1 Corintios 14:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Puesto que los corintios daban un valor exagerado al don de lenguas, el apóstol muestra aquí la superioridad del don de profecía sobre el de lenguas. Dicha superioridad se funda en tres cualidades: 1) claridad (vv. 1Co 14:2, 1Co 14:3). El que profetiza es entendido por todos; el que habla en lenguas, ni él mismo se entiende; 2) edificación (v. 1Co 14:4). «El que habla en lenguas, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia». 1Co 14:3) testimonio (vv. 1Co 14:24, 1Co 14:25). Recordemos que el don de lenguas consiste «en emitir sonidos ininteligibles y palabras incoherentes durante un estado extático» (Leal). Aunque en ningún lugar dice el texto sagrado que las lenguas sean desconocidas (el unknown de la A.V. inglesa y lo de «extraña» de la RV anterior a la edición de 1977 no están en el original), el contexto, y el mismo carácter de dicho carisma muestran que no se trata de idiomas hablados en la tierra, pues de éstos podría darse una interpretación no carismática.

1. Al conectar con el último versículo del capítulo anterior, Pablo comienza exhortando a los fieles de Corinto a «procurar alcanzar el amor» (v. 1Co 14:1. Lit. perseguir el amor), lo que nos da idea de que el ejercicio del amor es algo que ha de procurarse con persistencia y continuidad, como algo que nunca se acaba de completar.

2. Pasa luego (vv. 1Co 14:1-5) a instruirles acerca de la superioridad del don de profecía sobre el de lenguas. No les prohíbe el uso de los demás dones (antes les anima a desearlos con celo, v. 1Co 14:1 ), pero de manera especial les exhorta a ejercitar el don de profecía, ya que (v. 1Co 14:2) el que habla en lenguas, se dirige a Dios y (v. 1Co 14:4) se edifica a sí mismo, mientras que el que profetiza, edifica a la iglesia (v. 1Co 14:4), pues (v. 1Co 14:3) «habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación». Este último vocablo es la única vez que aparece en todo el Nuevo Testamento y comporta la idea, no sólo de consuelo, sino también de estímulo o incentivo. El mejor don es el que mayor bien produce. Para que no se le interprete mal, el apóstol expresa su deseo de que todos, si fuese posible (comp. con 1Co 12:30), hablasen en lenguas (v. 1Co 14:5), hasta el punto de mandarles que no impidan hacerlo (v. 1Co 14:39), pero todavía desea más que profetizasen, a no ser que el que habla en lenguas pida poder para interpretarlas (v. 1Co 14:5, comp. con el v. 1Co 14:13).

3. Explica luego esta superioridad de la profecía sobre las lenguas.

(A) Poniéndose a sí mismo por ejemplo (v. 1Co 14:6): ¿De qué provecho les sería él mismo si, en lugar de instruirles de modo inteligible, fuese a ellos para gastar el tiempo hablando en lenguas?

(B) Lo ilustra luego (vv. 1Co 14:7-11) con el uso de instrumentos musicales: Si la flauta o la cítara (v. 1Co 14:7) se tocan de tal forma que no hay modo de distinguir lo que se toca ¿cómo podrá alguien disponer los pasos del dance? Y si la trompeta (v. 1Co 14:8) del corneta militar da un toque confuso ¿cómo sabrán los soldados si el general da orden de ataque o de retirada? Así también, si sólo hay un hablar en lenguas ininteligibles (v. 1Co 14:9), será como hablar al aire; es decir, en vano (comp. con el «golpear al aire» de 1Co 9:26). Será también (vv. 1Co 9:10, 1Co 9:11) como una conversación entre dos extranjeros, en la que ninguno de los dos entiende ni una sola palabra del idioma del otro.

(C) Pablo no pierde nunca de vista el objetivo de toda la Carta: la edificación de la iglesia (v. 1Co 14:12), la cual se obtiene con algo inteligible, tanto en la oración (vv. 1Co 14:14, 1Co 14:15), como en el canto de alabanza y acción de gracias (vv. 1Co 14:15-17), no con algo que no pueda entenderse. Se contrasta en todos estos versículos el espíritu con la mente (gr. nous), que la RV vierte por «entendimiento». El espíritu designa aquí «la parte más íntima del hombre, posiblemente la parte afectiva del alma, donde actúa el Espíritu divino, que da el carisma del don de lenguas» (Leal), mientras que mente o entendimiento designa la facultad con la que nuestro espíritu piensa, razona, se da cuenta de lo que la persona piensa y dice, y le permite controlarse (comp. con el v. 1Co 14:32).

