1 Pedro 4:12 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En estos versículos, el apóstol Pedro vuelve a encomiar los padecimientos que se sufren por hacer el bien y exhorta a sus lectores a que no se turben por ello, sino que, más bien, se tengan por dichosos. Esta sección se divide en dos partes, pues dos son, en realidad, los motivos por los que los cristianos sufren en este mundo: I) De parte de los hombres, por ser creyentes (vv. 1Pe 4:12-16). 2) De parte de Dios, por ser sus hijos que necesitan disciplina (vv. 1Pe 4:17-19).

1. La primera exhortación es a gozarse por padecer como cristianos. Dicen así los versículos 1Pe 4:12-16: «Queridos amigos, cesad de extrañaros de la penosa prueba que estáis sufriendo, como si os ocurriera algo insólito. Al contrario, regocijaos de tener parte (gr. koinoneíte, compartís) en los sufrimientos de Cristo, para que también exultéis de gozo cuando se manifieste su gloria. Si se os ultraja por causa del nombre de Cristo, felices de vosotros, porque el Espíritu de la gloria y de Dios reposa en vosotros. Así que, si alguno de vosotros sufre, que no sea por ser un asesino o ladrón o malhechor, ni siquiera por ser un entremetido. Pero si sufre por ser cristiano, que no se avergüence, sino que alabe a Dios por llevar este nombre» (NVI).

(A) Como en 1Pe 2:11, Pedro comienza esta sección con un «amados» (gr. agapetoí), con lo que, como hace notar Stibbs, queda señalada la tercera y última sección de la epístola. Como detalle curioso, el mismo Stibbs comenta que «el mensaje de Pedro el día de Pentecostés se divide de modo similar en tres secciones, cada una de las cuales es introducida por un nuevo uso del vocativo (v. Hch 2:14, Hch 2:22, Hch 2:29)».

(B) El autor sagrado advierte a sus lectores que no deben extrañarse (gr. xenízesthe, en presente de imperativo). El tiempo presente (comp. con Jua 20:17) indica que ya estaban extrañados; por eso, el verbo indica que deben cesar de extrañarse, como muy bien ha vertido la NVI. Extrañarse significa, como indica la etimología del griego, tanto como del español, tener por extranjero o forastero. Lo que están sufriendo, pues, los lectores de la epístola, no es cosa intrusa, «del otro mundo» (como se suele decir), sino que pertenece al territorio de la iglesia.

(C) Efectivamente, el vocablo purósei es muy apto para significar una prueba purificadora, el método que se usa para refinar los metales (comp. con 1Pe 1:7). La idea se halla en Pro 27:21, pero la aplicación de la metáfora a la situación que contemplamos está ya en Sal 66:10 y, además de la alusión de 1Pe 1:7, tenemos también su aplicación en Apo 3:18. Tanto A. Stibbs como R. Franco recogen la observación de H. Windisch de que «los paganos convertidos carecían de la experiencia de persecución por la fe que, por su historia, tenía el pueblo israelita. Por eso, la primera persecución de algún modo organizada debió de ser una verdadera sorpresa; algo totalmente fuera de lugar, que contradecía las prometidas bendiciones del Evangelio».

(D) Pero el autor sagrado no les exhorta a tener resignación (v. 1Pe 4:13), sino a regocijarse (gr. khaírete, en presente de imperativo) en una actitud continua de gozo «en la medida en que compartís los padecimientos del Cristo» (lit.), es decir, siempre que sufren en calidad de discípulos de Cristo (comp. con Rom 8:17; 2Co 1:5; 2Co 4:10; Flp 3:10; Col 1:24), pues esto formaba parte de la gracia destinada a los creyentes (1Pe 1:10, 1Pe 1:11) del mismo modo que constituía el destino del Hijo del Hombre (1Pe 1:11, comp. con Luc 24:26). ¿Qué mejor manera de seguirle llevando Su vituperio? (Heb 13:13). ¿No era ésa la mejor señal (v. 1Pe 4:14) de que el Espíritu glorioso de Dios que descendió sobre Cristo para ungirle (Jua 1:29-34, comp. con Isa 11:2; Isa 61:1), había descendido también sobre ellos para reposar allí como la shekinah de antaño? (v. Éxo 33:9, Éxo 33:10; Éxo 40:34, Éxo 40:35, comp. con Jua 14:23). Al ser uno mismo el Espíritu de Dios, de Cristo y del cristiano, tanto los sufrimientos como las glorias de Cristo (1Pe 1:11) han de reflejarse en el cristiano. La segunda parte del versículo 1Pe 4:14, conforme se halla en nuestras versiones («Ciertamente, etc.»), no figura en los MSS más importantes, por lo que todas las versiones modernas la suprimen.

(E) Como ya lo hizo en 1Pe 2:19.; 1Pe 3:13-17, tambien en los versículos 1Pe 4:15 y 1Pe 4:16 vuelve Pedro a insistir en que ningún cristiano debe padecer por ser un malhechor, sino por ser cristiano, en lo cual no debe resentirse ni avergonzarse; más bien, «glorifique (presente de imperativo) a Dios en ese nombre» (lit.), esto es, por llamarse cristiano. Ésta es la tercera de las tres únicas veces en que el vocablo khristianós sale en la Biblia (las otras dos son Hch 11:26; Hch 26:28) y la única de las tres en que su sentido glorioso es manifiesto.

