Salmos 80:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 80:1 | Comentario Bíblico Online

El salmista se dirige aquí a Dios en oración, con referencia al presente lamentable estado de Israel.

1. Ruega a Dios que muestre su favor a Israel, como Pastor bajo cuyo cuidado y conducción estaba Israel (vv. Sal 80:1, Sal 80:2): «Tú que pastoreas a José como a un rebaño, que lo has llevando a los mejores pastos y lo has defendido de los mayores peligros. Tú que estás sentado entre querubines desde donde recibes peticiones y das instrucciones, resplandece, esto es muestra tu gloria esplendorosa (Sal 50:2), con la que das luz a tu pueblo y aterras a tus enemigos». Gran consuelo da orar al Dios que se sienta en el trono de la gracia (Heb 4:16). Pide a Dios que preste oídos al clamor de su pueblo; al clamor de sus miserias y al clamor de sus plegarias: «Despierta tu poder, etc.» (v. Sal 80:2). Parecía dormido (comp. con Sal 79:5). Se menciona a Efraín, Benjamín y Manasés, pues estas tres tribus descendían de Raquel. Por eso, la presenta Jer 31:15 llorando por sus hijos, las tribus llevadas al destierro por Asiria. Comenta Kirkpatrick: «Benjamín debe ser considerado como perteneciente al Reino del Norte para obtener diez tribus, ya que Simeón estaba inmerso en Judá y no entra en la cuenta. Las principales ciudades de Benjamín, Betel, Guilgal y Jericó, pertenecían al Reino del Norte». Las tres tribus formaban, durante la marcha por el desierto, el escuadrón del lado occidental, es decir, el que iba inmediatamente detrás del santuario; así que, delante de ellos se alzaba el poder del Arca de Dios para dispersar a sus enemigos.

2. Se queja del desagrado de Dios. Dios estaba airado, y esto es lo que más teme el salmista (v. Sal 80:4), y que está airado precisamente contra la oración de su pueblo. Que Dios esté airado contra los pecados de su pueblo y contra las oraciones de sus enemigos, nada tiene de extraño; pero que esté airado contra la oración de su pueblo, es de veras muy extraño. Pero si está airado contra las oraciones de su pueblo podemos estar seguros de que oran mal (Stg 4:3). Dios esconde su rostro ante oraciones insinceras o mal hechas (Lam 3:44). Las señales del desagrado de Dios eran las lágrimas que constituían su único alimento (comp. Sal 42:3), y el escarnio de que les cubrían sus enemigos (vv. Sal 80:5, Sal 80:6).

3. Ruega a Dios con insistencia para que restaure al pueblo a su anterior condición de paz y bendición (v. Sal 80:7, comp. con Núm 6:25). Le invoca como a Dios de las huestes, que debería entrar en batalla contra los enemigos de Israel. Este es el meollo de su oración, pues lo repite al final del salmo (v. Sal 80:19), como si dijese: «Señor, vuélvenos a ti por la vía del arrepentimiento y entonces, sin duda, te volverás a nosotros por la vía de la liberación». Obsérvese, (A) Que no hay salvación posible, a no ser por el favor de Dios (Efe 2:8). (B) Que no es posible obtener el favor de Dios sin arrepentimiento (Hch 2:38). (C) Que sólo se puede ser salvo cuando Dios nos sale al encuentro (Rom 10:20). En frase de Pascal: «No me buscarías si no me hubieses encontrado». Pero a los que ya son suyos de hecho o por derecho, dice: «Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros». (Mal 3:7). Nótese que la oración del salmista es por una conversión de tipo nacional. Sólo una santidad nacional puede asegurar una felicidad nacional.

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