Significado de ISAÍAS, LIBRO DE Según La Biblia | Concepto y Definición

ISAÍAS, LIBRO DE Significado Bíblico

¿Qué Es ISAÍAS, LIBRO DE En La Biblia?

El libro de Isaías encabeza los libros proféticos clásicos tanto en el canon español como en el hebreo. La división en español de la Escritura en “Profetas Mayores” y “Profetas Menores” posiciona a Isaías primero entre los Mayores. En el canon hebreo, Isaías aparece primero entre los “Profetas Posteriores”, la división que incluye además los libros de Jeremías, Ezequiel y “Los Doce” (los “Profetas Menores”).
División del libro
La división del libro y los temas relativos a la autoría son de particular interés para los eruditos. A fines del siglo XVIII comenzaron a surgir teorías sobre la autoría de Isaías, la cual se relaciona en forma directa con la división del libro en secciones. Cada parte de Isaías tiene énfasis, tema, vocabulario, estilo e incluso perspectivas históricas diferentes. No obstante, continúa siendo tema de debate si estas diferencias exigen la existencia de varios autores.

Isa 1:1-31Isa 39:1-8 Los temas y los acontecimientos en Isa 1:1-31Isa 39:1-8 se relacionan claramente con la época de Isaías como profeta del siglo VIII a.C. Es más, en algunos oráculos Isaías relata la historia en primera persona (caps. Isa 6:1-13 y Isa 8:1-22). Otros discursos, aunque relatados en tercera persona, se refieren a incidentes durante la vida del profeta (caps. Isa 20:1-6; Isa 36:1-22; Isa 37:1-38; Isa 38:1-22; Isa 39:1-8). El trasfondo histórico de Isa 1:1-31Isa 39:1-8 incluye la agresión asiria y sus intentos de ampliar el control en las regiones de Israel y Judá. Isa 7:1-25 y Isa 8:1-22 presentan claramente como base histórica la interferencia asiria en la región. Se menciona a Asiria de manera específica en el cap. Isa 10:1-34, así como en los caps. Isa 20:1-6 y Isa 36:1-22; Isa 37:1-38. Asiria representa la mayor potencia internacional de la región en los capítulos 1–39.

Otro indicio de que Isa 1:1-31Isa 39:1-8 corresponde a la época del profeta Isaías es la repetida mención del nombre del profeta (aparece 17 veces en 1–39). Isaías interactúa varias veces con diversas personas en estos capítulos. La clara intención del texto es mostrar la interacción y la profecía de Isaías durante los primeros 39 capítulos.
El mayor énfasis en esta parte del libro es la predicción del exilio debido a la rebelión de la nación contra Dios. La declaración más evidente en cuanto a esto se halla en Isa 39:5-7. En los primeros capítulos de Isaías no se ha desencadenado el juicio contra el pueblo, aunque se predice.

Isa 40:1-31Isa 66:1-24 En estos capítulos la situación cambia. El nombre del profeta no aparece ni tampoco existe indicación alguna de que él esté actuando ni hablando. Lo más destacado es el cambio en la potencia mundial más importante. Ya no es Asiria sino Babilonia. Se le brinda atención a ella y a sus dioses (Isa 46:1-13; Isa 47:1-15; Isa 48:1-22). La mención de Ciro (Isa 45:1), el rey persa que conquistó Babilonia, hace suponer un trasfondo babilónico.

En Isa 40:1-31Isa 66:1-24, el juicio sobre el pueblo de Dios por su pecado profetizado en Isa 1:1-31Isa 39:1-8 se describe como que ya aconteció. Jerusalén había recibido el juicio divino (Isa 40:2) y estaba en ruinas (Isa 44:26; Isa 44:28). Dios había entregado a Judá en manos de Babilonia (Isa 47:5-6). Jerusalén había bebido la copa de la ira de Dios (Isa 51:17). El templo había sido destruido (Isa 63:18; Isa 64:10-11). La perspectiva histórica de los caps. 40–66 pareciera completamente diferente a la de 1–39. Algunos aducen que esto se explica con que Isaías profetizó de manera extensiva acerca de estos eventos futuros; otros alegan que alguien agregó posteriormente lo que le sucedió a Judá como consumación de lo que el profeta había predicho. Resulta claro que los últimos capítulos necesitan interpretarse a la luz de los eventos del exilio babilónico en el siglo VI y del regreso, en tanto que los capítulos previos deben interpretarse sobre la base de los acontecimientos del siglo VIII.
Temas con respecto a la autoría:
 
