SUELTA FE, ESPERANZA Y AMOR

SUELTA FE, ESPERANZA Y AMOR

 

Pasaje clave: 1º Corintios 13.

Sabemos que Dios se mueve por fe. La fe es el lenguaje que Dios entiende. Pero no el único, ya que para Dios antes que la fe, está el amor. Jesús no se entregó por fe, sino por amor. Y Dios, así como nos dio fe, puso también el amor en nosotros.

El amor es lo más importante que los seres humanos tenemos. Ahora bien, para muchos su significado puede estar distorsio­nado.

Hay gente que dice: “Robé por amor”, “Soporto los golpes de mi pareja porque lo amo”. ¿Conocés a alguien en esta situación? Estas personas piensan que hacen las cosas por amor, pero, en realidad, tienen una confusión de lo que es el amor y como tal, lo usan de manera equivocada. Dios va a enseñarnos el verda­dero amor. El verdadero amor siempre es inteligente.

El verdadero amor siempre es inteligente.

En el libro de 1 Corintios: 13 Pablo lo describe diciendo lo si­guiente: “El amor no es un sentimiento, no es lo que las cancio­nes ni la cultura de hoy dice. El amor para funcionar tiene que ser inteligente”(parafraseado). Y agrega: “Hoy tenemos la fe, la esperanza y el amor, pero el mayor de los tres es el amor.”

La fe es la capacidad sobrenatural de la cual Dios nos provee para mover las montañas.

La esperanza es lo que espero, es la capacidad de visualizar un sueño, es sobre aquello que pongo mi fe. Entonces: “La fe es poderosa porque mueve montañas, la esperanza es poderosa porque da perseverancia, pero el que abre la puerta a estas dos, es el amor”, dijo Pablo.

Una persona que se mueve con amor inteligente puede llevar una palabra de fe o sembrar un sueño con mucho más resulta­do que una persona sin amor.

El amor inteligente es el hermano mayor que abre la puerta a la fe y a la esperanza.

Mateo 9:20-22. Conocemos la historia de la mujer que sufría una hemorragia. Había gastado todo su dinero en los mejores médicos, a cambio de ser sanada. Hacía doce años que esta mujer sangraba, pero no sólo físicamente, sino emocionalmente. En su mente había una compulsión por dar, por derrochar.

¿Sabías que el dinero es símbolo de los afectosí Se maneja afec­tivamente. El avaro es avaro de afectos; el derrochador, es de­rrochador de afectos.

Si tu corazón no está sano, los afectos serán el patrón que ma­nejarán las finanzas.

La persona que no puede tener dinero, ya sea porque lo derro­cha o lo atesora, difícilmente experimenta amor en su corazón. Pero ¡tranquilo! Con Jesús tenés la paz suficiente para disfrutar de lo que tenés, sin guardarlo ni tampoco derrocharlo. Por eso, nos va a enseñar dos cosas importantes:

 

1º Aceptación:

Una persona que gasta mucho, en el fondo espera ser amada. Generalmente, en este grupo encontramos a las mujeres que piensan en todos y le dan todo a todos, dado que necesitan ser reconocidas. Esto le pasaba a la mujer que padecía flujo de sangre (Mateo 9), cada vez se sentía más vacía física y emo­cionalmente. Pero un día se enteró de que Jesús pasaría por donde ella estaba y creyó que si tocaba el manto de Jesús, se sanaría. Y así ocurrió, porque poder había salido de Jesús.

En esa época, a una mujer en esas condiciones se la considera­da inmunda y la Biblia decía que lo inmundo contamina lo santo. Cuando ella tocó a Jesús, éste se detuvo y preguntó: “¿Quién me tocó?” Los discípulos respondieron: “¿La multitud te aprieta y decís quién te toca?”

Jesús dijo: “Poder salió de mí.” Por primera vez, ella recibió sa­nidad en sus emociones. Cuando Jesús dijo que nadie lo había contaminado sino que algo bueno había salido de Él, ella dejó de dar, se sintió valiosa, y la sangre cesó.

Lo primero que Dios nos da cuando nos acercamos a Él, es ri­queza afectiva. Dios nos ama tal como somos.

Amor inteligente es aceptar al otro como es.

 

2º Dios pondrá en tus manos todo lo perdido:

Jesús la bendice por segunda vez: “Vete en paz. Te devolveré todo lo que perdiste, recuperarás la fe y caminarás en abundancia sin cul­pa, condenación, ni opresión de nadie.”

Es decir, disfrutarás de todo porque la paz de Dios estará siem­pre en tu vida.

La mujer dijo: “Si toco el manto, seré sana”. Habló fe primero. Todo lo que digas será para tu bendición, ahora te toca hablar y soltar fe a vos.

La aceptación interior se logra por fe y una vez que ésta se reve­la a tu vida, vas a vivir por siempre prosperado y en victoria.

Jesús la sanó en dos fases. En primer lugar, la sanó física y emo­cionalmente, en segundo lugar, le dio prosperidad y paz en el corazón. Lo hizo de esta forma para que no olvide que Dios es Dios de segundas oportunidades.

Quizás hayas recibido un toque de fe, pero recibirás un segun­do toque. En un encuentro con el Señor, siempre hay una nue­va oportunidad.

Si estuviste buscando aceptación, hoy Dios te quiere revelar su amor. Todo volverá a tu mano.

El amor inteligente pone límites. Cuando sepas dar, sabrás recibir. Y Jesús te dará más. Y de lo recibido, volverás a dar.

Extracto del libro “60 Principios de Fe”

Por Bernardo Stamateas

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