¿Qué Significa ARREPENTIMIENTO En La Biblia Según El Diccionario Bíblico Online?
El verbo “arrepentirse” significa “sentir pesar, contrición o compunción, por haber hecho o haber dejado de hacer alguna cosa”. También entraña la idea de “cambiar de actitud con respecto a cierta acción o conducta del pasado (o a algo que se pretendía hacer) debido a pesar o descontento”. En muchos textos esta es la idea de la palabra hebrea na-jám, término que puede significar “sentir pesar; estar de duelo; arrepentirse” (Éxo 13:17; Gén 38:12; Job 42:6), y también: “consolarse” (2Sa 13:39; Eze 5:13), “liberarse” o “desembarazarse (por ej.: de los enemigos)”. (Isa 1:24.) Sea que se refiera a sentir pesar o a sentir consuelo, el término hebreo implica un cambio en la actitud mental o el sentir de la persona.En griego se usan dos verbos en conexión con el arrepentimiento: me-ta-no-é-? y me-ta-mé-lo-mai. El primero se compone de me-tá, “después”, y no-é-? (relacionado con nous, mente, disposición o consciencia moral), que significa “percibir; discernir; captar; darse cuenta”. Por consiguiente, el significado literal de me-ta-no-é-? es “conocer después” (en contraste con “pre-conocer”), y se refiere a un cambio en la manera de pensar, la actitud o el propósito de una persona. Por otro lado, me-ta-mé-lo-mai viene de mé-l?, que significa “preocupar; interesar”. El prefijo me-tá (después) le da al verbo el sentido de “sentir pesar” (Mat 21:29; 2Co 7:8) o “arrepentirse”.Por consiguiente, me-ta-no-é-? recalca el cambio de punto de vista o disposición: el rechazo del modo de proceder pasado o que se ha pensado emprender por considerarlo indeseable (Apo 2:5; Apo 3:3); por otro lado, me-ta-mé-lo-mai subraya el sentimiento de pesar que experimenta la persona. (Mat 21:29.) El Theological Dictionary of the New Testament (edición de G. Kittel, vol. 4, pág. 629; traducción al inglés de G. Bromiley, 1969) dice: “Por lo tanto, cuando el Nuevo Testamento separa los significados de [estos términos], muestra un claro discernimiento de la naturaleza incambiable de ambos conceptos. En contraste, el uso helenístico acercó el significado de las dos palabras”.Por supuesto, un cambio de punto de vista suele ir acompañado de un cambio de sentimientos, o es posible que sea el sentimiento de pesar el que provoque un decidido cambio en el punto de vista o la voluntad de la persona. (1Sa 24:5-7.) Se deduce, entonces, que estos dos vocablos, aunque de distinto significado, son muy afines.Arrepentimiento humano de los pecados. El pecado, el no cumplir con los justos requisitos de Dios es lo que hace necesario el arrepentimiento. (1Jn 5:17.) Ya que Adán vendió a toda la humanidad al pecado, todos sus descendientes han tenido la necesidad de arrepentirse. (Sal 51:5; Rom 3:23; Rom 5:12.) Como se muestra en el artículo RECONCILIACIÓN, el arrepentimiento (seguido de la conversión) es un requisito previo para reconciliarse con Dios.Puede ser que el arrepentimiento afecte el proceder de la vida de una persona, es decir, un derrotero de vida contrario al propósito y la voluntad divinas y, por lo tanto, en armonía con el mundo controlado por el adversario de Dios (1Pe 4:3; 1Jn 2:15-17; 1Jn 5:19), o quizás solo afecte un aspecto en particular de la vida, una práctica impropia que estropea y mancha un derrotero que de otra manera sería aceptable; es posible que se sienta arrepentimiento debido a un solo acto de mala conducta o hasta por una tendencia, inclinación o actitud incorrecta. (Sal 141:3-4; Pro 6:16-19; Stg 2:9; Stg 4:13-17; 1Jn 2:1.) Por consiguiente, las faltas que lo causan pueden ser o bien de carácter muy general o bien bastante específicas.De manera similar, una persona puede desviarse de la justicia mucho o poco, y, como es lógico, el grado de pesar estará en proporción al grado de desviación. Los israelitas fueron “a lo profundo en su sublevación” contra Jehová y se ‘pudrieron’ en sus transgresiones. (Isa 31:6; Isa 64:5-6; Eze 