1 Tesalonicenses 5:4 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de 1 Tesalonicenses 5:4 | Comentario Bíblico Online

Lo que el apóstol acaba de decir tiene aplicación directa a los inconversos, los hijos de las tinieblas, a los que, precisamente por estar en tinieblas, les sorprenderá el día del Señor como un ladrón en la noche. Pero los fieles de Tesalónica no están en tinieblas.

1. «Mas vosotros, dice Pablo (v. 1Ts 5:4), hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como un ladrón.» Y añade (v. 1Ts 5:5): «Porque todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas». Las tinieblas, término muy usado como símbolo de la ignorancia espiritual, del error moral y de una vida en pecado no confesado, son lo opuesto a la luz (comp. con 1Jn 1:5; 1Jn 2:8). L. Morris hace notar que «hijos de la luz» es algo más que decir simplemente «en la luz», pues da a entender «que la luz es su característica distintiva» (comp. con Efe 2:2, «los hijos de desobediencia»). Los «hijos de la luz» son, en efecto, luz (comp. con Mat 5:14, Mat 5:16; Efe 5:8; Flp 2:15). «Hijos del día» es equivalente a «hijos de la luz», de la misma manera que «tinieblas» lo es de «noche» como dice Pablo a continuación (v. 1Ts 5:5): «no somos (se incluye ahora a sí mismo) de la noche ni de las tinieblas», es decir, no somos de los que viven una vida de pecado y de ignorancia espiritual, no vivimos en la esfera donde imperan el error moral y la maldad.

2. Desde esa afirmación, el apóstol da un paso más al exhortar a los fieles de Tesalónica a actuar conforme a su condición de «hijos de la luz». «Por tanto, dice (v. 1Ts 5:6), no durmamos como los demás, esto es, como los que son de la noche y de las tinieblas, sino velemos y seamos sobrios.» El «hijo de la luz» tiene que «andar en la luz» (comp. con Efe 4:17, Efe 4:18; 1Jn 1:6, 1Jn 1:7; 1Jn 2:8, 1Jn 2:9).

(A) El creyente debe velar, es decir, estar alerta (el mismo verbo de Mat 24:42, Mat 26:41; Mar 13:35, Mar 14:38; Luc 12:37; Hch 20:31; 1Co 16:13; 1Pe 5:8 y Apo 16:15, entre otros lugares). Al atender al versículo 1Ts 5:8, dice E. A. Núñez: «Velar es estar en pie, firme, como un centinela, aunque los demás se hallen postrados en el sueño de la indiferencia. Que la figura se vuelve de carácter militar, puede verse en la referencia a la coraza y al yelmo».

(B) El creyente debe asimismo ser sobrio. El verbo népho significa primordialmente ser abstemio (no beber vino), pero pronto pasó a significar metafóricamente, no dejarse llevar por ninguna pasión y, de ahí, a dominarse a sí mismo. Dice Núñez: «El cristiano sobrio es aquel que ha logrado el dominio de sí mismo, no en la energía de la carne, sino en el poder del Espíritu». Los dos verbos que aquí traducimos por velar y ser sobrio aparecen juntos también en 1Pe 5:8. Estar alerta y con pleno dominio de sí mismo son requisitos indispensables si uno ha de estar preparado a resistir los ataques del Maligno, el cual aprovecha la menor distracción para atacar al creyente por el flanco menos guarnecido.

3. En contraposición a la vigilancia y la sobriedad propias de los creyentes, de los hijos de la luz y del día, el apóstol presenta (v. 1Ts 5:7) a los hijos de la noche, que andan en las tinieblas del pecado: «Pues los que duermen, de noche duermen (no velan), y los que se embriagan, de noche se embriagan (no son sobrios)». Esta misma contraposición es la que hallamos en Efe 5:18. Por cierto, en 1Ts 5:7 (el versículo que venimos analizando), el apóstol usa dos verbos sinónimos para embriagarse: el primero es methúsko, que se usa como deponente, esto es, en la voz media-pasiva, como dando a entender que la persona ha sido vencida por el alcohol (es el mismo verbo de Efe 5:18); pero el segundo verbo es methúo, con el mismo significado, pero en forma claramente activa (voz activa), y da a entender que el borracho no esta exento de culpabilidad, es responsable por haberse dejado llevar del licor o del vino.

4. El apóstol insiste en la misma exhortación (v. 1Ts 5:8) y aporta dos razones (vv. 1Ts 5:9, 1Ts 5:10) por las que el creyente debe ser sobrio, es decir, mantener en todo el dominio de sí mismo: «Pero nosotros, que somos del día seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y amor, y con la esperanza de salvación como yelmo». Notemos los detalles siguientes:

(A) El apóstol vuelve a apoyar su exhortación a la sobriedad en el hecho de que somos del día, pertenecemos a la luz, estamos vestidos como soldados de centinela, y esperamos la salvación, esto es, la consumación de la salvación, como en Heb 9:28, según se puede ver por el versículos 1Ts 5:9.

(B) El apóstol, al contrario que en Efe 6:11, no exhorta a vestirse, sino que da como un hecho el que estamos ya vestidos de las dos armas que menciona y que son las principales para una segura defensa contra los ataques del enemigo: la coraza y el yelmo; la primera cubre el pecho; la segunda, la cabeza.

