2 Corintios 1:3 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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El apóstol comienza con una narración de la bondad de Dios hacia él y sus colaboradores en medio de sus múltiples tribulaciones. Se expresa en forma de acción de gracias a Dios.

1. La frase con que comienza el versículo 2Co 1:3, «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo», se halla al pie de la letra en 1Pe 1:3. Quizá nadie mejor que E. G. Selwyn (citado por R. Tasker) ha compendiado la riqueza doctrinal de dicha frase: «Dios se revela ahora y se da a conocer … no sólo como Dios, sino como Dios revelado con relación a su Hijo Unigénito, y no sólo como su Padre, sino también como su Dios, pues la encarnación no agota la manifestación que hace Dios de Sí mismo. Y el Hijo es descrito en tres aspectos; con relación a nosotros (nuestro Señor); en su Persona (Jesús); y en su oficio prometido por Dios y universal (Cristo)».

2. Continúa Pablo llamando a Dios el Padre de las compasiones (lit.), hebraísmo para significar que Dios es infinitamente misericordioso (comp. Efe 2:4). También le llama (v. 2Co 1:3) «y Dios de toda consolación», es decir, un Dios que tiene amor y poder suficientes para prestar el consuelo y la fortaleza necesarios a todos sus hijos en toda clase de circunstancias. Es interesante notar que, en cinco versículos (2Co 1:3-7), el verbo consolar o el sustantivo consolación aparecen nada menos que diez veces.

3. Aunque el apóstol dice en plural (v. 2Co 1:4) «el que nos consuela», se refiere especialmente a su experiencia personal. Tanto él como sus colaboradores tenían tribulación en el mundo, pero tenían también la paz de Cristo (v. Jua 14:27; Jua 16:33). En el resto del versículo 2Co 1:4, el apóstol da a entender que el consuelo que recibimos de Dios en medio de las tribulaciones no es para que nos lo guardemos de forma egoísta para nosotros mismos, sino para que nosotros sirvamos como de canales por los que el consuelo que tiene su fuente en Dios llegue también a otros hermanos que se hallen bajo las mismas tribulaciones que nosotros. Sólo el que ha pasado por penosas experiencias está equipado para consolar a quienes pasan por situaciones similares. El que no sufre no puede «simpatizar» (sufrir con) con los que sufren.

4. El consuelo que los creyentes reciben en medio de las tribulaciones es abundante por medio de Cristo, en la medida en que abundan en ellos los padecimientos de Cristo. Vemos en este versículo 2Co 1:5 que los padecimientos de Pablo se identifican de algún modo con los de Cristo (comp. con 2Co 4:10; Flp 3:10; Col 1:24). La razón es que, al ser el cristiano miembro de Cristo, los sufrimientos de la Cabeza es natural que se extiendan a todo el organismo. En otras palabras, cuando el creyente sufre por Cristo, es Cristo mismo quien sufre en él, completando en sus miembros lo que falta de las aflicciones de Cristo, no para la redención del mundo, sino para la edificación de la Iglesia. Ese es especialmente el sentido de Col 1:24Col 1:24, versículo que podría desorientar a algunos.

5. La conclusión que saca Pablo de esto (v. 2Co 1:6) es que, tanto las tribulaciones que padecía como las consolaciones que recibía, todo servía para que los lectores cristianos se animasen a soportar los mismos padecimientos, al ver que también ellos seguían las pisadas de Cristo.

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