33:10.) Por otro lado, el apóstol Pablo aconseja que cuando un “hombre dé algún paso en falso antes que se dé cuenta de ello”, los que tienen las debidas cualidades espirituales han de tratar “de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad”. (Gál 6:1.) Ya que Jehová tiene misericordia de las debilidades carnales de sus siervos, estos no necesitan estar en una constante condición de remordimiento debido a los errores que cometen por su imperfección inherente. (Sal 103:8-14; Sal 130:3.) Si andan concienzudamente en los caminos de Dios, pueden sentirse gozosos. (Flp 4:4-6; 1Jn 3:19-22.)Entre los que necesitan arrepentimiento puede que estén aquellos que ya han disfrutado de una relación favorable con Dios, pero que se han desviado y han sufrido la pérdida de su favor y bendición. (1Pe 2:25.) Israel estaba en una relación de pacto con Dios, eran un “pueblo santo”, escogido de entre todas las naciones (Deu 7:6; Éxo 19:5-6); los cristianos también llegaron a estar en una posición justa ante Dios mediante el nuevo pacto mediado por Cristo. (1Co 11:25; 1Pe 2:9-10.) En el caso de aquellos que se desviaron, el arrepentimiento los conducía a la restauración de su buena relación con Dios y a los consiguientes beneficios y bendiciones que les reportaría esa relación. (Jer 15:19-21; Stg 4:8-10.) Para los que no han disfrutado con anterioridad de tal relación con Dios —como los pueblos paganos de naciones no israelitas durante el tiempo en que estuvo en vigor el pacto de Dios con Israel (Efe 2:11-12) y todas aquellas personas de cualquier raza o nacionalidad que están fuera de la congregación cristiana—, el arrepentimiento es un paso principal y esencial para llegar a estar en una posición justa delante de Dios, con vida eterna en mira. (Hch 11:18; Hch 17:30; Hch 20:21.)El arrepentimiento puede ser tanto colectivo como individual. Por ejemplo: la predicación de Jonás movió a toda la ciudad de Nínive a arrepentirse, desde el rey hasta “el menor de ellos”, pues a los ojos de Dios todos habían participado en la maldad. (Jon 3:5-9; compárese con Jer 18:7-8.) A instancias de Esdras, la entera congregación formada por los israelitas que regresaron del exilio reconoció su culpabilidad colectiva ante Dios y expresó arrepentimiento por medio de sus príncipes representantes. (Esd 10:7-14; compárese con 2Cr 29:1; 2Cr 29:10; 2Cr 30:1-15; 2Cr 31:1-2.) Asimismo, la congregación de Corinto se arrepintió de haber tolerado la presencia de alguien que practicaba males crasos. (Compárese con 2Co 7:8-11; 1Co 5:1-5.) Incluso los profetas Jeremías y Daniel no se eximieron por completo de culpabilidad cuando confesaron los males que había cometido Judá y que resultaron en su caída. (Lam 3:40-42; Dan 9:4-5.)Qué requiere el verdadero arrepentimiento. El arrepentimiento envuelve tanto la mente como el corazón. Hay que reconocer lo malo del proceder o la acción, y para ello se precisa aceptar como justas las normas y la voluntad divinas. Ignorar u olvidar su voluntad y normas es una barrera para el arrepentimiento. (2Re 22:10-11; 2Re 22:18-19; Jon 1:1-2; Jon 4:11; Rom 10:2-3.) Por esta razón, Jehová, en su misericordia, ha enviado a profetas y predicadores para que hagan una llamada al arrepentimiento. (Jer 7:13; Jer 25:4-6; Mar 1:14-15; Mar 6:12;Luc 24:27.) Al hacer que se publiquen las buenas nuevas por medio de la congregación cristiana, y en particular desde el tiempo de la conversión de Cornelio en adelante, Dios ha estado “diciéndole a la humanidad que todos en todas partes se arrepientan”. (Hch 17:22-23; Hch 17:29-31; Hch 13:38-39.) La Palabra de Dios (escrita o hablada) es el medio para ‘persuadirles’, para convencerles de lo justo del camino del Creador y de lo incorrecto de sus propios caminos. (Compárese con Luc 16:30-31; 1Co 14:24-25; Heb 4:12-13.) La Ley de Dios es “perfecta, hace volver el alma”. (Sal 19:7.)El rey David habla de ‘enseñar a los transgresores los caminos de Dios para que se