Salmos 32:7 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. Sigue David dirigiéndose a Dios y expresa la confianza que tiene en Él y lo que de Él espera (v. Sal 32:7): «Tú eres mi refugio (lit. escondedero para mí); cuando por fe acudo a ti, tengo toda la razón posible para sentirme cómodo y fuera del alcance de cualquier mal que merezca tal nombre; tú me guardarás de la angustia, de su aguijón y de sus golpes, en la medida en que sea conveniente para mí, especialmente de la angustia en que me hallaba cuando guardaba silencio» (v. Sal 32:3). Cuando Dios nos ha perdonado los pecados, pronto volveremos a estar en deuda como antes si Él nos deja de su mano; por consiguiente, cuando hayamos recibido el consuelo del perdón, hemos de volar hasta el trono de la gracia de Dios para ser preservados de volver a caer. «No sólo me guardarás, dice ahora David, sino que con cánticos de liberación me rodearás; cantando te alabaré por la admirable liberación que me has proporcionado» (v. Sal 32:7). En el versículo Sal 32:8, David cita respuesta divina a su oración palabras de Dios como se ve por el singular (tres veces repetido), que contrasta con el plural del versículo Sal 32:9 («No seáis …»). Esta es la opinión de Arconada, a la que el traductor se adhiere sin dudar, contra lo que opinan otros autores. Nótese el tono de todo el versículo: «Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos», y compárese con Sal 25:8 y Sal 73:24, por ejemplo. M. Henry cita, en favor de su punto de vista (que son palabras de David a otros), Luc 22:32 y Ecl 1:1, y dice que es muy propio de los recién convertidos hacer de predicadores. Esto es muy cierto, pero en opinión del traductor no tiene validez para el versículo que comentamos.

2. Se dirige después a sus compatriotas, y a los demás hombres, con esta amonestación (v. Sal 32:9): «No seáis como el caballo o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se pueden dominar (lit. no se acercan a ti)». Es un honor y una dicha para nosotros tener entendimiento, pues así somos capaces de razonar y ser gobernados por la razón. Donde hay gracia renovadora (Rom 12:2) de la mente, no hay necesidad del cabestro y del freno de la ley. David ofrece esta precaución para que los hombres no se causen a sí mismos muchos dolores mediante su impiedad (v. Sal 32:10). Añade a continuación una palabra de consuelo para los fieles hijos de Dios: «Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia», es decir, le protege y consuela por todos los lados.

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