Postura de autoría múltiple
Los eruditos no concuerdan en si las diferencias en las perspectivas históricas de ambas partes exigen la presencia de distintos autores. Muchos estudiosos modernos adhieren a la idea de autoría múltiple. Es decir, se le adjudican a Isaías los primeros 39 capítulos, mientras que “Deutero-Isaías” (Segundo Isaías), un profeta que vivió durante el exilio, fue el responsable de los capítulos siguientes. Más aún, otros eruditos dividen todavía más los últimos capítulos en “Deutero-Isaías” (caps. 40–55) y “Trito-Isaías” o “Tercer Isaías” (caps. 56–66). La perspectiva de 56–66 se centra más en cuestiones de la adoración, razón por la cual algunos hablan de otro autor y de otro entorno para ese material. Incluso algunos entendidos alegan más divisiones sobre la base de los diversos géneros y/o de las repeticiones en el texto; por ej., material apocalíptico (24–27), historia (36–39), declaraciones de “ayes” (28–33), pasajes del Siervo Sufriente y demás.
La discusión sobre la autoría de Isaías surgió a fines del s. XVIII con J.C. Döderlein (1775) quien separó 40–66 de 1–39. En el s. XIX, Bernard Duhm (1892) dividió aún más el libro al atribuirle los caps. 56–66 a “Trito-Isaías”. Entre los motivos para dicha división estaban las evidencias internas, los asuntos estilísticos y los distintos énfasis teológicos, si bien estudios recientes han demostrado que ninguno de estos exige una autoría o entorno múltiple. Aun así, una gran preocupación constante para muchos eruditos es la cuestión de la función profética básica, o sea, que el profeta principalmente se dirige a su audiencia contemporánea. Sin embargo, en la última parte del libro, el enfoque no apunta al ámbito del siglo VIII sino a la situación del exilio, un acontecimiento que ocurrió más de 100 años después. No era extraño que los profetas aludieran a temas que excedieran su marco temporal, aunque ciertamente es inusual que un profeta le dedique tanto material a una generación que todavía no nació pero que no excede al alcance de la soberanía divina. Asimismo, numerosos eruditos ven un conflicto en la mención específica de Ciro ya que tuvo que haber sido desconocido para Isaías (a no ser por revelación divina). Esto también hace que algunos eruditos le atribuyan los últimos capítulos de Isaías a un profeta posterior que supo del surgimiento del rey persa.
Postura de un solo autor
Aunque muchos eruditos dividen el libro de Isaías entre dos o más autores, otros defienden la postura de un solo autor. La designación de “un solo autor” puede resultar engañosa. Pocos son los que afirmarían que Isaías escribió de puño y letra cada palabra. En cambio, esta postura sostiene que los mensajes derivaron del profeta Isaías, y deja abierta la posibilidad de que sus discípulos posteriormente organizaran o pusieran por escrito los oráculos del profeta. Existen varias razones para pensar en un solo autor.
Una de las razones para dividir el libro tiene que ver con la cuestión estilística. Los defensores de la división argumentan que el estilo y el vocabulario difieren entre una parte y otra. Las diferencias existen; sin embargo, se ha exagerado su importancia. Al considerar las diferencias en la perspectiva histórica, en el tema principal y en los temas entre las secciones, es de esperar que haya alteraciones de estilo, especialmente si las partes corresponden a diferentes períodos de la vida de Isaías. A lo largo de los más de 40 años de ministerio, eventos y percepciones bien pudieron crear cambios en el estilo literario.
Aunque las diferencias son indudables, también hay similitudes entre las secciones del libro. A lo largo de este se emplean de manera continua varias imágenes: luz y tinieblas (Isa 5:20; Isa 5:30; Isa 9:2; Isa 42:16; Isa 50:10; Isa 59:9; Isa 60:1-3); ceguera y sordera (Isa 6:10; Isa 29:10; Isa 29:18; Isa 32:3; Isa 42:7; Isa 42:16-19; Isa 43:8; Isa 44:18; Isa 56:10); ser humano como flor que se marchita (Isa 1:30; Isa 40:6-7; Isa 64:6); Dios como el alfarero y el ser humano como vasija (Isa 29:16; Isa 45:9; Isa 64:8). Además, el nombre distintivo de Dios en Isaías es “el Santo de Israel”. Este apelativo aparece 31 veces en la Escritura y 25 aparecen en el libro de Isaías. (La mención en 2Re 19:22 fue pronunciada por Isaías.) El nombre aparece 12 veces en los capítulos 1–39 y 13 veces del 40–66, lo cual indica continuidad de pensamiento en todo el libro.
El NT incluye citas y alusiones de Isaías en varias ocasiones. En ningún caso hay indicación de que el libro deba dividirse. Por ejemplo, Jua 12:38-40 alude tanto a Isa 53:1 como a Isa 6:10, lo cual indica que Isaías expresó ambas cosas. Del mismo modo, los Rollos del Mar Muerto arrojan luz en cuanto a la unidad del libro. Entre los descubrimientos en Qumrán se encontró una copia completa de Isaías. Resulta interesante la ubicación particular de Isa 40:1-31. El capítulo Isa 39:1-8 finaliza en la anteúltima línea de la página. El cap. Isa 40:1-31 comienza en la última línea. Si alguna vez existió una división entre los caps. Isa 39:1-8 y Isa 40:1-31, los escribas de Qumrán no la indicaron. Sin embargo, hay un espacio de tres líneas en blanco en el cap. Isa 33:1-24, en tanto que el cap. Isa 34:1-17 comienza en la página siguiente. Por lo tanto, los Rollos del Mar Muerto no resuelven el problema de la división de Isaías sino que, más bien, lo complican.
Teología de Isaías:
 
