“…NO ES QUE PECÓ ESTE, NI SUS PADRES, SINO PARA QUE LAS OBRAS DE DIOS SE MANIFIESTEN EN ÉL” (Juan 9:3)
Hermano ¡Mira antes de juzgar!
Cuando los discípulos se encontraron con un hombre que era ciego de nacimiento, preguntaron a Jesús: “Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego?”. No les importaba que el hombre necesitara ayuda o que hubiese pasado su vida en una oscuridad total. No; inmediatamente empezaron a discutir sus faltas … ¡justo delante de él! ¿Por qué? ¡Porque es más fácil juzgar que amar! Ponemos etiquetas en las cosas para saber lo que hay dentro … y juzgamos a las personas por la misma razón. Preferimos debatir sobre la homosexualidad en vez de hacer amistad con alguien que es gay para llevarlo al Señor.
Preferimos condenar el divorcio antes que ayudar a sus víctimas. Es más fácil argumentar acerca del aborto que apoyar a un orfanato, o quejarse de los servicios sociales que ayudar a los pobres.
Jesús dijo: “…con el juicio con que juzgáis seréis juzgados…” (Mateo 7:2b). ¿Piensas que no eres culpable? ¿De verdad? ¿Qué pasa cuando te encuentras con alguien por primera vez? ¿Piensas:
¡Oh!, bautista (por lo tanto, estrecho de mente); contable (entonces, probablemente aburrido); sin trabajo (por consiguiente, vago)? ¿No estás contento de que Dios no te juzga por tu apariencia, por donde creciste, por tu trabajo, por los errores que has cometido, o incluso por algunas de tus malas actitudes recientesí
Jesús no vio a este hombre como a una víctima del destino. Lo vio como una oportunidad esperando ser realizada. Les dijo a sus discípulos “Estáis buscando a alguien a quien culpar… Mirad en vez de eso lo que Dios puede hacer” (Ver Juan 9:3).
Recuerda siempre que cuando la gente te rechaza, Dios te acepta. Cuando te dejan, Él te encuentra. La tarea de Dios es aceptar… no juzgar, preocuparse… no condenar, amar… no criticar, ¿de acuerdo?