vuelvan a Él’ (Sal 51:13), obviamente una referencia a sus compañeros israelitas. A Timoteo se le dijo que no pelease cuando tratase con los cristianos de las congregaciones a las que servía, sino que ‘instruyese con apacibilidad a los que no estuvieran favorablemente dispuestos’, ya que Dios tal vez les daría ‘arrepentimiento que conduciría a un conocimiento exacto de la verdad, y recobrarían el juicio fuera del lazo del Diablo’. (2Ti 2:23-26.) Por consiguiente, la llamada al arrepentimiento se puede dar tanto dentro de la congregación del pueblo de Dios como fuera de ella.La persona debe entender que ha pecado contra Dios. (Sal 51:3-4; Jer 3:25.) Esto puede ser bastante obvio cuando existe blasfemia pública contra el nombre de Dios o adoración de otros dioses, como por medio de imágenes idolátricas. (Éxo 20:2-7.) Sin embargo, hasta en lo que se pudiera considerar como un “asunto privado” o algo entre dos personas, ha de reconocerse que los males cometidos son pecados contra Dios, una falta de respeto a Jehová. (Compárese con 2Sa 12:7-14; Sal 51:4; Luc 15:21.) Hay que admitir que incluso las faltas en las que se incurre por ignorancia o equivocación hacen que se sea culpable ante el Gobernante Soberano, Jehová Dios. (Compárese con Lev 5:17-19; Sal 51:5-6; Sal 119:67; 1Ti 1:13-16.)Una parte importante de la labor de los profetas consistió en convencer a Israel de sus pecados (Isa 58:1-2; Miq 3:8-11), bien de idolatría (Eze 14:6), injusticia, opresión de un semejante (Jer 34:14-16; Isa 1:16-17), inmoralidad (Jer 5:7-9) o falta de confianza en Jehová al apoyarse en el hombre y en el poderío militar de las naciones. (1Sa 12:19-21; Jer 2:35-37; Ose 12:6; Ose 14:1-3.) El mensaje que Juan el Bautista y el propio Jesucristo dirigieron al pueblo judío fue una llamada al arrepentimiento. (Mat 3:1-2; Mat 3:7-8; Mat 4:17.) Ambos pusieron al descubierto la condición pecaminosa de la nación al despojar a la gente y a sus guías religiosos del halo de santurronería que les amparaba y del embozo de tradiciones humanas y simulaciones hipócritas que les encubría. (Luc 3:7-8;Mat 15:1-9; Mat 23:1-39; Jua 8:31-47; Jua 9:40-41.)Captar el sentido con el corazón. Por consiguiente, para que exista arrepentimiento, primero debe haber un corazón receptivo que posibilite el que la persona vea y escuche con entendimiento. (Compárese con Isa 6:9-10;Mat 13:13-15; Hch 28:26-27.) La mente puede percibir y recoger lo que el oído escucha y el ojo ve, pero es mucho más importante que la persona que se arrepiente ‘capte el sentido [“la idea”, Jua 12:40] de ello con el corazón’. (Mat 13:15; Hch 28:27.) De esa manera no solo se produce un reconocimiento intelectual del proceder pecaminoso, sino también una respuesta apreciativa, desde el corazón. Para los que ya conocen a Dios, tal vez solo sea necesario ‘hacer volver a su corazón’ el conocimiento de Dios y de sus mandamientos (Deu 4:39; compárese con Pro 24:32; Isa 44:18-20) con el fin de ‘recobrar el juicio’. (1Re 8:47.) Si tienen una recta motivación de corazón, serán capaces de ‘rehacer su mente y probar para sí mismos la buena, acepta y perfecta voluntad de Dios’. (Rom 12:2.)Si una persona tiene fe y amor a Dios en su corazón, sentirá un pesar sincero y tristeza debido a su mal proceder. El aprecio por la bondad y la grandeza de Dios hará que los transgresores sientan un profundo remordimiento por haber ofendido Su nombre. (Compárese con Job 42:1-6.) Por otra parte, el amor al prójimo les hará lamentar el daño que han causado a otros, el mal ejemplo que han puesto y quizás hasta la manera de manchar la reputación del pueblo de Dios ante los de afuera. Dichos transgresores buscan el perdón porque desean honrar el nombre de Dios y trabajar para el bien de su prójimo. (1Re 8:33-34; Sal 25:7-11; Sal 51:11-15; Dan 9:18-19.) Arrepentidos, se sienten “quebrantados de corazón”, ‘aplastados y de espíritu humilde’ (Sal 34:18; Sal 51:17; Isa 57:15), están ‘contritos de