Santidad de Dios
En la visión del templo, Isaías vio a Dios como ser santo. La exclamación de los serafines aludía a Dios como “Santo, santo, santo”. La santidad divina indica la separación de Dios de otras entidades. Dios es trascendente, moralmente puro y apartado del pecado. Este atributo contrasta con la actitud de la nación de Judá en la época de Isaías. El nombre “Santo de Israel” contrasta la santidad de Dios con la pecaminosidad de Su pueblo. El Dios santo procura tener una relación con los seres humanos, y en esa relación Dios exige santidad de Su pueblo.
El pecado y el juicio resultante
Dios exige obediencia y santidad de parte de su pueblo. Sin embargo, las naciones de Israel y de Judá se rebelaron de manera constante. En Isa 1:2-4 se define al pueblo como hijos rebeldes que se rehusaron a escuchar y a obedecer. Estas acciones provocaron juicio de Dios en Isa 1:24-25. Dios no pasa por alto el pecado ni lo justifica. En cambio, procura el arrepentimiento por parte de los seres humanos (Isa 1:16-20). Si la oferta de arrepentimiento es rechazada, se aplica el juicio por el pecado. No obstante, incluso el juicio tiene un propósito redentor ya que Dios procura restaurar al pueblo mediante la disciplina del juicio (Isa 1:24-25). Los temas de pecado y juicio se reiteran en todo el libro. El juicio del exilio que se presupone en caps. 40–66 es el que se profetizó en caps. 1–39 como consecuencia del pecado. Sin embargo, el juicio del exilio no tenía intención de destruir a las personas sino de purificarlas.
El tema repetido del “remanente” se asocia con la teología del pecado y del juicio. La idea del remanente aparece con frecuencia, incluso en el nombre del hijo de Isaías, Sear-jasub, “un remanente volverá”. Luego de que el juicio prometido bajo la forma de exilio recayera sobre el pueblo de Dios, un remanente regresaría a poseer nuevamente la tierra. El remanente era tanto un recordatorio positivo como también negativo para la nación. Aunque Dios fuera a preservar un remanente y hacer que regresara del exilio, muchos de los que pasaron por el juicio no regresarían. Las graves consecuencias del pecado conllevaron juicio, pero la gracia de Dios prometió un remanente.
Dios como el Señor soberano de la historia
Si bien Asiria, y posteriormente Babilonia y Persia, fueron las potencias internacionales que parecieron obrar a voluntad, Isaías muestra al Dios de Israel como la mano que controla todos los poderes. En Isa 10:5-19, Asiria no era más que una vara en las manos de Dios usada para disciplinar a Israel y a Judá. De forma similar, Dios controló y usó a Babilonia en Isa 47:1-15. La arrogancia y la vanidad de Babilonia fueron derribadas por Dios. Asiria y Babilonia se creían fuertes. Para cumplir con Su plan divino para la historia, Dios controló la historia y a veces usó a Asiria, otras a Babilonia y en ocasiones a Persia.
La fe en Dios es verdadera seguridad
