1 Pedro 5:5 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En estos versículos tenemos una exhortación a la humildad, a la confianza en Dios y a la vigilancia para resistir las tentaciones del diablo.

1. La exhortación a la humildad se halla en los versículos 1Pe 5:5 y 1Pe 5:6: «Vosotros, jóvenes, sed igualmente sumisos a los que son de mayor edad. Revestíos de humildad en vuestro trato mutuo, porque Dios se enfrenta a los orgullosos, pero da gracia a los humildes . Humillaos, por tanto, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os ensalce a su debido tiempo» (NVI).

(A) El adverbio igualmente, que encabeza esta sección, tiene una connotación todavía más genérica que en anteriores ocasiones, pues sólo indica una exhortación más a conducirse como conviene a un cristiano. El autor sagrado insiste en este aspecto de la vida cristiana que es la mutua sumisión (comp. con 1Pe 2:13, 1Pe 2:18; 1Pe 3:1). Esta exhortación va dirigida aquí a los más jóvenes, a fin de que guarden el debido respeto a los de mayor edad, cosa siempre necesaria, ya que la gente joven siente afanes de independencia (v. Tit 2:6), pero de mayor relevancia todavía en nuestros días, cuando hay muy pocos jóvenes que guarden a los ancianos la consideración debida. Pero la exhortación no va dirigida solamente a los jóvenes, sino que Pedro exhorta a todos a ceñirse de humildad unos con otros (lit.). «El verbo enkomboústhai significa envolverse en el enkómboma, que era un vestido corto, propio de los esclavos, el cual se ceñía a los costados mediante un nudo (kómbos). Es posible que san Pedro aluda aquí al gesto de Jesús en la última cena, que, ciñéndose una toalla, se puso a lavar los pies de los discípulos (v. Jua 13:4.)» (Salguero).

(B) El autor sagrado apoya su exhortación (v. 1Pe 5:5) en una cita tomada de Pro 3:34 (comp. con Sal 18:27; Sal 138:6; Luc 1:51-53; Stg 4:6). Contra Dios no cabe arrogancia ni altanería, pues todo lo sabe y todo lo puede. Es incluso una medida de prudencia someterse a Él de buena gana y esperar así su favor y su aceptación (v. 1Pe 5:6): «Humillaos bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os ensalce a su debido tiempo» (NVI). La expresión «poderosa mano» (gr. krataián kheíra) es la misma que usan los LXX en Deu 5:15; Deu 9:26; Deu 26:8, por ejemplo, para designar la omnipotencia de Dios en la protección de los suyos, especialmente en los portentos obrados para sacarles de la esclavitud de Egipto. «A su tiempo, dice Leighton, designa, no el que tú te imaginas, sino el que Dios ha determinado sabiamente».

2. De ahí que la mención de la poderosa mano de Dios le sirva a Pedro para exhortar a sus lectores a poner toda su confianza en ese Dios (v. 1Pe 5:7): «Echad sobre Él (Dios) toda clase de preocupación que os asedie, porque Él cuida de vosotros» (NVI). También este versículo está apoyado en una cita del Sal 55:22. El mismo pensamiento se halla en Sal 37:5 y, especialmente, en Mat 6:25; Luc 12:22. El participio de aoristo ingresivo epirípsantes («echando»), de un verbo que indica cierto esfuerzo (comp. con Luc 19:35), da a entender, como observa A. Stibbs, «que tales cargas deben ser arrojadas de uno mediante un acto decisivo de entrega y rendición, con el que son echadas sobre Dios y cesan de ser llevadas por nosotros». Esta fe absoluta es la que honra a Dios. Lo que ocurre con mucha frecuencia es que sólo a medias le confiamos a Dios nuestras cargas y nuestros problemas, quitándoselos de las manos después de haberlos depositado en ellas. Véase, además de Mat 6:25-34, Rom 5:8; Rom 8:32.

3. Como si previera Pedro que tal exhortación pudiese llevarnos a la indolencia y al descuido, añade luego (vv. 1Pe 5:8, 1Pe 5:9) otra exhortación a la vigilancia, al dominio propio y a resistir decididamente los asaltos del demonio: «Sed morigerados y estad alerta. Vuestro enemigo el diablo anda rondando, como león rugiente, siempre en acecho de alguien a quien devorar. Ofrecedle resistencia, manteniéndoos firmes en la fe, pues ya sabéis que vuestros hermanos de todo el orbe están soportando la misma clase de padecimientos» (NVI).

(A) El apóstol, como lo sabía por propia experiencia, nos dice aquí que es menester estar siempre alerta, porque nuestro enemigo, Satanás, no duerme, siempre está de ronda. Anda rondando en torno a cada una de las comunidades cristianas y en torno a cada uno de los miembros de las congregaciones para ver cuál es el lado flaco de cada uno y atacar por la parte más desguarnecida de la defensa. Y, con la astucia que le caracteriza («más sabe el diablo por viejo que por diablo», dice el refrán), se aprovecha, no sólo de nuestros defectos, sino hasta de nuestras «virtudes», pues cuando no puede sembrar la confusión por medio del error y de la inmoralidad, la logra por medio de divisiones sobre puntos periféricos de «ortodoxia» y por imposición de un mal entendido puritanismo, y enciende así la discordia y quebranta la comunión fraternal. De todo sabe «sacar tajada», como suele decirse. El vocablo que Pedro usa para decir «enemigo» (más exacto, «adversario», como en la Reina-Valera) es antídikos, el acusador en un proceso legal (v. Luc 12:58; Luc 18:3). Diábolos, como ya sabemos, significa «calumniador o detractor», y Satanás (el correspondiente nombre hebreo) es llamado así porque acusa falsamente o, al menos, injustamente (v. Job 1:6-12; Zac 3:1; Apo 12:9, Apo 12:10).

(B) El remedio, dice Pedro, es ofrecer resistencia al diablo (comp. con Stg 4:7), manteniéndonos firmes en la fe (v. 1Pe 5:9). En cuanto al vocablo griego stereoí, que Pedro usa para decir firmes, comenta R. Franco: «Se dice sobre todo de las cosas: cimientos, piedras, etc. (2Ti 2:19). Metafóricamente, del carácter de las personas, tiene con frecuencia un matiz peyorativo de terquedad, obstinación; pero también se dice de la firmeza del atleta y, tratándose aquí de resistir al enemigo, éste es el sentido más probable». La razón por la que Pedro exhorta particularmente a mantenerse firme en la fe es, con la mayor probabilidad, porque el contexto del mismo versículo sugiere el peligro de renegar de la fe bajo la presión de la persecución o de verse intimidados en su confesión del señorío de Jesucristo. La segunda parte del versículo 1Pe 5:9 dice literalmente: «sabedores de que las mismas cosas de los padecimientos se le están imponiendo a vuestra fraternidad, la (que está) en el mundo». (Como puede verse, la NVI ha recogido muy bien el sentido del original.) La mención de los hermanos en la fe que, por todo el mundo, están soportando una prueba semejante a la de los lectores de la epístola, tiene por objeto, no sólo quitarles el sentimiento de «extrañeza» (como si sólo a ellos les ocurriese tal cosa; comp. con 1Pe 4:12), sino también estimularles con el ejemplo de los demás hermanos en la fe, lo cual era una muestra más de la «comunión de los santos».

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