espíritu y tiemblan ante la palabra de Dios’ (Isa 66:2), palabra que hace un llamamiento hacia el arrepentimiento, y, en realidad, ‘van retemblando a Jehová y a su bondad’. (Ose 3:5.) Cuando David obró tontamente al ordenar un censo, su “corazón […] empezó a darle golpes”. (2Sa 24:10.)Por consiguiente, es necesario que haya un rechazo definitivo, que se sienta un odio de corazón y una gran repugnancia por el mal proceder. (Sal 97:10; Sal 101:3; Sal 119:104; Rom 12:9; compárese con Heb 1:9; Jud 1:23.) Esto es así porque “el temor de Jehová significa odiar lo malo”, y eso incluye odiar el ensalzamiento propio, el orgullo, el mal camino y la boca perversa. (Pro 8:13; Pro 4:24.) Además, tiene que haber amor a la justicia y una firme determinación de adherirse a partir de entonces a un proceder justo. Sin este odio a lo que es malo y amor a la justicia, el arrepentimiento no tendría ninguna fuerza genuina que llevara a la verdadera conversión. Debido a esto, aunque el rey Rehoboam se humilló ante la expresión de la cólera de Jehová, después “hizo lo que era malo, porque no había establecido firmemente su corazón en buscar a Jehová”. (2Cr 12:12-14; compárese con Ose 6:4-6.)Tristeza piadosa, no como la del mundo. En la segunda carta que Pablo escribe a los corintios, el apóstol hace referencia a la “tristeza de manera piadosa” que estos expresaron como resultado de la reprensión que les había dado en la primera carta. (2Co 7:8-13.) Había ‘sentido pesar’ (me-ta-mé-lo-mai) por haberles tenido que escribir con tanta severidad y como consecuencia haberles causado dolor, pero dejó de sentirlo al ver que su reprensión había producido en ellos tristeza piadosa, una tristeza que les había llevado a un arrepentimiento sincero (me-tá-noi-a) de su actitud y proceder incorrectos. Sabía que el dolor que les había causado había obrado para su bien y no les haría ningún “daño”. La tristeza que conducía al arrepentimiento no era algo por lo que ellos tuvieran que sentir pesar, pues les mantenía en el camino de la salvación, evitando que reincidieran o apostataran, y les daba la esperanza de vida eterna. Contrasta esta tristeza con “la tristeza del mundo [que] produce muerte”, tristeza que no se deriva de la fe y del amor que se le tiene a Dios y a la justicia, sino que nace del fracaso, la decepción, la pérdida, el castigo por el mal y la vergüenza (compárese con Pro 5:3-14; Pro 5:22-23; Pro 25:8-10), y suele dar lugar a amargura, resentimiento y envidia, por lo que no conduce a beneficio duradero alguno, ni a mejoras ni a una esperanza genuina. (Compárese con Pro 1:24-32; 1Ts 4:13-14.) La tristeza del mundo se lamenta por las consecuencias desagradables del pecado, pero no por el pecado en sí ni por el oprobio que este le ocasiona al nombre de Dios. (Isa 65:13-15; Jer 6:13-15; Jer 6:22-26; Apo 18:9-11; Apo 18:15; Apo 18:17-19; contrástese con Eze 9:4.)El caso de Caín sirve de ejemplo, pues fue la primera persona a la que Dios instó al arrepentimiento. Lo instó, advirtiéndole que se dirigiese “a hacer lo bueno”, para que el pecado no llegase a dominarlo. Sin embargo, en lugar de arrepentirse de su odio asesino, Caín dejó que este lo impulsara a matar a su hermano. Cuando Dios lo interrogó, respondió con evasivas y solo manifestó algún pesar al escuchar la sentencia que recayó sobre él, un pesar debido a la severidad del castigo, no al mal cometido. (Gén 4:5-14.) Al obrar de ese modo, demostró que se ‘originaba del inicuo’. (1Jn 3:12.)También manifestó la tristeza propia del mundo Esaú, cuando supo que su hermano Jacob había recibido la bendición de primogénito (derecho que él había vendido desdeñosamente a Jacob). (Gén 25:29-34.) Esaú clamó “de una manera extremadamente fuerte y amarga”, buscando con lágrimas un “arrepentimiento” (me-tá-noi-a), no el suyo, sino un “cambio de parecer” de su padre. (Gén 27:34; Heb 12:17, NTI.) Sintió pesar por la pérdida, no por la actitud materialista que le hizo ‘despreciar