Significado de PECADO Según La Biblia | Concepto y Definición

PECADO Significado Bíblico

¿Qué Es PECADO En La Biblia?

Acciones con que los seres humanos se rebelan contra Dios, dejan de cumplir el propósito divino para sus vidas y ceden ante el poder del mal.
El pecado como rebelión
Una de las afirmaciones centrales de toda la Biblia es el alejamiento de Dios por parte del hombre. La causa de este alejamiento es el pecado, la raíz de todos los problemas de la humanidad. Sin embargo, la Biblia no da ninguna definición formal de pecado. Lo describe como una actitud de rebelión contra Dios. La rebelión fue la raíz del problema de Adán y Eva (Gén 3:1-24) y también de la situación crítica de la humanidad desde entonces.
El pecado es universal; todos pecamos. La Biblia no relata en forma completa el origen del pecado. Dios de ninguna manera es responsable por el pecado. Satanás introdujo el pecado cuando engañó a Eva, pero la Biblia tampoco enseña que el pecado se haya originado en él. El origen del pecado está en la naturaleza rebelde de la humanidad. Desde que Adán y Eva se rebelaron contra el claro mandato de Dios, el pecado infectó a la humanidad como una temible malignidad.
Pasajes como Sal 51:5 y Efe 2:3 podrían interpretarse como que esta naturaleza pecaminosa se hereda. Otros pasajes parecen afirmar que el pecado se debe a una elección humana (ver Eze 18:4; Eze 18:19-20; Rom 1:18-20; Rom 5:12). Por una parte, la humanidad hereda la naturaleza pecaminosa, y por otra, cada persona es ciertamente responsable de elegir pecar.
Otra posibilidad para entender cómo infectó el pecado a toda la humanidad es el concepto bíblico de la solidaridad de la raza humana. Dicho concepto se explicaría diciendo que cuando Adán se rebeló contra Dios, incorporó a todos sus descendientes en esa acción (ver Heb 7:9-10 para una analogía similar). Es indudable que este punto de vista no elimina la necesidad de que cada individuo acepte la total responsabilidad por sus actos pecaminosos.
Adán y Eva introdujeron el pecado en la historia humana a través de sus acciones rebeldes. La Biblia afirma que desde entonces cada persona ha seguido el ejemplo de ellos. Esto es lo que se afirma a lo largo de la Biblia, independientemente de todo lo demás que pueda decirse sobre el origen del pecado.
La Biblia ve el pecado desde varias perspectivas
Un concepto del pecado en el AT es la trasgresión de la ley. Dios estableció la ley como parámetro de rectitud; cualquier violación de este patrón se define como pecado. Deu 6:24-25 constituye una afirmación de este principio desde la perspectiva de que la persona que cumple con la ley es justa. La implicancia es que la persona que no la cumple no es justa, es decir, es pecadora.
Otro concepto del pecado en el AT es el incumplimiento del pacto. Dios hizo un pacto con la nación de Israel; los israelitas estaban obligados como pueblo a cumplir este pacto (Éxo 19:1-25; Éxo 24:1-18; Jos 24:1-33). Cada año durante el Día de Expiación, la nación renovaba el pacto. Cuando el sumo sacerdote consagraba al pueblo al rociarlo con la sangre del sacrificio expiatorio, el pueblo renovaba la promesa al Señor de guardar el pacto. Cualquier incumplimiento se consideraba pecado (Deu 29:19-21).
El AT también describe el pecado como una violación de la naturaleza justa de Dios. Él es justo y santo, y le pide a Su pueblo una justicia similar. (Lev 11:45). Cualquier desviación de la justicia divina se considera pecado.
El AT cuenta con un rico vocabulario para referirse al pecado. Chata’ significa “errar el blanco”, al igual que el término griego hamartia. La palabra podría usarse para describir a una persona que lanza una flecha con un arco y no da en el blanco. Cuando se usa para describir el pecado, significa que la persona no dio en el blanco que Dios estableció para la vida de esa persona.
