Apocalipsis 18:4 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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A continuación del anuncio de la caída de la Babilonia mercantil, Juan oye otra voz procedente del cielo. Esta vez es para invitar al pueblo de Dios, remanente todavía en la ciudad (el anuncio de la caída en los versículos Apo 18:2, Apo 18:3 está proyectado a un futuro inmediato es proléptico ), a salir de ella a tiempo. Dicen los versículos Apo 18:4-8 en la NVI: «Luego oí otra voz del cielo, que decía:

Salid de ella, pueblo mío,

para que no os hagáis cómplices de sus pecados,

ni recibáis ninguna de sus plagas;

pues sus pecados se han apilado hasta el cielo,

y Dios se ha acordado de sus crímenes.

Retribuidle conforme a lo que ella dio;

pagadle el doble de lo que sus hechos merecen.

Mezcladle el doble en la copa en que ella mezcló.

Dadle de tortura y de duelo

tanto como ella se dio de gloria y de lujo.

En su corazón se jacta, diciendo:

Estoy en mi trono como reina; no soy viuda,

ni experimentaré el luto jamás.

Por esto, en un día la alcanzarán todas sus plagas:

muerte, luto y hambre.

Será consumida por el fuego

porque poderoso es el Señor Dios que la juzga ».

1. En esta sección, hallamos primero (v. Apo 18:4) la apelación que se hace a los creyentes que hayan sobrevivido a la persecución de la Bestia, a que salgan de ella a tiempo. Los motivos para salir de allí son dos: (A) Si se quedan allí, se harán cómplices (gr. sunkoinonésete, lit. tendréis comunión con) de los pecados de la Roma idólatra e inmoral (comp. con 2Co 6:14-17; 1Jn 2:15-17); (B) Si se quedan allí, les alcanzarán también a ellos las plagas que van a ser derramadas sobre ella.

2. Con frases tomadas de Jer 51:9, se designa a continuación el motivo por el que dichas plagas van a descender sobre la ciudad: Sus pecados se han acumulado, sin solución de continuidad (gr. ekolléthesan, se apegaron, el mismo verbo de Luc 15:15 y Gén 2:24 en los LXX ), hasta formar una pila que llega hasta el cielo. Han llegado, en realidad, hasta la presencia del mismo Dios, para «traerle a la memoria» las iniquidades de la ciudad. La séptima copa (Apo 16:17-21) va a ser derramada, y la necesidad de salir de allí se hace cada vez más apremiante (comp. con Gén 19:15-22).

3. La voz procedente del cielo da a continuación (v. Apo 18:6) a los agentes destructores la orden de empuñar el pico demoledor: (A) Hay que abonarle (gr. apódote, verbo que indica el pago de una deuda) el doble de lo que ella dio, como en la parábola de los talentos o, mejor, como tenía que hacer el ladrón, restituyendo el doble conforme mandaba la Ley (v. Éxo 22:4, Éxo 22:7, Éxo 22:9; Isa 40:2; Jer 16:18), y aun el cuádruplo, en casos de excepcional gravedad, «exigitivamente según justicia (2Re 12:6) o libremente por compensación excedente (Luc 19:8)» (Bartina, ob. cit., pág. 792). (B) El mismo castigo doble se expresa por medio de otra figura: «Mezcladle, es decir, preparadle en el vaso, el doble de lo que ella mezcló». Es la misma figura que hemos visto en Apo 14:10, donde el original tiene el mismo verbo kerágnumi, mezclar.

4. Se presenta después (v. Apo 18:7) una lista compendiada de los pecados que han merecido tal castigo: (A) Se glorificó a sí misma; (B) Vivió en lujo desmesurado (gr. estreníasen, se jactó de su molicie depravada v. Apo 17:2 ) a costa de la explotación inicua (vv. Apo 18:11-14); (C) Se jactó además de tres cosas que denotaban su altanería y su autosuficiencia: (a) De ser la emperatriz de todos los pueblos, firmemente asentada en su trono; (b) De no ser viuda, es decir, destituida del apoyo de las naciones sometidas o aliadas, las cuales, como buenas «hijas», habían de venir en auxilio de la «madre»; (c) De estar convencida de que su pretendido estado de seguridad perdurará indefinidamente, de forma que nunca tendrá que hacer duelo ni lamentación como quien ha perdido la corona, los bienes o los parientes.

5. En castigo de esta jactancia (comp. con el castigo de David por censar al pueblo), unida además a sus muchas y grandes iniquidades, la voz anuncia (v. Apo 18:8) que todo aquello que ella tiene por seguro (vida larga, disfrute de ayuda y prosperidad indefinidamente prolongada) se acabará en un solo día, puesto que en un solo día la alcanzarán todas sus plagas: muerte, luto, hambre e incendio devorador (gr. en purí katakauthésetai. Lit. será enteramente abrasada con fuego). Al colocar en cabeza de los castigos la expresión «en un solo día», se pone de relieve en el original la rapidez de la visitación punitiva, como en Dan 5:5 («en aquella misma hora») con respecto a la Babilonia de antaño, y en Luc 12:20 («esta noche»), cuando el rico insensato lo perdió todo en una sola noche. Dice Caird: «Cuando es el tiempo del juicio de Dios, baja directamente sin avisar» (The Revelation of St. John the Divine, pág. 224), quien añade, en el mismo lugar: «El castigo es simplemente permitir que el crimen siga su curso destructivo» (comp. con Gál 6:7-10). Ciertamente, el castigo comprende los tres azotes más terribles: peste (mortandad), luto (llanto) y hambre, además del azote extraordinario de ser abrasada totalmente.

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