la primogenitura’. (Gén 25:34.)Después de haber traicionado a Jesús, Judas “sintió remordimiento [forma de me-ta-mé-lo-mai]”, intentó devolver el soborno que había concertado y después se ahorcó. (Mat 27:3-5.) Por lo visto le abrumó la monstruosidad de su delito y probablemente también la espantosa seguridad de que recibiría el juicio divino. (Compárese con Heb 10:26-27; Heb 10:31; Stg 2:19.) Sintió remordimiento por su culpabilidad, abatimiento, desesperación, pero no hay nada que muestre que expresara la tristeza piadosa que genera arrepentimiento (me-tá-noi-a). Para confesar su pecado no buscó a Dios, sino a los líderes judíos, y es probable que les devolviera el dinero con la idea equivocada de que así atenuaría hasta cierto grado su delito. (Compárese con Stg 5:3-4; Eze 7:19.) Al delito de traición y de contribuir a la muerte de un hombre inocente, añadió el de suicidio. Su proceder está en marcado contraste con el de Pedro, cuyo amargo llanto después de haber negado a su Señor fue el reflejo de su arrepentimiento de corazón, lo que hizo posible que se le restableciese. (Mat 26:75; compárese con Luc 22:31-32.)Como puede verse, el pesar, el remordimiento y las lágrimas no son en sí mismos pruebas de arrepentimiento genuino; el factor determinante es el motivo del corazón. Oseas dice que Jehová denunció a Israel debido a que en su aflicción “no clamaron a [Él] por socorro con su corazón, aunque siguieron aullando en sus camas. A causa de su grano y vino dulce siguieron holgazaneando […]. Y procedieron a regresar, no a nada más elevado […]”. Era el egoísmo lo que estaba detrás de su ruego por alivio en tiempo de calamidad, y si se les concedía ese alivio, no aprovechaban la oportunidad para mejorar su relación con Dios adhiriéndose más estrechamente a sus elevadas normas (compárese con Isa 55:8-11); eran como un “arco flojo” que nunca da en el blanco. (Ose 7:14-16; compárese con Sal 78:57; Stg 4:3.) El ayuno, el llanto y el plañir eran manifestaciones válidas, pero solo si los arrepentidos ‘rasgaban sus corazones’ y no simplemente sus prendas de vestir. (Joe 2:12-13; véanse AYUNO; DUELO.)La confesión del mal. La persona arrepentida se humilla y busca el rostro de Dios (2Cr 7:13-14; 2Cr 33:10-13; Stg 4:6-10), suplicando su perdón. (Mat 6:12.) No es como el fariseo santurrón de la ilustración de Jesús, sino como el recaudador de impuestos a quien describió golpeándose el pecho y diciendo: “Oh Dios, sé benévolo para conmigo, que soy pecador”. (Luc 18:9-14.) El apóstol Juan dice: “Si hacemos la declaración: ‘No tenemos pecado’, a nosotros mismos nos estamos extraviando y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia”. (1Jn 1:8-9.) “El que encubre sus transgresiones no tendrá éxito, pero al que las confiesa y las deja se le mostrará misericordia.” (Pro 28:13; compárese con Sal 32:3-5; Jos 7:19-26; 1Ti 5:24.)La oración que pronunció el profeta Daniel y que se halla en Dan 9:15-19 es un modelo de confesión sincera, en la que la principal preocupación es el buen nombre de Jehová y la súplica se basa, no en “nuestros actos justos […], sino según tus muchas misericordias”. Véase, además, la humilde confesión del hijo pródigo. (Luc 15:17-21.) Las personas arrepentidas sinceramente ‘elevan a Dios su corazón y las palmas de sus manos’, para confesarle sus transgresiones y buscar Su perdón. (Lam 3:40-42.)Confesar los pecados los unos a los otros. El discípulo Santiago aconseja: “Confiesen abiertamente sus pecados unos a otros y oren unos por otros, para que sean sanados”. (Stg 5:16.) Esta confesión no significa que algún humano tenga que servir como “ayudante [“abogado”, NC]” para el hombre delante de Dios, ya que solo Cristo desempeña ese papel en virtud de su sacrificio propiciatorio. (1Jn 2:1-2.) Los humanos no son capaces de enderezar por sí mismos el mal que hayan cometido contra Dios, ni a favor suyo ni a favor de otros, ya que no pueden proporcionar la expiación