Judá e Israel solían depender de sí mismas para la seguridad. Las palabras de Isaías clamaban por algo mucho más seguro. El cap. Isa 7:1-25 muestra la necesidad de confiar en Dios. Acaz, el rey que acababa de asumir en Judá, fue amenazado por los ejércitos combinados de Siria e Israel. Dios, por medio de Isaías, le aconsejó que tuviera fe. Sin embargo, Acaz se negó a confiar en Dios y prefirió confiar en el poder de Asiria. Como consecuencia de su falta de fe, la influencia asiria entró en Jerusalén. En vez de disfrutar de las bendiciones de la obediencia a Dios, la nación sufrió las consecuencias de negarse a confiar en Él. Las elecciones opuestas de confiar en Dios o en otras naciones aparecen a lo largo de Isaías. La verdadera seguridad no radica en las armas ni en las alianzas con otros pueblos. La fe en el Señor soberano de la historia brinda la única y verdadera seguridad (Isa 7:9; Isa 28:16; Isa 30:15).
El Mesías y el Siervo Sufriente
La palabra “mesías” significa simplemente “ungido”. Ciro es el “mesías” o “ungido” en Isa 45:1. La unción de una persona indicaba que Dios la había capacitado para una tarea específica. De ahí que, incluso el rey pagano Ciro podía ser “mesías” porque Dios le dio poder para ayudar a que los exiliados regresaran a su tierra. El concepto de mesías se convirtió luego en una designación para el rey prometido de la dinastía davídica.
El mesías de Isaías es una figura enigmática. A veces es una vara (Isa 11:1); otras, una figura real y majestuosa (Isa 9:6-7) y otras veces, un Siervo Sufriente (Isa 50:6; Isa 53:3-6). No obstante, Isaías jamás estableció una conexión clara entre los pasajes mesiánicos relativos a la realeza y aquellos correspondientes al Siervo Sufriente. Ambos temas parecieran contradictorios, al menos al principio. El mesías gobernaría, mientras que el siervo sufriría y moriría por la nación. Desde la perspectiva del NT, se puede ver con facilidad cómo en Su ministerio Jesús cumplió ambas imágenes. La iglesia, conocedora del sufrimiento de Jesús y sin embargo creyendo en Su regreso para gobernar, combinó los conceptos en el ministerio del supremo Mesías: el Cristo.
Bosquejo
I. Profecías contra Judá (Isa 1:1-31; Isa 2:1-22; Isa 3:1-26; Isa 4:1-6; Isa 5:1-30; Isa 6:1-13; Isa 7:1-25; Isa 8:1-22; Isa 9:1-21; Isa 10:1-34; Isa 11:1-16; Isa 12:1-6)
A.  Restauración por medio del arrepentimiento (Isa 1:1-31)
B.  Día de pago en camino (Isa 2:1-22; Isa 3:1-26; Isa 4:1-6)
C.  Juicio contra la viña (Isa 5:1-30)
D. Llamado, limpiado y enviado (Isa 6:1-13)
E. La amenaza asiria (Isa 7:1-25; Isa 8:1-22; Isa 9:1-21; Isa 10:1-4)
F. El juicio divino sobre Asiria (Isa 10:5-34; Isa 11:1-16; Isa 12:1-6)
II. Profecías contra las naciones (Isa 13:1-22; Isa 14:1-32; Isa 15:1-9; Isa 16:1-14; Isa 17:1-14; Isa 18:1-7; Isa 19:1-25; Isa 20:1-6; Isa 21:1-17; Isa 22:1-25; Isa 23:1-18)
A.  Babilonia (Isa 13:1-22; Isa 14:1-23)
B.  Asiria (Isa 14:24-27)
C.  Filistea (Isa 14:28-32)
