Significado de VIDA ETERNA Según La Biblia | Concepto y Definición

VIDA ETERNA Significado Bíblico

¿Qué Es VIDA ETERNA En La Biblia?

La vida en su plenitud, con duración infinita y caracterizada por una relación constante con Dios. Este importante concepto del NT se enfatiza en el Evangelio de Juan, pero también aparece en los otros Evangelios y en los escritos de Pablo. En el NT, la vida eterna elimina las fronteras con la muerte. Esta todavía es un enemigo, pero quien tiene vida eterna ya experimenta el tipo de existencia que nunca cesará.
Sin embargo, en esta expresión, el énfasis está en la calidad de vida más que en su carácter interminable. Probablemente, ciertos aspectos de ambas cosas, calidad y duración, aparecen en todos los contextos, pero algunos se refieren en especial a la calidad de vida y otros apuntan a su condición de eterna o a una vida a la que se accederá en el futuro.
En términos cualitativos, esa vida es
(1) impartida por Dios;
(2) transformación y renovación de vida;
(3) vida completamente abierta a Dios y centrada en Él;
(4) triunfo constante sobre el pecado y la maldad moral, y
(5) remoción total de la maldad moral de la persona y del entorno de esa persona.
La vida eterna como experiencia del presente
Este término en el Evangelio de Juan tiene importantes implicaciones. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que desobedece al Hijo cuenta con la ira de Dios sobre él (Jua 3:36). Confiar y obedecer van juntos; no dejan lugar a la neutralidad. El que escucha el mensaje de Cristo y cree o confía en el Padre que lo envió, tiene vida eterna. Esta persona no cae bajo condenación porque ha pasado de muerte a vida (Jua 5:24). El tiempo verbal perfecto (uno que ha pasado y que permanece en el estado de haber pasado de muerte a vida) hace énfasis en que la vida eterna es una realidad presente y permanente. Pero aquí no es posible la jactancia. La vida eterna es una realidad presente para el que escucha y confía (Jua 5:24).
Las llamativas metáforas de comer y beber indican un compromiso activo con Cristo: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna” (Jua 6:54 a). El v. Jua 6:57 explica que “el que me come, él también vivirá por mí”. Puesto que Cristo es nuestra vida, debemos hacer que esa vida sea parte de nosotros “participando en Cristo”, acudiendo activamente a Él y recibiendo Su fortaleza vivificadora.
En la oración sacerdotal de Cristo vemos que “Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Jua 17:3). El tiempo presente del verbo “conocer” indica que es una experiencia y no derivación de datos intelectuales. El conocimiento genuino de Dios a través de la experiencia produce vida eterna. Esa experiencia transforma la vida.
La vida eterna experimentada en el presente y en el futuro
Juan comparó la serpiente levantada en el desierto con el Hijo del Hombre levantado en la cruz y exaltado al cielo. Quienes responden a Cristo con confianza constante tienen vida eterna (Jua 3:15). Reciben sanidad de algo más mortal que la picadura de una víbora: los efectos destructivos del pecado. Aquí la vida eterna supone una curación presente, una realidad presente. Pero Jua 3:16 remite ambas imágenes al presente y al futuro.
Cristo definió a sus verdaderas ovejas como aquellos que lo oyen o escuchan su voz y lo siguen (Jua 10:27). A tales discípulos, Él les da vida eterna y no perecerán (Jua 10:28). Nuevamente vemos que no es posible la presunción. Quienes lo escuchan, prestan atención y lo siguen, están bajo su protección. Para estas personas, la vida eterna es tanto una realidad presente como futura.
La vida eterna como experiencia futura
“¿Qué puedo hacer para heredar la vida eterna?”, preguntó el joven rico (Mar 10:17; comp. Mat 19:16; Luc 18:18). Vio la vida eterna como una herencia final. Su sinceridad conmovió a Jesús, y lo amó (Mar 10:21). Pero el joven tenía que tomar una decisión: ¿Seguiría a Jesús dejando sus posesiones? (Mar 10:22). Su acción equivalió a un “no”. No podía desprenderse de sus posesiones primero para entonces seguir a Jesús.
En Mat 19:27, Pedro le pregunta a Jesús: “¿Qué, pues, tendremos?” Los discípulos habían dejado a sus seres queridos y sus posesiones para seguir a Jesús. Este les prometió seres queridos y posesiones pero con persecución. Y luego agregó: “Y en el siglo venidero la vida eterna” (Mar 10:30).
Jua 12:20-26 relata sobre unos griegos que querían ver a Jesús. No sabemos cómo interactuó Jesús con ellos. Sí sabemos que les habló acerca de Su muerte y de lo que significaba ser discípulo: “El que ama su vida, la perderá, y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará” (Jua 12:25). Aquí Jesús contrasta la vida eterna con la vida presente. Los creyentes preservan su vida y su alma sirviendo a Cristo y siguiéndolo (Jua 12:26). Tales siervos estarán donde está Cristo, y serán honrados por el Padre (Jua 12:26). Estar donde Cristo está significa entrar en la vida eterna, una vida libre de pecado y maldad moral.
Pablo declaró que “el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gál 6:8). La vida eterna nos es concedida por Jesús y por el Espíritu Santo. Esta futura realidad, ya experimentada hasta cierto punto en el presente, abarca al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. La comunión en la vida eterna significa comunión con el Dios triuno.

A. Berkeley Mickelsen

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