(C) Como en 1Ts 1:3, hallamos de nuevo en este v. 1Ts 5:8 las tres grandes virtudes: fe, esperanza y amor. En lo de la coraza, hallamos una diferencia con respecto a Efe 6:14, donde tenemos «la coraza de justicia», mientras que aquí es «la coraza de fe y amor». «Los detalles, dice L. Morris, no son siempre los mismos, lo cual es una advertencia para no forzar la metáfora demasiado a la letra.» Con todo, fe y amor (comp. con Gál 5:6) son un buen compendio de la justicia practicada, que es la que Pablo tiene en mente en Efe 6:14. Aquí, lo mismo que en Efe 6:16, la fe es sinónimo de confianza en las promesas de Dios y, si en Efe 6:16, se habla de la fe como escudo es porque el escudo es como una sobrecoraza y la mención de las armas del creyente en 1Ts 5:8 es lo más compendiosa posible.

(D) Contra esta coraza de fe y amor, el enemigo no tiene por donde entrarle al creyente. Dice E. A. Núñez: «La fe va entrelazada con el amor en la coraza que protege el corazón del soldado cristiano, porque este soldado no es llamado solamente a creer, también le es imperativo amar a Dios y al prójimo, sí, aun al que está cerca de él, durmiendo y borracho». Y, un poco más adelante, añade: «La fe sin el amor que es fruto del Espíritu puede convertirse en presunción, y el amor sin la fe que se apoya en la Palabra infalible de Dios, puede degenerar en mero sentimentalismo».

(E) En Efe 6:17, el apóstol menciona «el yelmo de la salvación», aun cuando aquí dice (v 1Ts 5:8): «y con la esperanza de salvación como yelmo». Sin embargo, la equivalencia es completa, puesto que la salvación final esperada y, por tanto, aseguradora, protegedora del desaliento y de la desilusión que avergüenza (comp. con Rom 5:5), es lo mismo, visto al envés, que la esperanza de la salvación en su estadio final de hecho consumado.

5. Aparte de no tener excusa, puesto que está provisto de las armas necesarias, el creyente tiene la obligación de ser sobrio por otras dos razones adicionales:

(A) «Porque (lit. Que) no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación (lit. para adquisición de salvación) por medio de nuestro Señor Jesucristo» (v. 1Ts 5:9). Esto confirma el sentido escatológico del vocablo «salvación», tanto en este versículo como en el anterior. El mismo sentido escatológico tiene aquí lo de la ira (comp. con 1Ts 1:10). No olvidemos que todo el contexto es escatológico. Dice E. A. Núñez: «Si como parece indicar la Escritura esta ira incluye los juicios del gran día de la ira del Cordero (Apo 6:16, Apo 6:17), entonces es lógico concluir que la Iglesia no pasará por la tribulación anunciada por Cristo y los profetas». Este pensamiento sirve de espolique a la esperanza y estimula también la gratitud hacia nuestro Dios y Padre y hacia nuestro bendito Salvador.

(B) Por si eso fuera poco, el apóstol añade un nuevo motivo de gratitud y una nueva razón para vivir una vida totalmente consagrada al Señor (v. 1Ts 5:10): «quien (Jesucristo) murió por (gr. hupér, a favor de) nosotros para que, ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con Él». Aunque la preposición hupér significa primordialmente a favor de, como hemos notado en el paréntesis, no puede descartarse el aspecto de sustitución vicaria (en lugar de), ya que en este sentido la usa claramente el apóstol en Flm 1:13. Nuevo motivo, pues, de gratitud y de estímulo a una vida santa. Pablo dice explícitamente que el objetivo de la muerte de Cristo a nuestro favor y en nuestro lugar fue que viviésemos juntamente con Él. Una unión estrecha, indisoluble, eterna, con el Cristo muerto, resucitado y ascendido, es la meta de la obra de la redención a favor de cada uno de los creyentes. En este contexto, el inciso «ya sea que velemos, o que durmamos» no puede significar otra cosa que «ya sea que vivamos, o que hayamos muerto». Que no tiene el mismo sentido del versículo 1Ts 5:6, está claro por una doble razón: (a) La exhortación a velar del versículo 1Ts 5:6 es incondicional, no sufre la alternativa de dormir, (b) en los versículos 1Ts 5:6 y 1Ts 5:7, dormir es sinónimo de vivir en las tinieblas, en la noche, en pecado; mientras que aquí es una alternativa compatible con el «vivir juntamente con Jesucristo».

6. El versículo 1Ts 5:11, con el que termina esta porción, guarda gran semejanza con 1Ts 4:18, final de otra porción: «Por lo cual continuad animándoos mutuamente y edificándoos el uno al otro, como ya lo venís haciendo» (lit. teniendo en cuenta que todos los verbos están en presente). El verbo griego parakaléite es el mismo, y está en la misma forma, de 1Ts 4:18, y tiene el mismo sentido de aliento, ánimo y consuelo. Como es obvio, el sentido del verbo edificar aquí tiene el sentido de edificación espiritual, como en 1Co 14:12 y Efe 4:29. Pablo añade: «como ya lo venís haciendo». L. Morris hace notar que «Pablo siempre está deseoso de dar crédito cuando el crédito es merecido». Como buen psicólogo, según el instinto espiritual que el Señor da a quienes le sirven fielmente, el apóstol sabía que reconocer lo bueno de una persona es el mejor estímulo para que dicha persona se comporte cada vez mejor, a fin de corresponder al crédito que se le concede. De modo parecido, cuando una persona (especialmente, un joven o una joven) recibe solamente reproches, tiende a desanimarse y aun a comportarse de la forma en que se le considera. Dice, en la misma línea, E. A. Núñez: «Hay ocasiones en que para alcanzar mayor crecimiento espiritual en la congregación, el pastor no tiene que reprender a los hermanos, sino reconocer lo que ellos han logrado en el Señor».

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