D. Moab (Isa 15:1-9; Isa 16:1-14)
E. Damasco y Siria (Isa 17:1-14)
F. Etiopía (Isa 18:1-7)
G.  Egipto (Isa 19:1-25; Isa 20:1-6)
H. Babilonia (Isa 21:1-10)
I. Edom (Isa 21:11-12)
J. Arabia (Isa 21:13-17)
K. Jerusalén (Isa 22:1-25)
L. Tiro (Isa 23:1-18)
III. Anuncios apocalípticos (Isa 24:1-23; Isa 25:1-12; Isa 26:1-21; Isa 27:1-13)
A.  Dios juzga a la tierra por su rebelión (Isa 24:1-23)
B.  El pueblo de Dios celebra Su reinado (Isa 25:1-12; Isa 26:1-6)
C.  El pueblo de Dios anticipa la intervención divina (Isa 26:7-19)
D. Restauración del pueblo de Dios (Isa 26:20-21; Isa 27:1-13)
IV. Juicio y esperanza para Judá (Isa 28:1-29; Isa 29:1-24; Isa 30:1-33; Isa 31:1-9; Isa 32:1-20; Isa 33:1-24; Isa 34:1-17; Isa 35:1-10)
A.  Advertencia contra Samaria (Isa 28:1-29)
B.  Advertencia contra Ariel (Isa 29:1-24)
C.  Advertencia contra alianzas extranjeras (Isa 30:1-33; Isa 31:1-9; Isa 32:1-20; Isa 33:1-24; Isa 34:1-17; Isa 35:1-10)
D. La justicia y la paz restauradas en Judá (Isa 32:1-20; Isa 33:1-24)
E. El juicio sobre las naciones (Isa 34:1-17; Isa 35:1-10)
V. El reinado de Ezequías (Isa 36:1-22; Isa 37:1-38; Isa 38:1-22; Isa 39:1-8)
A.  Liberación de Asiria (Isa 36:1-22; Isa 37:1-38)
B.  Liberación de Ezequías de la muerte (Isa 38:1-22)
C.  Ezequías recibe a los babilonios (Isa 39:1-8)
VI. Liberación de los exiliados de Babilonia (Isa 40:1-31; Isa 41:1-29; Isa 42:1-25; Isa 43:1-28; Isa 44:1-28; Isa 45:1-25; Isa 46:1-13; Isa 47:1-15; Isa 48:1-22)
A.  Consuelo para Jerusalén y los exiliados (Isa 40:1-31; Isa 41:1-29; Isa 42:1-12)
B.  El ciego y sordo Israel convocado como testigo (Isa 42:13-25; Isa 43:1-28; Isa 44:1-20)
C.  Ciro, el siervo de Dios (Isa 44:24-28; Isa 45:1-25)
D. Exhortación a Israel a la luz de la caída de Babilonia (Isa 46:1-13; Isa 47:1-15; Isa 48:1-22)
VII. Restauración de Jerusalén (Isa 49:1-26; Isa 50:1-11; Isa 51:1-23; Isa 52:1-15; Isa 53:1-12; Isa 54:1-17; Isa 55:1-13)
A.  El Siervo de Jehová es enviado (Isa 49:1-13)
B.  Jehová responde al reclamo de Jerusalén (Isa 49:14-26; Isa 50:1-3)
C.  El siervo de Jehová persevera (Isa 50:4-11)
D. Un nuevo éxodo (Isa 51:1-23; Isa 52:1-12)
E. Reivindicación del Siervo de Jehová (Isa 52:13-15; Isa 53:1-12)
F. Futuro glorioso de Jerusalén (Isa 54:1-17)
G.  Llamado a la renovación del pacto (Isa 55:1-13)
VIII. La purificación final del pueblo de Dios (Isa 56:1-12; Isa 57:1-21; Isa 58:1-14; Isa 59:1-21; Isa 60:1-22; Isa 61:1-11; Isa 62:1-12; Isa 63:1-19; Isa 64:1-12; Isa 65:1-25; Isa 66:1-24)
A.  Extranjeros y eunucos reciben un nuevo estatus (Isa 56:1-8)
B.  Pecadores denunciados (Isa 56:9-12; Isa 57:1-21)
C.  Demandas justas de Dios (Isa 58:1-14)
D. Acusación y confesión (Isa 59:1-15 a)
E. Restauración de Jerusalén (Isa 59:15 b–63:6)
F. Una oración por liberación (Isa 63:7-19; Isa 64:1-12)
G.  Separación de los justos y los impíos (Isa 65:1-25; Isa 66:1-24)

Harold Mosley y Steve Bond

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí