Explicación y Estudio Bíblico: Los sacó con Plata y Oro (Éxodo 12:35-36)

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Explicación y Estudio Bíblico: Los sacó con Plata y Oro (Éxodo 12:35-36)

¿Qué dice la Biblia Sobre Como Salieron Los Israelitas De Egipto Con Plata y con Oro?

El éxodo de los israelitas de Egipto fue un acontecimiento histórico y teológico de gran importancia. No solo marcó el inicio de la liberación del pueblo de Dios de la esclavitud, sino también el cumplimiento de las promesas divinas hechas a los patriarcas. Además, el éxodo fue una ocasión en la que Dios manifestó su poder y su gloria, tanto a los israelitas como a los egipcios.

Cuando los Hijos de Israel salieron de Egipto, no lo hicieron con las manos vacías. La Biblia dice, en el libro del Éxodo, capítulo 12, versículos 35 y 36:

«E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos. Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios»

Para nuestra mente latina, esto parece algo absurdo. ¿Por qué locura iban los egipcios a dar a esta gente su plata, su oro y sus vestidos? Nuevamente, para nosotros y a nuestra mente latina, parece extraño, porque no estamos familiarizados con la cultura del medio oriente en la que se escribió la Biblia.

En los tiempos bíblicos era muy común «pedir prestadas» joyas o vestimentas para una peregrinación, porque se entendía que una peregrinación involucraba a Dios. En aquella cultura se pensaba que si se ayudaba a alguien que iba a una peregrinación se estaba ayudando o participando en las cosas de Dios. Dicho de otro modo, estabas dando a Dios.

Y aquí hay algo muy interesante. Aunque usaban las palabras «prestar» y «prestado», si dabas y nunca recibías de vuelta, no te preocupabas porque sabías que estabas dando a una buena causa.

Los Hijos de Israel partían para ir a adorar a su Dios; eso lo convertía en una peregrinación. Dios instruyó a Moisés para que dijera a los Hijos de Israel que «pidieran prestado» a los egipcios para esta peregrinación.

Tenga en cuenta que muchos, muchos años antes, toda la riqueza del mundo llegó a Egipto durante la hambruna porque un hombre llamado José caminó con Dios. Ahora, esa riqueza es devuelta al pueblo de Dios al salir de Egipto.

En segundo lugar, hay que tener en cuenta que el éxodo fue una confrontación entre el Dios verdadero y los falsos dioses de Egipto. Las diez plagas que Dios envió sobre Egipto fueron una demostración de su soberanía y juicio sobre las divinidades egipcias, que eran adoradas por el faraón y su pueblo. Cada plaga afectó a un aspecto de la vida y la religión egipcia, mostrando la impotencia e inexistencia de sus ídolos. Por ejemplo, la plaga de las tinieblas fue un desafío al dios sol Ra, la plaga de las ranas fue un ataque al dios fertilidad Heket, y la plaga de la muerte de los primogénitos fue un golpe al dios rey Osiris.

Al salir de Egipto con sus objetos de plata y oro, los israelitas estaban despojando a los egipcios de sus símbolos religiosos y culturales. La plata y el oro eran metales sagrados para los egipcios, que los usaban para fabricar sus joyas, amuletos y estatuas de sus dioses. Al tomarlos, los israelitas estaban mostrando que el único Dios verdadero era el Dios de Israel, y que él tenía derecho a reclamar toda la gloria y la riqueza del mundo.

En tercer lugar, hay que considerar que el éxodo fue una preparación para el pacto y la adoración del pueblo de Dios. Al salir de Egipto, los israelitas se dirigieron al monte Sinaí, donde Dios les dio la ley y estableció una alianza con ellos. Allí también les ordenó que construyeran un santuario para su presencia y su culto. Para ello, les pidió que le ofrecieran ofrendas voluntarias de oro, plata, bronce, lana, pieles, madera, aceite, especias e incienso (Éxodo 25:1-9). Los objetos que habían tomado de los egipcios fueron usados para este propósito sagrado. Así, los israelitas transformaron lo profano en santo, lo mundano en divino.

El hecho de que los israelitas salieran de Egipto con plata, oro y vestidos no fue un acto arbitrario ni malicioso. Fue una expresión del juicio y la gracia de Dios, que les dio una retribución por su esclavitud, una victoria sobre sus opresores y una provisión para su adoración.

En el relato del éxodo de los israelitas de Egipto, encontramos un poderoso mensaje que puede desafiarnos como cristianos en la sociedad actual. La idea de dar y compartir, no por ganancia personal, sino en el contexto de la adoración y la liberación, nos invita a reflexionar sobre nuestras actitudes hacia la riqueza y el poder en un mundo cada vez más marcado por la desigualdad y la búsqueda constante del bienestar material.

En la actualidad, estamos inmersos en una sociedad que valora la acumulación de riqueza, el éxito individual y el consumo desenfrenado. Este relato bíblico nos reta a cuestionar nuestras prioridades y a considerar cómo nuestras acciones y decisiones pueden contribuir al bienestar de los demás, especialmente de aquellos que están oprimidos o necesitados. Nos recuerda que nuestra riqueza y recursos no deben ser acumulados egoístamente, sino utilizados para servir a los demás y, al final, para honrar a Dios.

La historia del éxodo también nos insta a cuestionar las jerarquías de poder y a buscar la justicia social. Los israelitas, una vez esclavos, salieron de Egipto con riqueza como una forma de reparación por su sufrimiento. Esto nos recuerda la importancia de apoyar a aquellos que han sido oprimidos y marginados en nuestra sociedad.

En tiempos de desigualdad creciente y desafíos mundiales, debemos tomar este mensaje como un llamado a la acción. Como cristianos, estamos llamados a dar generosamente, a compartir nuestros recursos y a buscar la justicia en un mundo que a menudo se enfoca en el yo en lugar del prójimo. Debemos tener presente que dar no es un acto de debilidad, sino un acto de amor y obediencia a Dios.

Así que, en nuestros tiempos actuales, desafiémonos a nosotros mismos a ser agentes de cambio, a compartir de manera generosa y a buscar la justicia, recordando que nuestras acciones pueden tener un impacto profundo en el mundo que nos rodea. Recordemos que, como cristianos, estamos llamados a seguir el ejemplo de amor y servicio de Jesucristo, quien nos enseñó a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Por último, en nuestros actos de dar y servir, encontramos una forma de adorar a Dios y contribuir a la transformación positiva de nuestra sociedad.

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