Apocalipsis 14:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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La nueva visión que en estos versículos se nos refiere «nos pone ante los ojos, como en una brillante hipotiposis, un cuadro de serenidad» (S. Bartina, ob. cit., pág. 748). Vemos primero (v. Apo 14:1) los personajes en escena. Vemos después (vv. Apo 14:2, Apo 14:3) lo que hacían. Finalmente (v. Apo 14:4, Apo 14:5), se nos da una descripción metafórica del carácter de los que forman esta especie de escolta personal del Cordero.

1. Dice el versículo Apo 14:1 en la NVI: «Luego miré, y allí estaba ante mis ojos el Cordero, de pie sobre el monte Sion, y con Él 144.000 que tenían su nombre y el nombre de su Padre escrito en sus frentes».

(A) En cuanto al «Cordero», sólo necesitamos fijarnos en el detalle de que «estaba de pie», como en Apo 5:6, lo cual, en este contexto, no sólo significa que estaba vivo, después de haber estado muerto (comp. con Apo 1:18), sino también, en mi opinión, como un general en jefe, rodeado de su Estado Mayor.

(B) En cuanto al «monte Sion», hay autores (Bruce, Ryrie, Grau, Hendriksen, W. Smith, etc.) que, a la vista de Heb 12:22, lo identifican con el cielo. Lo mismo sostiene Davidson, quien piensa que, probablemente, se hallan allí después de haber sufrido el martirio, y ve en Apo 12:17 una indicación de ello. Sin embargo, otros autores (Bartina, Walvoord) tienen por seguro que se trata de la Sion terrenal, Jerusalén, aunque por diferentes razones. Dice Bartina (ob. cit., pág. 748): «En la literatura apocalíptica cundió la idea de que el Mesías tenía que reunir su comunidad conquistadora en el monte Sion. Aquí no se trata del Sion celeste, sino del terrestre». Por su parte, Walvoord aporta una razón muy fuerte: Estos 144.000 fueron sellados para ser protegidos de la persecución del Anticristo, y se hallan aquí en el monte Sion al comienzo del reino mesiánico milenario (v. ob. cit., pág. 214). La única dificultad contra esta opinión es que no parece cuadrar muy bien con el contexto posterior.

(C) Que los 144.000 son los mismos del capítulo Apo 7:1-17 es admitido por casi todos los autores. W. Scott piensa que éstos del capítulo Apo 14:1-20 pertenecen únicamente a la tribu de Judá. Qué fundamento tiene para ello, nadie lo sabe, especialmente cuando en el capítulo Apo 7:5 hemos visto 12.000 sellados de dicha tribu.

(D) Se nos dice a continuación que «tenían escritos en la frente el nombre del Señor y el de su Padre». Como dice Walvoord (ob. cit., pág. 215), citando de Seiss, «su identificación con el Padre es la señal de que son judíos salvos; su identificación con el Cordero revela su salvación mediante la fe en Cristo». Personalmente opino, sin oponerme a lo anterior, que lo del nombre del Cordero quizá tenga que ver con lo de la piedrecita blanca de Apo 2:17, mientras que el nombre del Padre podría estar conectado con el sellado de Apo 7:3., e indicaría (probablemente con el hebreo le-Jehová) que «estaban bajo la posesión y protección especial de Dios» (Bartina, ob. cit., pág. 748).

2. En los versículos Apo 14:2 y Apo 14:3, vemos lo que hacían estos 144.000. Por su especial dificultad, preferimos dar aquí la versión literal de dichos versículos: «Y oí una voz procedente (gr. ek) del cielo, como voz de muchas aguas, y como voz de un gran trueno; y la voz que oí (era) como de arpistas que arpeaban con sus arpas. Y cantan un cántico nuevo (gr. kainén, reciente) ante la vista del trono, y ante la vista de los cuatro seres vivientes y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino los 144.000, los que habían sido rescatados (gr. egorasménoi, lit. comprados en la plaza del mercado. El verbo está en participio de pretérito perfecto medio-pasivo) de (gr. apó preposición de alejamiento) los hombres (es decir, de los moradores de la tierra)». Perdonen los lectores el neologismo «arpear» que traduce literalmente el original. «Arpear con el arpa» (mejor, con la cítara) es un semitismo, y por «arpa» hallamos kithára (de donde se deriva «guitarra»), el mismo vocablo de Apo 5:8.

(A) Cuatro veces en un solo versículo sale el vocablo griego phoné, voz que, con el hebreo qol, admite gran número de sentidos. De ahí que nuestras versiones la traduzcan de distinta manera: «vozsonido … estruendo», conforme lo exige el contexto.

(B) ¿Quiénes son los que tocan el arpa? Que son muchísimos, no cabe duda, puesto que Juan compara al estruendo de muchas aguas y al sonido estrepitoso de un gran trueno el volumen de la música que tocan los arpistas. Los que, como Walvoord, opinan que los 144.000 se hallan en el monte Sion de la tierra, al comienzo del reino milenario, se ven obligados a admitir una trasposición cronológica, en la que el cántico de los 144.000 en la Sion terrenal es como un eco retardado de la música que los arpistas tocan en el cielo en este momento.