Aven describe el espíritu torcido o perverso asociado al pecado. Las personas pecadoras pervirtieron su espíritu y es como si se hubieran encorvado en lugar de mantenerse erguidas. Ra’ describe la violencia asociada al pecado. También posee la connotación de manifestación del mal. En el AT, el pecado es lo opuesto a la justicia o la rectitud moral.
La perspectiva del pecado en el NT
La descripción del pecado en el NT es muy similar a la del AT. Varias de las palabras que aparecen en el NT para referirse al pecado tienen prácticamente el mismo significado que algunas palabras hebreas del AT. El avance más notable en la visión del pecado en el NT es que se lo define tomando a Jesús como parámetro de lo justo. Su vida ejemplifica la perfección. La pureza excelsa de Su vida crea la norma para juzgar qué es pecaminoso.
En el NT, el pecado también se considera como falta de comunión con Dios. La vida ideal consiste en tener comunión con Él. Todo lo que perturba o distorsiona esta comunión es pecado.
La visión del pecado en el NT es, en cierto sentido, más subjetiva que objetiva. Jesús enseñó enfáticamente que el pecado es una condición del corazón. Señaló que las motivaciones internas son el origen del pecado cuando declaró que este realmente se encuentra en el pensamiento pecaminoso que desencadena la manifestación exterior. La acción externa es, en realidad, el fruto del pecado. La ira interior equivale a asesinato (Mat 5:21-22). La mirada impura equivale a adulterio (Mat 5:27-28). La verdadera corrupción en una persona surge del ser interior (el corazón), que es pecaminoso (Mat 15:18-20). Por lo tanto, se considera que el pecado abarca la esencia misma de la naturaleza humana.
El NT interpreta el pecado como “incredulidad”. Esta no es solamente el rechazo de un dogma o credo. Se trata más bien del rechazo de la luz espiritual que ha sido revelada en Jesucristo. O, desde otra perspectiva, es el rechazo de la revelación suprema tal como se manifiesta en la persona de Jesucristo. La incredulidad es la resistencia a la verdad de Dios revelada por el Espíritu de Dios, y produce ceguera moral y espiritual. El resultado de tal rechazo es el juicio. El único criterio para el juicio es que uno haya aceptado o rechazado la revelación divina manifestada en Jesucristo (Jua 3:18-19; Jua 16:8-16).
El NT va más allá y describe el pecado como algo revelado por la ley de Moisés. La ley tenía la función preparatoria de señalar a Cristo. Reveló el verdadero carácter del pecado, pero esto solo despertó en la humanidad un deseo de probar ese fruto prohibido. La ley en sí no es mala, pero la humanidad no posee la capacidad de cumplirla. Por esta razón, la ley no es un medio de salvación sino que deja a la humanidad con un profundo sentido de pecado y de culpa (Rom 7:1-25). La ley, por lo tanto, sirve para poner de relieve el pecado, de modo que sea claramente perceptible.
La palabra más frecuente para designar pecado en el NT es hamartia (ver arriba). Parabasis, “infracción” o “transgresión”, literalmente significan traspasar una línea. Alguien que traspasa el límite de una propiedad, traspasa el terreno de otra persona; la persona que traspasa lo que Dios estableció como justo, comete infracción o trasgresión.
Anomia significa “sin ley” o “iniquidad”, y es una descripción más bien general de los actos pecaminosos; se refiere a casi cualquier acción que se opone al parámetro de justicia establecido por Dios. Poneria, “el mal” o “la maldad”, es un término aun más general que anomia. Adikia, “injusticia”, es simplemente lo opuesto a justicia. En contextos forenses ajenos al NT, este término describe a alguien que está del lado opuesto a la ley.