(D) En el versículo 1Co 14:16, así como en los versículos 1Co 14:23 y 1Co 14:24, vemos el vocablo griego idiótes. Este término, del que procede el castellano «idiota», no tenía en su origen el significado de necio o imbécil que ha venido a dársele, sino (de ídios, propio, privado) el de persona sin rango, no iniciada, no perteneciente a determinado grupo, etc. Por todo el contexto posterior se colige que tales personas eran individuos que no se habían entregado al Señor y, por tanto, no podían participar de las ordenanzas, etc., pero estaban interesados en el Evangelio y asistían a las reuniones de los cristianos. Por eso, cuando de ellos se dice que no podrán decir «Amén» (v. 1Co 14:16) o que pensarán, como los incrédulos, que los creyentes están locos (v. 1Co 14:23), no es porque los miembros de la congregación entiendan lo que ellos no entienden, sino porque son ellos precisamente los que necesitan ser ganados para Cristo (vv. 1Co 14:24, 1Co 14:25), lo cual no se logra con expresiones extáticas, sino con enseñanzas inteligibles.

(E) Para dar a entender, una vez más, que Pablo no desprecia el don de lenguas, dice que da gracias a Dios (v. 1Co 14:18) por poseerlo y usarlo más que todos ellos; pero (añade en el v. 1Co 14:19) en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento (esto es, inteligibles), para instruir también a otros, que diez mil palabras en lenguas. En conexión con esto, exhorta con afecto («Hermanos», v. 1Co 14:20) a los fieles de Corinto a no ser niños en el modo de pensar (comp. con 1Co 13:11; Efe 4:14; Heb 5:12, Heb 5:13), sino en la malicia, pero maduros en el modo de pensar. El griego dice a la letra en la segunda frase del versículo 1Co 14:20 «sed (o actuad como) niños pequeños en la malicia», ¡en eso es en lo que no deben crecer, pero sí en el modo de pensar, hasta saber discernir con toda madurez entre lo realmente importante y lo secundario!

(F) El versículo 1Co 14:22 podría ocasionar confusión si se le compara con el contexto posterior, al que parece contradecir, pero su conexión está en el v. anterior. En el versículo 1Co 14:21, el apóstol cita de Isa 28:11, Isa 28:12, donde se habla de los judíos que se negaban a creer al profeta cuando les anunciaba la invasión de los asirios, gente de lengua extraña (Isa 28:11) para el pueblo de Israel. Esto les sería por castigo de Dios. Aun con este texto como trasfondo (y, quizás, precisamente a causa de ello), el versículo 1Co 14:22 es muy difícil de entender, pues no se sabe a ciencia cierta qué quiere dar a entender aquí Pablo por «señal» ¿señal de castigo para los incrédulos en general, como interpreta L. Morris? Me resulta duro admitirlo, si tenemos además en cuenta la forma tan libre que tiene Pablo de acomodar las citas del Antiguo Testamento. ¿Señal de juicio para los que no creen (de entre los judíos), como parafrasea Trenchard? Me parece fuera de contexto y de objetivo. «La explicación más satisfactoria, dice Hodge, es tomar la palabra señal en el sentido general de cualquier indicación de la presencia divina». Yo añadiría el adjetivo «extraordinaria» a lo de «indicación de la presencia divina». Así se evita interpretar señal como juicio o castigo y se le da un sentido favorable, como lo exige el paralelismo con la segunda parte del versículo 1Co 14:22: «pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes», los cuales no necesitan señales extraordinarias, sino instrucción edificante.

Con esta interpretación coincide en el fondo la que da el propio M. Henry (es decir, sus sucesores) del versículo 1Co 14:22 (aunque lo desconectan del v. 1Co 14:21): «El don de lenguas era necesario para la extensión del cristianismo. Era apropiado e intentado para convencer a los incrédulos … Para que los dones se usen rectamente, es menester conocer los fines que están destinados a servir. Lanzarse a la conversión de los infieles habría sido una vana empresa sin el don de lenguas, pero, en una asamblea de cristianos, sería del todo improcedente».

(G) El crédito y la reputación de las asambleas requería preferir el don de profecía al de lenguas. Si sus ministros, o los demás que interviniesen en los actos del culto a Dios, hablasen un lenguaje ininteligible, y entrasen incrédulos en el local, concluirían (v. 1Co 14:23) que los asistentes estaban locos. ¿Qué clase de religión es la que da de lado al sentido común y al entendimiento? ¿No aparecería entonces el cristianismo ridículo a los ojos de los paganos? En cambio, si, en lugar de hablar en lenguas, se interpreta y expone fielmente la Escritura, un incrédulo o un asistente inconverso, pero interesado en el Evangelio, puede quedar convicto de pecado (vv. 1Co 14:23, 1Co 14:24) y llegar a la conversión. El ministerio no fue instituido para hacer ostentación de dones, sino para salvación de almas.

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