1 Timoteo 3:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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El apóstol Pablo tenía en Timoteo y Tito (comp. 1Ti 1:3 con Tit 1:3) dos ayudantes en quienes delegaba su autoridad en orden a la organización y administración de las iglesias. Ésa es la razón por la que a Timoteo, lo mismo que después a Tito (v. Tit 1:6.), les da instrucciones sobre las cualidades que deben adornar a los líderes de las iglesias. Comienza por los ancianos, a quienes llama aquí epískopos, supervisor.

1. Antes de pasar a declarar las cualidades de un «supervisor», dice que (v. 1Ti 3:1) «Si alguno anhela oficio de supervisor, buena obra desea», esto es, ha puesto los ojos en una ocupación, de suyo, excelente. Lo confirma anteponiendo una de las cinco expresiones «Fiel es la palabra», que ya hemos visto en el comentario a 1:15. Que el supervisor u obispo es la misma persona que el anciano, puede verse si comparamos, en Hch 20:1-38, el versículo Hch 20:17 («ancianos») con el versículo Hch 20:28 («supervisores») y, en Tit 1:1-16, el versículo Tit 1:5 («ancianos») con el versículo 1Ti 3:7 («supervisor»). También es conveniente tener en cuenta que el singular «supervisor», tanto aquí (v. 1Ti 3:2) como en Tit 1:7, no significa que haya de haber en cada iglesia un solo supervisor (el apóstol se limita a dar sus cualidades, no su número); de Hch 20:17 se deduce que, más bien, existía la pluralidad de ancianos en muchas, si no en todas, las iglesias. Finalmente, diremos que el vocablo anciano connota un contexto judío, mientras que supervisor es de extracción griega, tanto que, en los medios griegos, tal título se daba también a los que velaban por el buen orden y el trabajo eficiente en profesiones seculares.

2. El apóstol pasa luego a describir las cualidades que se requieren. («Es necesario», dice) en todo anciano o supervisor de una congregación cristiana. Estas cualidades son nada menos que dieciséis:

(A) El griego anepílemptos, que suele traducirse por irreprensible, es un término que sale únicamente tres veces en todo el Nuevo Testamento y precisamente en esta epístola (aquí, en 1Ti 5:7 y 1Ti 6:14); significa literalmente «que no hay por dónde agarrarle» (en buen sentido), es decir, no da motivo a nadie para que pueda atacarle. Es una cualidad genérica.

(B) Lo de «marido de una sola mujer» se ha interpretado de distintas maneras. Difícilmente puede sostenerse la opinión de que Pablo prohíbe aquí la poligamia simultánea, ya que ésta está vedada a todo creyente y, aun por ley natural, a todo hombre. Lo más probable es que se refiera a las segundas nupcias, las cuales, en el contexto espaciotemporal de la epístola, estaban mal vistas, incluso entre los sacerdotes paganos. Esto hizo exclamar a san Jerónimo: «Es nuestra condenación si no podemos hacer por Cristo lo que el error hace por el mal». De aquí, sin embargo, no puede deducirse que las segundas nupcias de cualquier ministro de Dios sean ilegítimas, pues podríamos invocar aquí lo que Pablo mismo dice en 1Co 7:9.

(C) «Sobrio» (gr. nephálios) significa «moderado» en todo, no sólo en el uso del vino, pues sobraría lo de «no dado al vino» del versículo 1Ti 3:3.

(D) «Prudente» o sensato (gr. sóphron) es el que dispone de una mente sana, es decir, juiciosa.

(E) «Ordenado» (gr. kósmios) es el que se comporta con educación, con decencia y, como lo dice la etimología, con orden. Ya dice el antiguo proverbio latino: «Guarda el orden, y el orden te guardará». Sin orden, no se puede llevar bien la administración, ni de una iglesia ni de una casa.

(F) «Hospedador» u hospitalario (gr. philóxenos; lit. amigo de extranjeros) fue siempre una cualidad muy estimada en la primitiva iglesia (comp. con Heb 13:2). Como dice D. Guthrie, «sin la voluntaria hospitalidad de los cristianos, la expansión se habría visto seriamente retrasada».

(G) «Apto para enseñar» indica la suficiente competencia en el conocimiento de la Palabra de Dios, así como la aptitud para comunicar a otros las verdades fundamentales del cristianismo. Esto requiere, por supuesto, haber sido enseñado de forma conveniente (comp. con 2Ti 2:2).

(H) El griego pároinos, que suele traducirse por «dado al vino» (v. 1Ti 3:3), indica efectivamente en el griego clásico el que es adicto al vino. No prohíbe el uso, sino el abuso, del vino o bebidas similares. El prefijo pará describe bien al que siempre tiene al lado la botella.

