1 Pedro 2:18 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Esta porción comienza (vv. 1Pe 2:18-21) con una exhortación a los criados (gr. oikétai, domésticos) para que sean sumisos a sus amos y pacientes para soportar las molestias que la servidumbre pueda acarrearles. Esto lleva a Pedro a proponer como ejemplo al Señor Jesucristo (vv. 1Pe 2:21-25). Dividimos, pues, en dos puntos esta sección.

1. Dicen los versículos 1Pe 2:18-21 en la NVI: «Vosotros, criados, someteos a vuestros amos con todo respeto, no sólo a los buenos y comprensivos, sino también a los difíciles de soportar. Porque es digno de elogio el soportar por consideración a Dios, las vejaciones injustamente inferidas. Porque, ¿qué gloria es la vuestra, si aguantáis los golpes que recibáis por obrar mal? En cambio, si sufrís por hacer el bien y lo aguantáis, eso es grato a los ojos de Dios. A esto fuisteis llamados».

(A) Lo primero que llama la atención en estos versículos es que Pedro no se dirige a los siervos con el acostumbrado epíteto de doúloi, esclavos, sino que los llama oikétai, domésticos. Pero esto no nos debe llamar a engaño, pues el término griego designaba a los esclavos que estaban dedicados a las labores domésticas, en contraposición a los que hacían sus trabajos fuera de casa. Estos esclavos eran, pues, los que estaban encargados de los oficios que caían de lleno bajo la supervisión de los amos y de sus esposas.

(B) El apóstol les exhorta, como a creyentes que deben, en todo momento y lugar, dar buen testimonio de su profesión cristiana, a comportarse con obediencia y sumisión, no sólo con los amos que son cariñosos y comprensivos, sino también con los que son duros y difíciles en su trato con los buenos criados. Dice que deben hacerlo «a causa de la conciencia de Dios» (lit.), esto es, «por consideración a Dios» (NVI) o «por sentido de responsabilidad para con Dios» (versión de R. Franco). Los puntos de vista de Pedro a este respecto son los mismos de Pablo en Efe 6:5-8

(C) En efecto, continúa diciendo el autor sagrado, eso es lo que tiene mérito (v. 1Pe 2:19), lo que merece aprobación (lit. eso es gracia), donde el griego kháris tiene el mismo sentido que en Luc 6:32-34: sufrir por obrar bien, ya que, ¿cuál es la gloria (gr. kléos, honor o mérito) del que sufre por obrar mal, soportando así un castigo merecido? (v. 1Pe 2:20). En cambio, soportar las bofetadas o los azotes (éstos eran los más leves castigos que sufrían los esclavos a manos de amos gr. despótais duros), por algo inmerecido, esto sí era algo que merece aprobación (de nuevo, kháris, en el mismo sentido del v. 1Pe 2:19) a los ojos de Dios.

(D) La frase inicial del versículo 1Pe 2:21 dice textualmente: «Porque a (gr. eis) esto fuisteis llamados». ¿Qué quiere decir? ¿Que fuimos llamados a recibir bofetadas? No directamente, puesto que nuestro llamamiento fue para la «luz admirable» de Dios (v. 1Pe 2:9, al final) y «para su gloria eterna en Jesucristo» (1Pe 5:10), pero este llamamiento comporta con mucha frecuencia el sufrimiento por hacer el bien, por lo que Pedro puede muy bien decir que también eso entraba en nuestro llamamiento.

2. A continuación, Pedro propone el admirable ejemplo de Jesucristo (vv. 1Pe 2:21-25): «Porque Cristo padeció por vosotros, dejándoos la ruta señalada para que siguieseis sus huellas paso a paso. Él no cometió pecado, ni se encontró falsía en su boca. Cuando le insultaban, no respondía con insultos; cuando estaba padeciendo, no profería amenazas, sino que se ponía en manos de Aquel que juzga con justicia. Él mismo cargó con nuestros pecados sobre su cuerpo, poniéndolos sobre el madero de la cruz, para que nosotros muramos a los pecados y vivamos para la rectitud. Por sus heridas fuisteis curados. Porque erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis retornado al Pastor y Guardián de vuestras almas» (NVI). Muchas y profundas son las enseñanzas contenidas en estos versículos.

