó al asna para hacerla volver al camino. De modo parecido se comportan quienes, corriendo a precipitarse en la perdición eterna por el camino del pecado deliberado, se enfadan contra los que se esfuerzan en evitar que consumen su ruina. (B) No habían caminado largo trecho, cuando el asna volvió a ver al ángel y, para evitar su encuentro, se arrimó mucho a una pared, y apretó contra la pared el pie de Balaam (v. Núm 22:25). Al apretarle el pie a Balaam, aunque con ello le salvaba la vida, le provocó tal enfado, que golpeó al asna por segunda vez. (C) Por tercera vez se encontraron con el ángel y entonces el asna se echó debajo de Balaam (v. Núm 22:27). También por tercera vez Balaam azotó al asna, aunque ésta le había cumplido ahora el mejor servicio de su vida al salvarle de la espada del ángel y enseñarle, con su actitud de echarse cuerpo a tierra, a que él hiciese lo mismo. (D) Como no hiciese mella en él ninguno de estos procedimientos, abrió Dios la boca del asna (v. Núm 22:28), y ésta le habló una y otra vez; y ni siquiera esto hizo efecto en él. Ainsworth comenta aquí que, cuando el demonio tentó a nuestros primeros padres, usó una astuta serpiente para inducirles al pecado, pero cuando Dios quiso convencer a Balaam de su mal camino usó una pobre asna, obtusa y torpe hasta servir de refrán insultante. (a) El asna se quejó de la crueldad de Balaam: ¿Qué te he hecho, que me has azotado estas tres veces? (v. Núm 22:28). El Dios justo no ve con buenos ojos la violencia que se hace a la más baja y débil de sus criaturas sino que, o la capacitará para que hable en defensa propia, o hablará él por ella de una manera u otra. La brutal y testaruda pasión de Balaam le cegó de tal manera, que le impidió observar o considerar lo sumamente extraño del caso. Nada embrutece más a un hombre que la furia desenfrenada. (b) El asna razonó incluso con él (v. Núm 22:30). Dios capacitó a un bruto animal, no sólo para que hablase, sino para que razonase con sentido.

2. Por fin, Balaam se percató, por medio del ángel, del desagrado de Dios, y esto le asustó. Cuando Dios le abrió los ojos, vio al ángel (v. Núm 22:31), y entonces se inclinó sobre su rostro. Dios tiene muchos medios para quebrantar y humillar el más duro y ensoberbecido corazón. (A) El ángel le reprendió por su conducta cruel: ¿Por qué has azotado tu asna? (v. Núm 22:32). (B) Pareció ceder Balaam entonces (v. Núm 22:34): «He pecado, he pecado al emprender este viaje, y he pecado al proceder tan violentamente», pero se excusó con que no había visto al ángel; ahora que lo veía, estaba dispuesto a desandar el camino. No hay señal de que su corazón haya cambiado aunque ahora se halle con las manos atadas. Así les pasa a muchos, que dejan el pecado sólo cuando el pecado les ha dejado a ellos; a primera vista parece que han reformado su vida, pero ¿de qué les va a servir esto, si no se les ha renovado el corazón? (C) Sin embargo, el ángel le repite la orden que Dios le había dado: Ve con esos hombres (v. Núm 22:35). Como si dijera: Ve si estás resuelto a hacer el necio, y quedar avergonzado delante de Balac y de todos los príncipes de Moab. Y añade el ángel: «Pero la palabra que yo te diga, esa hablarás, te guste o no», puesto que esta intimación del ángel, más bien que una orden, es una profecía del evento, pues no sólo iba a ser incapaz de maldecir a Israel, sino que iba a verse forzado a bendecirle.

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