(I) «Pendenciero» es un epíteto suave para designar al que fácilmente llega a las manos, según indica el griego plektés. Dice Tomás de Aquino (citado por Collantes): «Convenientemente menciona éstos después del vino, porque los borrachos golpean a la menor provocación».

(J) En contraposición con lo de «pendenciero» (lo que sigue en la Reina-Valera «no codicioso de ganancias deshonestas», no está en el original), dice de inmediato el apóstol: «sino indulgente» (o conciliador; gr. epieikés. V. el comentario a Flp 4:5). «Mesurado» podría ser también una buena traducción en este contexto, en que se pide al anciano que frene su genio.

(K) El griego ámakhon significa literalmente «el que no pelea», por lo que «enemigo de contiendas» es una buena traducción.

(L) «No avaro» (gr. aphilárguiron) es, literalmente, el que no es amigo de la plata; en otras palabras, el que no tiene el corazón apegado al dinero, pues eso conduce a la idolatría: a servir a Mammón (comp. con Mat 6:24; Efe 5:5; Col 3:5).

(M) «Que gobierne bien su casa» (v. 1Ti 3:4). El griego proistámenos ha salido ya en Rom 12:8 y 1Ts 5:12 aplicado a los que presiden el culto; aquí el sentido de «gobernar» es el que exige el contexto. Un líder de iglesia necesita, en cierta medida al menos, dotes de gobierno. Si estas dotes de gobierno no se manifiestan en la pequeña casa de su familia, ¿cómo podrán manifestarse en otra casa mayor, y en medio de problemas de toda índole, que es la iglesia? Eso mismo es lo que el apóstol se pregunta explícitamente en el versículo 1Ti 3:5.

(N) Si bien es cierto que la segunda parte del versículo 1Ti 3:4 está incluida en el buen gobierno que el anciano o supervisor ha de tener de su casa, Pablo especifica un aspecto de ese gobierno, al decir «que tenga a sus hijos en sumisión con toda dignidad». El griego semnótes significa seriedad, pero el apóstol no insinúa que todo haya de ser caras largas y restricciones innecesarias en la casa del ministro de Dios, sino que el comportamiento de los hijos de tal familia ha de ser decente, ordenado (sin frivolidad ni jaranas) y ejemplar. Ésa es una de las cargas que, junto con especiales privilegios, tienen que soportar los hijos de los ministros del Señor, pues la gente suele culpar a los padres del mal comportamiento de los hijos.

(O) En el versículo 1Ti 3:6, el apóstol requiere que no se designe anciano a un neófito (palabra griega que significa «nueva planta»), es decir, a un recién convertido. La razón que aquí alega el apóstol no es falta de competencia o de experiencia, sino el peligro de que el promocionado a tal cargo se envanezca. El verbo tuphóo que Pablo usa aquí (con 1Ti 6:4 y 2Ti 3:4, son las únicas veces que tal verbo ocurre en el Nuevo Testamento), del que se deriva el vocablo castellano tufo, connota, como se ve por el parentesco con el verbo túphomai, la idea de verse envuelto en una nube de humo, lo que dificulta la correcta visión. El apóstol añade que, al envanecerse, el neófito, designado prematuramente anciano, podría caer en la condenación del diablo; es decir (con la mayor probabilidad) en la sentencia (gr. kríma) pronunciada contra Satanás, quien también se envaneció hasta apetecer sentarse en el trono de Dios (v. Isa 14:14; Eze 28:17 y comp. con 2Ti 3:4; 2Pe 2:4).

(P) Finalmente, el apóstol requiere que el anciano o supervisor tenga buen testimonio de los de afuera (v. 1Ti 3:7), para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo. «Los de afuera» son, por supuesto, los inconversos. Dice W. Hendriksen: «La necesidad de añadir esta exigencia se sigue del hecho de que, con frecuencia, tales externos saben del hombre en cuestión más que los miembros de la iglesia. Con frecuencia ocurre, por ejemplo, que la mayoría o todos los que están con él en su ocupación de cada día son incrédulos». Si su reputación entre los de fuera no es buena, caerá en el descrédito de tales compañeros de trabajo y en lazo del diablo, quien lo habrá atrapado en la esfera de su poder. «Podemos imaginarnos, comenta Hendriksen, el saludo que, a la mañana siguiente a su inmerecida promoción al oficio, le darán los que trabajan con él, al añadir la siguiente exclamación: ¿Qué oímos ahora de ti? ¿De veras te han hecho anciano … a ti?» Un peligro ulterior, que también menciona Hendriksen (una caída más honda en el lazo tendido por el diablo, diría yo), es que tal persona podría endurecerse, y llegar a pensar: «Si, a pesar de mi conducta, todavía he sido designado anciano, seguramente podré salirme con lo que quiera».

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