Akatharsia, “suciedad” o “impureza”, era una palabra referida al culto que se usaba para describir todo lo que causaba impureza. Frecuentemente se utilizaba para describir actos viciosos o pecados sexuales. Apistia, “incredulidad”, literalmente se refiere a falta de fe. Rehusarse a aceptar la verdad de Dios por medio de la fe es pecado. Por lo tanto, toda acción que pueda ser interpretada como infiel y cualquier condición que refleje falta de fe es pecaminosa.
Epithumia, a menudo traducida “lujuria”, es en realidad una palabra neutra. Solo el contexto puede determinar si el deseo es bueno o malo. Por ejemplo, Jesús dijo: “He tenido muchísimos deseos de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer” (Luc 22:15 NVI). Pablo utilizó esta palabra en Col 3:5 con un modificador, “malos”, donde la traducción dice “malos deseos”. Cuando se usa de esta manera, podría referirse a casi todo deseo malo, pero con más frecuencia se usaba para describir pecados sexuales (Mat 5:28).
Consecuencias del pecado
La Biblia considera que el pecado, en cualquiera de sus formas, es el problema más serio de la humanidad. Aunque los actos pecaminosos pueden estar dirigidos contra otra persona, en última instancia todo pecado es contra Dios, el Creador de todas las cosas. Al ser perfecto en justicia, Dios no puede tolerar aquello que viola Su carácter justo. Por lo tanto, el pecado crea una barrera entre Dios y las personas.
El pecado también hace necesaria la intervención divina en los asuntos humanos. Dado que la humanidad no podía liberarse de las ataduras del pecado, fue necesario que Dios interviniera para hacerlo. Ver Salvación.
Las consecuencias del pecado, tanto en la persona como en la sociedad, tienen largo alcance. La persona que de modo constante y sistemático sigue un camino pecaminoso, quedará tan enredada en él que será, en la práctica, esclava del pecado (Rom 6:1-23).
Otra de las horrendas consecuencias del pecado es la depravación espiritual de la sociedad en general como así también en lo individual. Algunos argumentarán que la depravación es la causa del pecado, y esto es válido. Sin embargo, no se puede obviar que mantenerse en pecado le agrega a esta condición una depravación personal, una desviación o corrupción moral que finalmente hace imposible rechazar el pecado. Este además produce ceguera espiritual. Las verdades espirituales no resultan visibles para quien ha sido cegado por el pecado.
La ineptitud moral es otra consecuencia devastadora del pecado. Cuanto más practican el pecado, más ineptas se vuelven las personas en cuanto a los valores morales y espirituales. El pecado termina enturbiando la distinción entre el bien y el mal.
La culpa es ciertamente una consecuencia del pecado. Ninguna persona puede culpar a otra persona por un problema de pecado. Cada uno debe aceptar responsabilidad y afrontar la culpa asociada (Rom 1:1-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-31).
En la Biblia, el pecado y la muerte son corolarios. Una de las terribles consecuencias del pecado es la muerte. El pecado continuo y constante acarreará muerte espiritual a quien no se haya colocado bajo el señorío de Cristo a través del arrepentimiento y la fe (Rom 6:23; Apo 20:14). Para aquellos que confiaron en Cristo Jesús como Salvador, la muerte ya no produce terror. Cristo invalidó el poder de Satanás de hacer que la muerte fuera horrorosa, y liberó a la persona de la esclavitud a este terrible miedo (Heb 2:14-15). Ver Muerte.
Otra grave consecuencia del pecado es que provoca separación de Dios, alejamiento y ausencia de comunión con Él. Esto no es necesariamente permanente, pero si una persona muere sin haber corregido este problema mediante la fe en Cristo, entonces la separación sí se consolida (Rom 6:23). Ver Infierno.
El pecado produce alejamiento de otras personas así como de Dios. Todos los problemas interpersonales tienen su origen en el pecado (Stg 4:1-3). La única esperanza de alcanzar la paz tanto a nivel personal como nacional se encuentra en el Príncipe de Paz.

Billy E. Simmons

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