necesaria. (Sal 49:7-8.) No obstante, los cristianos pueden ayudarse los unos a los otros, y aunque sus oraciones a favor de sus hermanos no afecten la manera de aplicar Dios la justicia (ya que solo el rescate de Cristo sirve para perdonar los pecados), sí pueden servir para pedir a Dios que Él dé la ayuda y la fuerza necesarias al que ha pecado y busca dicha ayuda. (Véase ORACIÓN [La respuesta a las oraciones].)La conversión: un volverse. El arrepentimiento cambia el proceder incorrecto de la persona, hace que rechace el mal camino y se determine a emprender un proceder correcto. Al arrepentimiento genuino le sigue la “conversión”. (Hch 15:3.) Tanto en hebreo como en griego, los verbos relacionados con la conversión (heb. schuv; gr. stré-f?; e-pi-stré-f?) significan simplemente “volver; volverse; retroceder”. (Gén 18:10; Pro 15:1; Jer 18:4; Jua 12:40; Jua 21:20; Hch 15:36.) Usados en sentido espiritual, pueden referirse a un apartarse de Dios, y por lo tanto volverse a un proceder pecaminoso (Núm 14:43; Deu 30:17), o a un volverse a Dios de un mal camino anterior. (1Re 8:33.)La conversión implica más que una simple actitud o expresión verbal; debe haber “obras propias del arrepentimiento”. (Hch 26:20; Mat 3:8.) Hay que ‘buscar’ a Jehová e ‘inquirir’ de Él de manera activa, con todo el corazón y el alma. (Deu 4:29; 1Re 8:48; Jer 29:12-14.) Esto significa forzosamente buscar el favor de Dios ‘escuchando su voz’ según se expresa en su Palabra (Deu 4:30; Deu 30:2; Deu 30:8), ‘mostrar perspicacia en su apego a la verdad’ por medio de un mejor entendimiento y aprecio de sus caminos y voluntad (Dan 9:13), observar y ‘poner por obra’ sus mandamientos (Neh 1:9; Deu 30:10; 2Re 23:24-25), ‘guardar bondad amorosa y justicia’ y “esperar en […] Dios constantemente” (Ose 12:6), abandonar el uso de imágenes religiosas o el culto a la criatura para ‘dirigir el corazón inalterablemente a Jehová y servirle solo a Él’ (1Sa 7:3; Hch 14:11-15;1Ts 1:9-10) y andar en sus caminos y no en el camino de las naciones (Lev 20:23) ni en el de uno mismo. (Isa 55:6-8.) Las oraciones, los sacrificios, los ayunos y la observancia de fiestas sagradas carecen de sentido y de valor para Dios a menos que vayan acompañados de buenas obras, se busque la justicia, se elimine la opresión y la violencia y se ejerza misericordia. (Isa 1:10-19; Isa 58:3-7; Jer 18:11.)Esto exige “un corazón nuevo y un espíritu nuevo” (Eze 18:31); y si una persona cambia su modo de pensar, sus motivos y su propósito en la vida, tendrá otro estado de ánimo o disposición, una fuerza moral nueva. El que modifica su proceder de vida consigue una “nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad” (Efe 4:17-24), libre de inmoralidad, de codicia y de habla y conducta violentas. (Col 3:5-10; contrástese con Ose 5:4-6.) Para estos, Dios hace que el espíritu de sabiduría “salga burbujeando”, dándoles a conocer sus palabras. (Pro 1:23; compárese con 2Ti 2:25.)Por lo tanto, el arrepentimiento genuino tiene un verdadero impacto, genera fuerza e impulsa a la persona a ‘volverse’. (Hch 3:19.) Por consiguiente, Jesús pudo decir al cuerpo de cristianos de Laodicea: “Sé celoso y arrepiéntete”. (Apo 3:19; compárese con Apo 2:5; Apo 3:2-3.) También conlleva ‘gran solicitud, librarse de la culpa, temor piadoso, anhelo y corrección del abuso’ (2Co 7:10-11), mientras que la falta de interés por rectificar los males cometidos revela una falta de arrepentimiento verdadero. (Compárese con Eze 33:14-15; Luc 19:8.)La expresión “hombre recién convertido”, “neófito” (Mod), significa literalmente en griego “recién plantado” o “recién crecido” (ne-ó-fy-tos). (1Ti 3:6.) A tal hombre no se le deberían dar responsabilidades ministeriales en la congregación para que no “se hinche de orgullo y caiga en el juicio pronunciado contra el Diablo”.
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ARREPENTIMIENTO En La Biblia – Significado de la Palabra y Su Historia Bíblica.