(A) La lectura (v. 1Pe 2:21) «… por vosotros, dejándoos»… es la mejor atestiguada en los MSS más importantes. Como era de prever, los copistas (y así aparece en algunos MSS) optaron por leer: «… por nosotros, dejándoos»… o «por nosotros, dejándonos»… (así aparece en las ediciones de la RV anteriores a la de 1977). A primera vista, choca ciertamente que Pedro no se incluya a sí mismo en esa afirmación, y esto es lo que, sin duda, desorientó a los copistas, pero el motivo está en que la exhortación está dentro de un contexto que no le afecta a Pedro, pues trata de la sumisión paciente que los esclavos han de prestar a sus amos y, por eso, a ellos es presentado directamente el ejemplo de Cristo paciente. Que Pedro no se excluye del beneficio que comportó la obra del Calvario, se ve por el versículo 1Pe 2:24, donde se incluye él en primera persona del plural.

(B) Dice Pedro que Jesucristo, al padecer por nosotros, nos dejó un modelo (gr. hupogrammón, escrito por debajo, es decir, calcado). El verbo mismo que el autor sagrado usa para lo de «dejándoos» es un sinónimo de hupoleipo (hupolimpánon, en participio de presente) y significa «dejar en pos de sí» algo que queda señalado, marcado; de forma que no hay peligro de equivocar las pisadas, pues no son huellas en la arena. También es digno de observación especial el verbo que usa para lo de «sigáis»; no es el ordinario akolouthéo, que sale unas 90 veces en el Nuevo Testamento, sino un compuesto muy interesante, epakolouthéo, que sólo ocurre cuatro veces: en Mar 16:20; 1Ti 5:10, 1Ti 5:24 y aquí, y significa «seguir muy de cerca», como poniendo los pies directamente en las huellas del otro. El verbo está en aoristo de subjuntivo y en segunda persona de plural (epakolouthésete), una prueba más de que la lectura «por vosotros, dejándoos» del mismo versículo 1Pe 2:21 es la correcta. Pedro tendría en cuenta, al escribir esto, textos como Jua 13:7, Jua 13:15, Jua 13:36; Jua 21:18 Jua 21:19, Jua 21:22.

(C) En los versículos 1Pe 2:22-25, el autor sagrado usa no menos de cinco citas (explícitas o implícitas) de Isa 53:1-12. Así vemos que:

(a) El versículo 1Pe 2:22 nos trae a la memoria Isa 63:9. Como Pedro mismo ha dicho (1Pe 1:19), Jesús era un cordero sin mancilla y sin defecto (NVI); no faltó, dice Pedro, ni de obra ni de palabra; al contrario, pasó haciendo el bien (Hch 10:38) y tenía palabras de vida eterna (Jua 6:68). Por no tener pecados propios, no mereció sufrir por sí mismo, pero precisamente por eso mismo, pudo llevar sobre sí los pecados ajenos (v. 1Pe 2:24).

(b) El versículo 1Pe 2:23 corresponde a Isa 53:7, aunque va mucho más allá, pues no sólo tiene en cuenta lo de que no abrió su boca al ser llevado al suplicio, sino que Pedro alude implícitamente a todo lo que Cristo sufrió en su Pasión, al guardar completo silencio ante los insultos que eran proferidos contra Él (v. Mat 26:63; Mat 27:12-14; Mar 14:61, Mar 14:65; Mar 15:5; Luc 23:9, Luc 23:34). Lo de que «se ponía en manos de Aquel que juzga con justicia» (v. 1Pe 2:23. NVI) expresa muy bien el sentido del original, que calla el término directo del verbo paredidou, entregaba, con lo que se expresa mejor la cita de Isa 53:6, Isa 53:12 (según los LXX) y hasta se llega a entrever la paradoja de 2Co 5:21, al entender el oculto término directo del verbo «entregaba» como referido a sí mismo: «(se) entregaba al que juzga (participio de presente) justamente» (lit.). V. Luc 23:46; Jua 19:30.

