2 Reyes 3:6 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Tan pronto como tuvo Joram el cetro en su mano, tomó la espada para reducir a Moab.

I. Joram rey de Israel concierta esta expedición con Josafat rey de Judá. Tal era la opinión que tenía del piadoso rey de Judá que después de pasar revista a todo su ejército (v. 2Re 3:6), envió recado a Josafat para que se aliase con él: ¿Irás tú conmigo a la guerra contra Moab? (v. 2Re 3:7). Y lo consiguió. Judá e Israel, aunque desgraciadamente divididos entre sí, pudieron unirse en esta ocasión contra el enemigo común. Josafat trata a Israel como a un reino hermano. Quienes nunca saben hallar en su corazón el perdón y el olvido de antiguas injurias, son enemigos de su propia paz y seguridad. No sólo pidió Joram a Josafat ayuda, sino que también se fió de su consejo (v. 2Re 3:8), consideró que tenía mayor pericia y experiencia que él para saber cuál era la mejor ruta en el descenso contra Moab. Josafat le aconsejó que no marchasen por el camino más corto, que era cruzar el Jordán, sino dar un rodeo por el desierto de Edom, para tomar consigo al rey de Edom (que era tributario suyo) y las fuerzas de éste.

II. El grave aprieto en que se halló en esta expedición el ejército de los confederados. Antes de verle la cara al enemigo, estuvieron todos en trance de perecer por falta de agua (v. 2Re 3:9). El rey de Israel estalló en amargas lamentaciones (v. 2Re 3:10), atreviéndose a culpar a la providencia divina del presente infortunio.

III. Josafat, por el contrario, sugirió consultar a Dios en esta emergencia (v. 2Re 3:11). El lugar en que ahora se encontraban no podía menos de traerles a la memoria las grandes maravillas y portentos que sus padres les habían contado, cuando Dios hizo salir agua de la roca. Es probable que fuese este pensamiento lo que indujo a Josafat a preguntar: ¿No hay aquí algún profeta de Jehová, como Moisés? Bien estuvo que Josafat propusiera consultar a Jehová ahora, pero habría sido mucho mejor si lo hubiese propuesto anteriormente, con lo que se habrían evitado el presente apuro.

IV. Uno de los siervos del rey de Israel recomendó que se llamase a Eliseo (v. 2Re 3:11). Podemos suponer que fue por especial instrucción del cielo por lo que Eliseo se hallaba entre los expedicionarios como carro de Israel y su gente de a caballo. Ninguno de los reyes lo sabía, pero sí estaba enterado de ello un siervo del rey de Israel. Probablemente era este siervo algo parecido a lo que había sido Abdías para su padre Acab: alguien que era temeroso de Jehová (1Re 18:3); a éste se dio a conocer Eliseo, no a los reyes.

V. Por lo que dice el texto sagrado (v. 2Re 3:12), se deduce que los reyes descendieron a la residencia de Eliseo. El que se humillaba a sí mismo y pasaba desapercibido en la expedición, fue exaltado de esta manera hasta aparecer verdaderamente grande cuando tres reyes acudieron a llamar a su puerta en petición de ayuda urgente.

VI. El recibimiento que les hizo Eliseo.

1. Se dirigió sin tapujos al malvado rey de Israel (v. 2Re 3:13): «¿Qué tengo yo contigo? Ve a los profetas de tu padre y a los profetas de tu madre, a quienes has consentido y mantenido en tu prosperidad, y que te ayuden ellos en tu apuro. El mundo y la carne han sido tu norma; que sean también tu ayuda; ¿por qué habría de ser Dios consultado por ti?» (comp. Eze 14:3). Eliseo le dice en su cara, santamente indignado por su perversidad, que no se siente animado a atenderle ni aun a mirarle (v. 2Re 3:14). Joram era de respetar como príncipe, y Eliseo había de prestarle honor como súbdito, pero como profeta tenía que hacerle ver su iniquidad. Joram se domina lo suficiente para recibir con paciencia la invectiva de Eliseo; no le interesa oír a los profetas de Baal, sino que acude al profeta del verdadero Dios, y presenta el caso como muy deplorable y ruega humildemente a Eliseo que se compadezca de los otros reyes, aun cuando a él lo tenga por indigno de compasión.

2. Eliseo mostró gran respeto hacia el piadoso rey de Judá (v. 2Re 3:14) y, por consideración a su rostro, se presta a consultar a Jehová a favor de todos ellos.

3. Sin embargo, con este estallido de indignación, aunque santa y justa, el espíritu de Eliseo no estaba en las mejores condiciones para recibir oráculo de Dios. Por este motivo y a fin de recobrar la calma de su mente y de su corazón, pide que le traigan un músico de cuerda (v. 2Re 3:15) devoto y acostumbrado a acompañarse del arpa para cantar alabanzas al Señor. Calmado así el tumulto de su corazón con las suaves melodías musicales, la mano de Jehová vino sobre Eliseo, y esta visita le honró mucho más que la de los tres reyes.

4. Por medio del profeta, Dios les dio seguridades de que el resultado del presente apuro sería cómodo y glorioso. (A) Muy pronto dispondrían de suficiente provisión de agua (vv. 2Re 3:16, 2Re 3:17). Para poner a prueba la fe y la obediencia de ellos, les pide que hagan muchas zanjas en el valle a fin de que puedan recoger el agua. Elías, por medio de la oración, consiguió agua de las nubes, pero Eliseo la saca nadie sabe de dónde. La fuente de estas aguas va a quedar tan secreta como la cabeza del Nilo, pues Dios no está atado a las causas segundas. Ordinariamente es con abundante lluvia con lo que Dios reanima la heredad exhausta (Sal 68:9), pero aquí eso sucede sin lluvia, al menos sin que lloviera en aquel lugar. (B) Que tal provisión sería como las arras de la victoria (v. 2Re 3:18): «Y aun esto es poca cosa a los ojos de Jehová; no sólo seréis salvos de perecer, sino que regresaréis triunfantes». Se les promete que serán dueños del país que se ha rebelado.

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