(F) Queda sólo un detalle (v. 1Pe 4:15) por considerar: Mientras los vocablos «homicida», «ladrón» y «malhechor» van los tres encabezados juntamente por un solo adverbio «como», el vocablo «entremetido» (gr. allotriepískopos; lit. supervisor de lo ajeno) no va unido a ellos, sino singularizado mediante la repetición del adverbio «como». Ello denota, como hace ver Stibbs, que las tres primeras formas de maldad podían ser cometidas por cristianos lo mismo que por no cristianos, pero la cuarta parece que era propia de los cristianos. Como el vocablo griego no sale en ningún otro lugar del Nuevo Testamento, no es fácil dogmatizar sobre su sentido preciso, pero la solución más probable es la que adopta Stibbs al decir: «Parece … ser referencia a un maltratamiento en el que los cristianos podrían verse envueltos a manos de sus vecinos como consecuencia de una imprudente e impropia interferencia en las vidas ajenas».

2. Pero el sufrimiento puede ser también una disciplina que nuestro buen Padre aplica a sus hijos. A esto se refiere Pedro en los versículos 1Pe 4:17 y 1Pe 4:18, al englobar en las frases del versículo 1Pe 4:19 las enseñanzas de la sección entera. No puede olvidarse que aun las persecuciones que sufren los creyentes por causa del Evangelio entran dentro de la disciplina del Padre (de ahí el «Pues» explicativo con que comienza el v. 1Pe 4:17); todo ello forma parte de la «hoguera» (v. 1Pe 4:12) o crisol en que se pone a prueba el carácter del creyente. Dicen así los versículos 1Pe 4:17-19 en la NVI: «Pues es el momento oportuno (gr. kairós, oportunidad) para que el juicio (gr. kríma, la sentencia, no el acto de juzgar) comience por la familia de Dios (lit. la casa de Dios; comp. con 1Ti 3:15); y si comienza por nosotros, ¿cuál será el final de los que rechazan el mensaje de Buenas Noticias de Dios? Y, si al justo le cuesta trabajo ser salvo, ¿qué será del impío y del pecador? Así, pues, aquellos que sufren en conformidad con la voluntad de Dios, encomiéndense a su fiel Creador y continúen practicando el bien».

(A) Para entender cuál es ese kairós o «momento oportuno» (NVI) al que se refiere ahora Pedro, conviene recordar que la muerte de Cristo ha inaugurado la era escatológica («el último tiempo», 1Jn 2:18). De ahí que Él contemple los padecimientos del creyente como una especie de «purgatorio» en esta vida. Éste es el juicio de Dios sobre su casa, pues después de la muerte, sólo existe para el creyente genuino el juicio de recompensas (v. Rom 14:10; 1Co 3:13-15; 2Co 5:10). Que el juicio de Dios ha de empezar por Su casa, lo vemos ya en Jer 25:29; Eze 9:6.; Amó 3:2; Zac 13:7-9. La estrategia divina siempre ha sido disciplinar a los suyos por medio de los malvados, antes de habérsela con los malvados mismos. Este método se halla explícito en los profetas del Antiguo Testamento, como puede verse en los oráculos contra Asiria y Babilonia, después de los que afectan a Israel y a Judá.

(B) El autor sagrado hace notar que, si el juicio de Dios en la presente economía, representado por la drástica disciplina que impone a los suyos, a la familia de la fe, es tan severo, ¿cuál será el final de los que rehúsan aceptar el mensaje del Evangelio? Si tan severo es Dios con los suyos perseguidos, ¿qué será con los rebeldes perseguidores? Nótese que, al hablar de lo que sufren los creyentes, Pedro menciona el juicio que ha comenzado; pero, al hablar de los incrédulos, se refiere al final, a un final eterno. La diferencia es colosal y debe hacer meditar seriamente a todo lector inconverso: Los cristianos sufren ahora en la carne, para aparecer espiritualmente vivos en el día de Jesucristo (v. 1Pe 4:6, comp. con 1Co 5:5); en cambio, los incrédulos no sacan ningún provecho de lo que aquí puedan sufrir, sino que su juicio final desembocará en la muerte eterna.

(C) Viene luego (v. 1Pe 4:18) una cita de Pro 11:31, conforme a los LXX (comp. con Luc 23:31). Hay quienes entienden mal la primera parte de la cita, como si el sagrado texto dijera: «Es difícil que aun el justo se salve». Lo que dice es (lit.): «Si el justo se salva con dificultad …», esto es, al pasar dificultades en el proceso de la salvación, no en la obtención de la salvación primera o justificación. El énfasis está en los dolorosos sacrificios y en las múltiples purificaciones que el genuino creyente ha de afrontar para que se desprenda de él la escoria que, en el conflicto con el mundo, con el diablo y con sus propias concupiscencias, se le ha pegado.

(D) El versículo 1Pe 4:19 establece como un resumen de lo que debe ser la actitud del cristiano ante el sufrimiento. El texto dice literalmente lo siguiente: «De forma que, incluso los que están padeciendo conforme a la voluntad de Dios, encomienden al fiel Creador sus almas en la práctica del bien». Cuatro son las ideas que se encierran en este versículo 1Pe 4:19: (a) También los buenos padecen; no se libran de padecer por ser buenos. (b) La exhortación va dirigida a los que sufren conforme a la voluntad de Dios; no sólo porque Dios lo quiere, sino por la causa que Dios quiere, no por crímenes que merecen su castigo. (c) Deben confiar sus almas al fiel Creador (única ocasión en que ocurre en el Nuevo Testamento el vocablo griego ktístes), el cual puede proteger precisamente «aquello que no puede ser destruido por los perseguidores (Mat 10:28)» (R. Franco). (d) «Esta entrega no ha de ser, sin embargo, pura pasividad, sino que ha de realizarse practicando el bien (gr. en agathopoiïa). Con esta palabra, colocada enfáticamente al final, resume san Pedro toda su exhortación a sufrir según la voluntad de Dios y el ejemplo de Cristo, es decir, a sufrir practicando el bien (cf. 1Pe 2:14, 1Pe 2:20; 1Pe 3:6)» (R. Franco).

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