(c) El versículo 1Pe 2:24 hace referencia a Isa 53:4, Isa 53:5. Cada palabra contiene un abismo de doctrina: El verbo llevó (gr. anénenken) se usa generalmente como término de carácter sacrificial (es el mismo de 1Pe 2:5 y Heb 7:27). Pedro recalca que fue Él mismo (Cristo) quien ofreció el sacrificio, pues llevó su cuerpo al altar de la Cruz cargado con nuestros pecados. Pedro dice literalmente que «llevó nuestros pecados en su cuerpo a sobre (epi con acusativo, idea de movimiento) el madero». En otras palabras, y esto es importante: Dios no le puso encima nuestros pecados cuando ya estaba en la Cruz, sino que subió a ella cargado ya con los pecados de la humanidad; sin esa carga previa, no habría podido recibir la maldición del colgado (v. Gál 3:13).

(d) Pedro continúa diciendo (v. 1Pe 2:24) que la muerte de Cristo tuvo por objeto, no sólo librarnos de la condenación que sobre nosotros pesaba a causa de nuestros pecados, sino tambien para que alejándonos de los pecados viviésemos para la justicia (lit.). El verbo apoguenómenoi (participio de aoristo, de una vez por todas; comp. con Rom 6:10-12) no ocurre en ningún otro lugar de la Biblia Griega, y expresa la idea de «partir» en el sentido de «marcharse de este mundo», por lo que las versiones lo traducen por «muriendo» o «muertos». Es lo mismo que pone de relieve Pablo en todo el capítulo Rom 6:1-23 de Romanos, especialmente en los versículos Rom 6:2, Rom 6:12-18.

(e) Termina el versículo 1Pe 2:24 con una frase que nos recuerda lo que dice Isa 53:5 «Por su azotaina, hubo curación para nosotros» (lit.). El léxico de Pedro en esa frase es el mismo de los LXX en Isa 53:5. El griego mólops significa las moraduras que produce una azotaina. El autor sagrado recordaba, sin duda, los numerosos azotes que Jesús recibió antes de ser llevado al Calvario y, movido por el Espíritu Santo, vio en eso el cumplimiento de la profecía de Isaías. A. Stibbs cita una bella frase de Teodoro: «Nuevo y extraño método de curar; el médico sufrió el costo, y el enfermo recibió la curación».

(f) El versículo 1Pe 2:25 se abre con una referencia a Isa 53:6, donde vemos la condición general de la humanidad: «Todos nosotros nos descarriamos como ovejas», dice el profeta. Pedro dirige estas palabras a sus lectores, no para decir lo que son, sino lo que eran: «erais como ovejas descarriadas» o, más exactamente, «estabais descarriados como ovejas» (lit.), es decir, como ovejas «sin guía, sin defensa, sin pastor» (Salguero). El verbo que expresa el «retorno» al Pastor es el ya conocido epistrépho, con el que el Nuevo Testamento describe la conversión a Dios (v. Hch 3:19; Hch 9:35; Hch 11:21; Hch 14:15; Hch 15:19; Hch 26:18, Hch 26:20; Hch 28:27; 2Co 3:16; 1Ts 1:9; Stg 5:19, Stg 5:20 y aquí). Está en aoristo de indicativo de la voz pasiva, lo cual da a entender claramente que la conversión es obra de la gracia de Dios. Pedro llama a Cristo «el Pastor y Guardián» (gr. epískopon) de vuestras almas (v. 1Pe 2:25, al final). Véase el comentario a 5:1 4 y compárese también con Hch 20:17; Hch 20:28, por donde vemos que los términos griegos Poimén (Pastor) y Epískopos (Guardián o Supervisor) no son, en realidad, dos títulos diferentes, sino que el segundo como hace ver A. Stibbs, «es una descripción de la función del Pastor». Podemos suponer que Pedro recordaba, al escribir esto, lo que el propio Señor había dicho en Jua 10:1-42, especialmente en el versículo 1Pe 2:16, donde se hace evidente que el Pastor que da unidad al rebaño no es el Papa (v. también los vv. 1Pe 2:4-8), sino Jesucristo mismo.

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