(C) En mi opinión, los que tocan el arpa y cantan el cántico nuevo son los representados por los veinticuatro ancianos (comp. con Apo 5:9); en otras palabras, la Iglesia arrebatada antes de la Gran Tribulación. Sería, pues, la Iglesia la que, al formar una orquesta y un coro de magnitud colosal, cantaría el nuevo cántico, «y el tema de este cantar de alabanza contendría muy probablemente, referidas a Dios como a fuente de todo bien, las peculiaridades que caracterizaban a los ciento cuarenta y cuatro mil» (Bartina, ob. cit., pág. 749).

(D) ¿Cómo han llegado al cielo (según la opinión más probable) los 144.000 que aquí se mencionan? Puesto que fueron sellados para ser preservados (Apo 7:3-8), no llevan palmas de martirio en las manos, y hacen escolta al Cordero en la Sion celestial (única vez que el vocablo «Sion» ocurre en Apocalipsis), lo más probable es que hayan sido trasladados al cielo sin experimentar la muerte física, para seguir haciendo escolta al Cordero durante el Milenio. La última frase del versículo Apo 14:3 añade mucha fuerza a esta opinión.

3. En los versículos Apo 14:4 y Apo 14:5 se nos describen las principales características actuales de estos 144.000: «Éstos son los que no se contaminaron con mujeres, pues se conservaron puros. Ellos siguen al Cordero adondequiera que va. Fueron rescatados de entre los hombres y ofrecidos como primicias a Dios y al Cordero. No se halló ninguna mentira en sus bocas; son irreprochables» (NVI).

(A) A primera vista, parece como si estos 144.000 fuesen célibes, totalmente consagrados a Dios (comp. con 1Co 7:25-35). Así opina Newell (ob. cit., págs. 214 216). Pero es más probable que haya de tomarse en el mismo sentido de la «virgen» de 2Co 11:2, 2Co 11:3, puesto que el matrimonio no contamina (v. Heb 13:4). Dice W. M. Smith (ob. cit., pág. 1.513): «En ninguna parte de las Escrituras se menciona la virginidad como tal, o el celibato, como sinónimo de santidad o como algo que equipa especialmente a una persona para el servicio divino. La familia es una institución divina desde el comienzo de la Escritura». En efecto, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, los personajes que desempeñan los más elevados ministerios son recomendados como buenos esposos y padres de familia (v. por ej. 1Ti 3:2, 1Ti 3:4, 1Ti 3:5). La virginidad ha de tomarse, pues, en este texto, «con respecto a la pureza espiritual, esto es, no se han contaminado con el amor del mundo o con el compromiso con el mal, sino que se han conservado puros en una situación mundial que es moralmente sucia» (Walvoord, ob. cit., pág. 216). (V. también 2Re 19:21; Isa 37:22; Jer 18:13; Jer 31:4, Jer 31:21; Lam 2:13; Amó 5:2).

(B) Lo de que «siguen al Cordero adondequiera que va», como escolta personal, tiene ya validez con respecto al tiempo inmediatamente anterior al Milenio, pero la afirmación se entiende prolépticamente de todo el reino mesiánico milenario, que se va a inaugurar poco después del final de la Gran Tribulación (v. el comentario a Dan 12:11-12).

(C) Lo de que «fueron rescatados (el mismo verbo del v. Apo 14:3) de (la misma preposición del v. Apo 14:3) los hombres», equivale (y explicita) al «rescatados de la tierra» del versículo Apo 14:3. ¿En qué sentido son «primicias» estos 144.000? El vocablo «primicias» designa siempre, en la Biblia, los primeros frutos del comienzo de una cosecha (comp. con 1Co 15:23). Aquí «parece referirse … al comienzo del reino milenario. Los 144.000 son el núcleo piadoso de Israel que es la garantía de la redención de la nación, y la gloria de Israel que ha de manifestarse en el reino» (Walvoord, ob. cit., pág. 216).

(D) La última característica que se les atribuye (v. Apo 14:5) es que «no se halló ninguna mentira en sus bocas; son irreprochables» (NVI). El vocablo «mentira» (gr. pseúdos) ha de tomarse en el sentido bíblico de una vida alejada de la verdad y, por tanto, falsa. De las diez veces que tal vocablo ocurre en el Nuevo Testamento, seis son de la pluma de Juan (aquí y en Jua 8:44; 1Jn 2:21, 1Jn 2:27; Apo 21:27; Apo 22:15). Basta examinar dichos textos para percatarse de su verdadero significado. De ahí, la conclusión: «son irreprochables» (gr. ámomoi, el mismo vocablo de Heb 9:14; 1Pe 1:19 aplicados a Cristo , entre otros lugares). En los LXX, el vocablo ámomos es aplicado, por ejemplo, a las reses que habían de ofrecerse en sacrificio a Jehová (v. Lev 1:3, Lev 1:10 «sin defecto»). Si se aplica a seres humanos (exceptuando a Cristo), significa «sin tacha», no «sin pecado».

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