Carta al presidente G. W. Bush.

Cuente la verdad al pueblo Sr. Presidente, sobre el terrorismo. Si los mitos acerca del terrorismo no son destruidos, entonces la amenaza continuará hasta destruirnos por completo. La verdad es que ninguna de nuestras millares armas nucleares pueden protegernos de esa amenaza. Ni el sistema de guerra en las estrellas, no importa cuan técnicamente avanzados sean, ni cuantos trillones de dólares se hayan gastado en el podrá protegernos de un arma nuclear traída en barco, avión o auto alquilado. Ni siquiera ningún arma de nuestro vasto arsenal, ni siquiera un centavo de los US$ 270 000’000 000  (si, esos mismos doscientos setenta mil millones de dólares) gastados por año en el llamado sistema de defensa puede evitar una bomba terrorista; esto es un hecho militar.

 

Como Teniente Coronel retirado y frecuente conferencista en asuntos de seguridad nacional, siempre cito el Salmo 33: Ningún rey se salva por su poderoso ejército, ni se salvan los valientes por su mucha fuerza . La reacción obvia es: ¿Entonces, que podemos hacer? ¿No existe nada que podamos hacer para garantizar la seguridad de nuestro pueblo? Existe, pero para entender eso, precisamos saber la verdad sobre la amenaza.

 

Sr. Presidente, usted no contó al pueblo americano la verdad sobre por qué somos el blanco del terrorismo, cuando explicó por qué bombardearíamos Afganistán e Irak. Usted dijo que somos blanco del terrorismo porque defendemos la democracia, la libertad y los derechos humanos del mundo. ¡Que absurdo, Sr. Presidente!

 

Somos blanco de los terroristas porque, en la mayor parte del mundo, nuestro gobierno defendió la dictadura, la esclavitud y la explotación humana. Somos blanco de los terroristas porque somos odiados. Y somos odiados porque nuestro gobierno ha hecho cosas odiosas. ¿En cuantos países, agentes de nuestro gobierno depusieron a líderes popularmente elegidos, sustituyéndolos por dictaduras militares, marionetas deseosas de vender a su propio pueblo a corporaciones norteamericanas multinacionalesí

 

Hicimos eso en Irán cuando los marines y la CIA derrocaron a Messadegh porque él tenía la intención de nacionalizar el petróleo. Y lo sustituimos por el Sha Reza Palhevi y armamos, entrenamos y pagamos a su odiada guarda nacional (la SAVAK) que esclavizó y embruteció al pueblo iraní para proteger el interés financiero de nuestras compañías de petróleo . Después de eso, ¿será difícil imaginar que existan en Irán personas que no nos odien?

 

Hicimos lo mismo en Chile, hicimos lo mismo en Vietnam, más recientemente intentamos hacerlo en Irak y claro cuantas veces hicimos eso mismo en Nicaragua y en otras repúblicas de América Latina. Una y otra vez tras de otras hemos destituido líderes populares que deseaban que las riquezas de sus tierras fueran repartidas entre el pueblo que las generó. Nosotros los reemplazamos por tiranos asesinos que venderían a su propio pueblo para que mediante el pago de abultadas propinas para engordar sus cuentas particulares, las riquezas de su propia tierra pudiera ser tomada por la Domino Sugar, la United Fruit Company, la Folgers y por ahí va todo.

 

En cada país, nuestro gobierno obstruyó la democracia, sofocó la libertad y pisoteó los derechos humanos. Es por eso que somos odiados en todo el mundo. Es por eso que somos el blanco de los terroristas. El pueblo de Canadá disfruta de la democracia, la libertad y los derechos humanos, así como el pueblo de Noruega y Suecia. ¿Usted escuchó hablar de Embajadas canadienses, noruegas o suecas siendo bombardeadasí Nosotros no somos odiados porque practicamos la democracia, la libertad o los derechos humanos. Somos odiados porque nuestro gobierno niega esas cosas a los pueblos de los países del tercer mundo, cuyos recursos son codiciados por nuestras corporaciones multinacionales.

 

Ese odio que sembramos se volvió en contra nuestra para asombrarnos en forma de terrorismo y en el futuro el terrorismo nuclear. Una vez dicha la verdad sobre por qué existe la amenaza y una vez entendida, la solución se torna obvia. Nosotros necesitamos cambiar nuestras costumbres. Liberémonos de nuestras armas nucleares (unilateralmente si es preciso) y mejorará nuestra seguridad. Alterando drásticamente nuestra política exterior la asegurará.

 

En lugar de enviar a nuestros hijos e hijas a todo el mundo para matar árabes de modo que podamos tener el petróleo que existe debajo de sus arenas, deberíamos mandarlos para que reconstruyan sus infraestructuras, proveerlos de agua limpia y alimentar a sus hijos hambrientos. En vez de continuar matando diariamente a millares de niños iraquíes con nuestras sanciones económicas, deberíamos ayudar a los iraquíes a reconstruir sus usinas eléctricas, sus estaciones de tratamiento de agua, sus hospitales, y todas las otras cosas que destruimos y les impedimos reconstruir con sanciones económicas.

 

En lugar de entrenar terroristas y escuadrones de la muerte, deberíamos cerrar la Escuela de las Américas. En vez de sostener revueltas, la desestabilización, el asesinato y el terror alrededor del mundo, deberíamos abolir la CIA y dar el dinero que ella gasta a agencias de asistencia.

 

Resumiendo, deberíamos ser buenos en lugar de malos y de serlo, ¿Quién iría a intentar detenernosí ¿Quién nos iría a odiar? ¿Quién nos iría a querer bombardear?

 

Esa es la verdad Sr. Presidente. Eso es lo que el pueblo norteamericano precisa escuchar.       

 

ROBERT BOWAN

Teniente Coronel y ex combatiente de Vietnam

Actualmente Obispo de la United Catholic Church en Melbourne Beach, Florida

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Protejamos nuestra Biodiversidad y el Medio Ambiente.
Juan Alberto Llaguno Betancourt
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